Written murder

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Se hizo tarde y Jared debía quedarse allí. Con gran pesar, Maggie tuvo que volver a su casa. Al regresar se encontró a su madre en el suelo, envuelta por un charco de sangre, su hermana estaba aterrorizada, agachada en las escaleras llorando con las manos en los barrotes de la barandilla y con el teléfono fijo en la mano con el 911 marcado. Maggie corrió hacia su madre:

-¡¿Qué ha ocurrido?! -exclamó.

-Papa... -simplemente dijo Rachell con un nudo en la garganta.

Se escucharon pasos:

-¿Maggie? ¿has llegado? -preguntó su padre.

-Toma, corre hacia arriba, escóndete y llama al 911 ¡rápido! -susurró Maggie dándole el móvil a su hermana.

Maggie se escondió en el armario de los abrigos:

-Maggie....¿dónde estás?...me tenías muy preocupado...-decía su padre fumando un cigarrillo y bebiendo de su botella de whisky.

Ella miraba a través de un hueco de la puerta:

-Vamos...Maggie...sal a saludar a tu padre,por favor... vamos...tu madre está muy preocupada... -decía parándose de espaldas al armario.

La respiración de Maggie se hacía más intensa, las lágrimas comenzaban a caer por sus frías mejillas:

-Mama...-susurró viendo a su madre allí inmóvil.

Su padre escuchó su susurro y se dio la vuelta:

-Vaya...tranquila Maggie...tu madre simplemente se ha caído, está bien...no te preocupes...sal -dijo su padre dirigiéndose al armario.

Maggie creía todo perdido pero en ese momento escuchó los coches de policía llegar:

-¡Maldita niñata! ¡has llamado a la policía! -exclamó abriendo el armario.

La sacó de la muñeca:

-¡Vas a ir al maldito infierno con tu madre! -dijo zarandeándola.

Los policías entraron a la fuerza y apartaron a su padre de ella. Lo empujaron contra la pared y le pusieron las manos en la espalda y le cerraron con esposas:

-Queda detenido por el asesinato de Elise Johnson Ryan y por agresión a Maggie Bowman y Rachell Bowman -dijo el agente.

Rachell bajó corriendo las escaleras y abrazó con fuerza a su hermana mayor. Los médicos cubrieron a su madre y le dieron el pésame a las hijas.

Al parecer, su padre se había pasado con la bebida por la supuesta perdida de su hija, llegó a casa como siempre y volvió a pegarle a su mujer como cada noche. Su madre se había resistido ya que Rachell estaba delante y el señor Bowman la golpeó con la lámpara.

Maggie estuvo semanas sin ir al instituto, no sabía nada de Jared, ni de Dionne ni de Alyssa.

Tuvo que irse a vivir con su tía Violet, hermana de Elise. Su vida no iba a ser como esperaba, creyó que ya no recibiría más golpes, pero no fue así, su primo Ellis; de su misma edad, la golpeaba, la veía como una intrusa además de que nunca se habían llevado bien. Por suerte, Rachell ya no los recibía, era mimada por su tía. Su tía era un encanto, siempre tenía magdalenas y galletas caseras en un plato sobre la mesa de la cocina, todos los fines de semana se llevaba a Maggie de compras, le ayudaba con los juicios que debía pasar e intentaba ayudarla a superar la muerte de su madre.

Su tío Philipe era un hombre muy trabajador, quería mucho a su familia y adoraba a los niños y a los animales. Estaba enseñando a Maggie a tocar el piano y le escribía partituras para que tocara.

Por todo ello, Ellis tenía celos de su prima, el odio hacia ella aumentó hasta el punto de hacerle revivir el infierno que vivió con su padre.

Maggie sufría, su madre había muerto, su padre estaba en la cárcel, su primo también la golpeaba.

Solo era de esperar que un día decidiera acabar con esa horrible vida y pasar a una mejor, libre, feliz....

Pasados los días, Maggie regresó a su instituto. Allí le esperaba Jared, ya recuperado. Desganada, se sentó en su silla, ignorando por completo al resto:

-Maggie ¡¿ya has vuelto?! -exclamó alegre Jared- ¿qué te había ocurrido?

Tras esa pregunta, ella suspiró y se le pasó por la cabeza la imagen de su madre muerta pintando la tarima de madera con su sangre, a su hermana aterrorizada llorando en las escaleras, a su padre con la botella y el cigarrillo de cuando ella estaba en el armario... Un escalofrío recorrió su cuerpo:

-Maggie...¿estás bien? -preguntó Jared.

Ella se levantó y se dirigió hacia la puerta para ir al baño a limpiarse las lágrimas, pero en ese instante, Jared la cogió de la muñeca, la giró y la abrazó. Maggie necesitaba aquel abrazo más que nada en el mundo:

-Sea lo que sea que te halla ocurrido, que sepas que me tendrás a tu lado siempre y que te apoyaré en todo -le susurró su amigo.

Jared apartó el pelo de la cara de Maggie y le acarició las mejillas:

-¿Qué ha pasado? -volvió a preguntar él.

Maggie quería contárselo, sabía que encontraría apoyo en Jared pero aún no estaba preparada para hablar de aquellos hechos:

-Está bien... cuando estés preparada... me lo contarás -dijo acariciando sus brazos.

Lo cierto era que todos aquellos días que Maggie había faltado al instituto le habían servido  a Jared para darse cuenta de que lo que sentía por ella no era simple amistad. Se sentía más unido a ella, sentía un cosquilleo cada vez que la veía y la tocaba.

Su sentimiento era extraño y tras lo ocurrido no quería decírselo a Maggie para no dejarla peor. Él pensaba que Maggie no sentía esa extraña emoción, que ella simplemente lo veía como amigo y Jared no quería echar a perder su amistad por esos estúpidos sentimientos.

Por ello, le dolía más verla así, algo moría en su interior cada vez que Maggie lloraba, pero por cada sonrisa de ella, algo renacía dentro de él.

Para él mereció la pena aquel corte, y los merecería otros 100, por ella valía la pena hasta la misma muerte.

En verdad, tras aquella pelea con su banda, no tenía a nadie salvo a Maggie, solamente tenía enemigos acechándole y siempre estaba con el temor de que le hicieran algo a ella. 

Against loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora