Capítulo 38: Fuego Cruzado

765 47 15
                                    


Al día siguiente, lo único que tenemos claro es que debemos dejar la tienda de Tigris y por separado.

Temprano en la mañana hubo un anuncio en la televisión informando que se evacuarán más manzanas porque los rebeldes han logrado penetrar la primera barrera de agentes de la paz (lo que nos confirma que sus fuerzas se redujeron efectivamente tras la avalancha) y están avanzando por la ciudad. Una propo del Capitolio enfatiza que los rebeldes son vengativos, peligrosos e insensibles; que no entienden su sistema de vida y están llenos de rencor; que buscan destruir la paz, junto con un sistema de gobierno "justo y generoso". Plutarch y Beetee logran colar una pequeña propo, con ese mismo irónico encabezado: "Gobierno Justo y Generoso". Los protagonistas son niños de los diferentes distritos: hambrientos, desnutridos y enfermos; sin palabras ni eslogan, pero muy efectivo.


Uranía aparece sola a media mañana, con noticias aunque no muy alentadoras. Finnick permanece en coma inducido luego de drenar la acumulación de líquido para reducir la hinchazón de su cerebro. No hay certeza que despierte definitivamente una vez que lo vayan sacando de a poco del estado de latencia. Falta operar la fractura de su brazo además. De pronto me asusta que Finnick permanezca en coma por un tiempo indefinido o peor, que no despierte nunca más. Intento reproducir en mi cabeza la voz y la risa de Finnick, aterrada de no volver a oírlas jamás. Uranía debe regresar cuanto antes, puesto que su padre ahora está solo para atender a todos los soldados rebeldes heridos que han ido llegando... y no son pocos. Se marcha afirmando que fue un honor conocernos, nos abraza por si no nos volvemos a ver y promete cuidar de Finnick. En cuanto los rebeldes tomen el Capitolio, lo evacuarán al primer campamento rebelde o al hospital si logran tomarlo también.

Rato más tarde vemos un ligero avance del lado rebelde. Un comandante ha tenido la idea de enviar vehículos abandonados, sin conductor, por las calles para ir desactivando vainas. No las disparan todas, aunque sí la mayoría. Para la madrugada, han avanzado por tres rutas distintas (que llaman líneas A, B y C) hacia el centro del Capitolio.


- Esto no puede durar. De hecho, me sorprende que haya servido tantas horas -comenta Gale, muy serio-. El Capitolio desactivará algunas trampas concretas y las reactivará cuando los rebeldes estén al alcance. No nos van a dar la ciudad en bandeja...


A los pocos minutos vemos materializarse su pronóstico: un pelotón manda un automóvil por una calle, disparando cuatro vainas; cuando el peligro aparentemente ha pasado, tres soldados reconocen terreno y llaman al resto cuando llegan a salvo al final del recorrido. Entonces un explosivo, oculto en macetas de rosas en una florería, vuela en pedazos a todo el pelotón. Volvemos a nuestro sótano, a pensar ideas.


- ¿Qué es ese ruido? -pregunta Peeta, alarmado.

- Pasos, muchos pasos -responde Gale-. Gente huyendo.


Nos asomamos a los ventanucos a ras de suelo, entreabriendo apenas las persianas. Vemos un bizarro espectáculo bajo los primeros rayos del sol: refugiados de las zonas ahora ocupadas se dirigen al centro de la ciudad. Algunos salieron con lo puesto, camisón y zapatillas; otros más previsores llevan varias capas de ropa y los bienes u objetos que no querían dejar atrás: cajas fuertes, computadores, perros falderos, joyas, plantas en macetas.


- ¡Cuando bombardearon el 12 huimos con lo puesto entre las bombas, el humo, las llamas, los escombros y los cadáveres de los que no lograron escapar! -me bufa Gale cuando compadezco a los niños que siguen a sus padres; asustados, confundidos, soñolientos, algunos descalzos, aferrando alguna muñeca o peluche.

Sinsajo HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora