Capítulo 34: ¿Real o No?

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"¿Por qué? No me debes nada", le pregunto a Boggs cuando promete que no dejará que Peeta me ataque o que muera bajo cualquier circunstancia. Una vez más está arriesgando el cuello por mí... a cambio de nada. La respuesta me deja más frustrada: "Porque te lo has ganado". Ahora me siento en deuda con él y no sé cómo rayos apoderarme del holo y largarme, sería una fea traición.

Sin embargo, las palabras que más dan vuelta en mi cabeza son otras, respecto al destino de Peeta: "terminará encerrado y orate", una vez que tenga una crisis y me haya matado, se lo llevarán atado como un demente. Finnick y Gale pueden caer víctimas de alguna vaina o en el fuego enemigo y listo. Johanna podría aparecer muerta por una "accidental" sobredosis de morfina. Y así nadie culparía a Coin de nuestras muertes, queda limpia de polvo y paja, librándose de la carga que hemos sido hasta ahora. Tengo que reconocer que hizo una jugada magistral. Sabía que yo vendría de todas maneras, negarnos su autorización fue sólo una farsa planificada, estaba esperando que no hiciera caso, sabía tan bien como Boggs que no soy capaz de seguir órdenes. Debe haber imaginado que me fugaría con mis aliados y que al llegar acá buscaría a Gale. De repente me doy cuenta que fue demasiado fácil abordar ese aerodeslizador, estoy casi segura que nadie me vio en persona, pero... ¿y las cámaras de vigilancia? Están por todo el 13. Quizás me hayan visto, le hayan dado aviso interno y ella dejó que me fugara de todas formas, luego autorizó a que Finnick viniera supuestamente a grabar propos. Lo mismo con Peeta, pero primero hizo que le bajaran la medicación para volverlo inestable. Coin es astuta e inteligente, jugó bien sus fichas, sacrificará los peones y hará jaque mate.

Tengo el estómago revuelto y sabor a bilis en la boca, no soy capaz de comer mi lata de alubias, tomo sorbos de agua de la cantimplora pero el gusto amargo sigue ahí. Me siento horrible y culpable. No debí venir, debí quedarme en el 13, por primera vez me arrepiento de haber desobedecido, no porque vaya a morir, que eso no me importa ya, sino porque estoy arrastrando al mismo destino a mis amigos y a mi chico del pan. ¿Qué será de Peeta, encerrado en un manicomio? Annie quedará sola y la familia de Gale perderá su puntal, Hazelle quedará sola con los niños. Johanna no tiene nadie que la llore pero tampoco tiene que pagar mis culpas. Es cierto que todavía no podemos llamarnos lo que se dice amigas, hicimos piña más bien por necesidad, pero ha sido una buena aliada. Se lo debo, además, ella me salvó de Brutus y Enobaria esa noche maldita. Le debo la vida, al igual que a Peeta cuando me dio el pan, al igual que a Gale cuando nos aliamos para cazar juntos, al igual que a Finnick cuando revivió a Peeta en el campo de fuerza, al igual que a Boggs, que prometió que no moriré mientras él pueda impedirlo. ¿Acaso nunca seré capaz de pagar mis deudas?

- Katniss, tienes que comer... anda come algo. -Escucho a mi lado la voz de Gale, pero suena a kilómetros de distancia.

- No tengo hambre -respondo con voz plana.

Castor y Pollux se terminan la lata por mí. Descanso un par de horas hasta que Jackson me despierta a medianoche para mi turno de guardia. Estaba reacia a ponerme en la rotación para vigilar a Peeta pero Boggs le dijo que me pusiera con ella, supongo que Boggs sabe lo que hace, supongo que confía en que Jackson me protegerá también. Aunque me tranquiliza ver que Boggs se acomoda a descansar en frente de Peeta, a pocos metros. No duerme. Gale tampoco. 

Me parece que Peeta duerme, en medio del espacio circular que hemos dejado, Boggs le ordenó acostarse donde todos pudiéramos verlo, el resto se acomodó cómo y dónde pudo pero mirando al centro del círculo, rodeándolo. De repente su cuerpo se pone rígido, empieza a acezar y respirar entrecortado y despierta sentándose de golpe. Una pesadilla. Automáticamente quiero ir a decirle que sólo fue un mal sueño, que todo va a estar bien, abrazarlo; pero su mirada desorientada me detiene en mi lugar, aunque tuve el impulso de pararme.

Sinsajo HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora