Sinsajo Herido

Capítulo 23: La Advertencia

Antes de abordar el aerodeslizador, recuerdo enviar un mensaje a mi madre para decirle que salgo del 13 por unas horas y enfatizar que no será peligroso. Plutarch me cuenta muy ufano que Finnick ha grabado una serie de pequeñas propos llamadas "Recordamos", en homenaje a los tributos muertos y que han resultado muy emotivas, igual que la del rescate de Annie y la posterior entrevista a ambos en el 13, ya reunidos. Señala muy satisfecho las repercusiones en los distritos luego de emitir las propos, me muestra que los rebeldes, que mantenían su posición a duras penas en algunos distritos, han avanzado y hecho incursiones en otras. Esperanzador. Han tomado por fin el 4, el 7 y el 11 (que resulta crucial porque es el principal suministrador de comida de todo Panem). 

Cressida empieza grabándome en mi antigua casa... me dice que haga o cuente lo que me apetezca; lo cierto es que no me apetece hacer nada y me quedo mirando el techo. Cressida dice que eso le basta, por ahora. Luego me graban caminando entre las ruinas del distrito, shockeada por los cadáveres que siguen tirados ahí. 

Gale no se escapa tan fácil en su vieja casa. Cressida lo graba en silencio durante unos minutos pero cuando él recoge de las cenizas el único vestigio de su antigua vida (un atizador metálico retorcido), ella empieza a preguntarle por su familia, su trabajo y la vida en la Veta. También le pregunta por su relación con Madge, quiere detalles del romance entre la hija del alcalde y el minero esforzado. Hace que reviva aquella noche del bombardeo, Gale retrocede en el tiempo y a medida que avanzamos por la Pradera hasta los bosques, se quiebra al indicar que fue en la alambrada donde se separó de Madge, cuando ella se devolvió por sus padres. Dejamos atrás el distrito pero seguimos caminando entre cadáveres en descomposición. Voy a vomitar detrás de un árbol para que no me vean... ¿Tenemos que grabar esto para que lo vea todo Panem?

Cuando llegamos al lago, Gale ha perdido el habla. Mira la superficie acuosa brillante con los ojos húmedos, entonces llora por Madge sentado en el pasto. Me molesta que sigan filmando su dolor, miro enfadada a Cressida y decide hacer un descanso. Bebemos agua del lago, quisiera poder zambullirme y flotar desnuda, sin fisgones. Luego Gale y yo ingresamos en la casita de hormigón y mi amigo coloca junto a la chimenea el atizador retorcido. Gale se vuelve y me mira a los ojos, aún con lágrimas y yo también dejo que corran por mis mejillas. Este lugar está cargado de recuerdos dolorosos. Aquí me traía mi padre los domingos de verano, aquí Gale y yo discutimos sobre la huida a los bosques, aquí él estuvo con Madge un domingo antes que yo volara la arena y acá encontró su diario, prueba que sobrevivió a las bombas y los incendios. Aquí están enterradas Bonnie y Twill. Aquí pasamos una noche cuando nos fugamos del 13.

Nos sentamos bajo los árboles a comer unos sándwiches de queso y me siento al lado de Pollux porque no quiero hablar. En realidad, nadie habla mucho y eso hace que las aves recuperen su bosque y sus trinos. Un sinsajo se posa en una rama cerca nuestro y Pollux hace un gesto hacia mi insignia arqueando las cejas. Asiento para confirmar que es un sinsajo y empiezo a silbar. El pájaro ladea la cabeza, recoge y recrea al instante la melodía. Pollux silba unas notas también y entonces el sinsajo la repite e inicia un intercambio melódico con el pájaro. Supongo que es la primera conversación que tiene en años. Luego, con gestos y escribiendo en la tierra con una rama, me pregunta: "¿Cantas?"

En cualquier otra circunstancia me negaría pero me es imposible decir que no a Pollux, además las voces de cantar de los sinsajos no son iguales a sus silbidos y quiero que las escuche... sin pensarlo, canto la melodía de Rue, las que usaba para marcar el final del día de trabajo en el 11. Las notas que acabaron siendo la banda sonora de su asesinato. Los pájaros no lo saben, recogen la sencilla frase y se la repiten entre ellos en dulce armonía; igual que lo hicieron en los Juegos del hambre antes que las mutaciones aparecieran entre los árboles, nos persiguieran hasta la cornucopia y convirtieran poco a poco a Cato en una masa sanguinolenta...