Capítulo XVIII - "De un tío a un sobrino."

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Chiyo.

Pasó la primera mitad de su vida (y, probablemente, la segunda mitad también) lamentándose de sus errores.

Ella nunca pudo vencer a Tsunade.

Ella no pudo salvar a su hijo.

Ella no supo criar bien a su nieto.

Ella no pudo salvar a su nieto.

...

¿Y ahora?

Ella tampoco pudo salvar a su ser más amado.

Su hijo adoptivo.

— ¡Gaga! —gritó Chiyo, levantando los brazos, como si esa sola acción ayudaría a evitar el desastre ya inminente.

El Ichibi se había liberado.

Ella fue víctima de los engaños de la aldea.

No hubo ningún simulacro. Hubo un atentado. Un atentado, contra la vida de su hijo.

Había fallado como madre; eso es lo que sentía.

Había fallado otra vez. Y, por alguna razón, sus errores ya predecibles, la seguían sorprendiendo al éstos repetirse.

Lo olvidó. Olvidó esa desesperación, el amargo trago de decepción hacia ella y el inolvidable golpe de la culpa.

— ¡Agh...! —

El rugido del Ichibi sólo lo pudo oír ella, ya que las demás personas aún seguían engañadas con aquella vil mentira del simulacro seguían sin enterarse; excluyendo a su hermano.

Chiyo apretó sus puños. El odio en su estado más puro se notaba en sus ojos.

No había desesperación. No había temor. No había culpa.

Sólo odio.

— ¡Eres un maldito, Rasa! —gritó a todo pulmón, esperando que su Kage, que seguramente estaría de pie cómodamente en un edificio, esperando el momento para atacar a su propio hijo bajo el pretexto de 'contener al Bijū'

A la porquería el supuesto arrepentimiento que Rasa tenía, o la consideración que la marionetista le hubiera podido llegar a tener.

Desde ese momento en adelante...

Rasa se volvió instantáneamente a sus ojos un maldito sin corazón.

[ ... ]

El Ichibi había sido exitosamente controlado por su Kage, y, sin nadie más que se diera cuenta aparte de Chiyo, una tortura se había dado lugar en la Arena.

— Ebizō... No, no... —murmuró la anciana a su hermano, intentando decir "Ebizō, no pude llegar a tiempo."

— Lo sé. Vinieron unos ANBU a mentirnos de que había un verdadero ataque a la villa, pero por parte de unos ninjas enemigos, no por el jinchūriki. —musitó el tío de Sasori, su mirada con chispas de enojo.

— ¿Eso dijeron? Qué sinvergüenzas... Vamos, hermano, no tengo ni idea de lo que está haciendo Rasa con mi hijo en este momento. —comentó la abuela apurada.

— Vamos, entonces.

Pronto fueron puestos en filas para reanudar sus actividades diarias en Sunagakure no Sato.

Debido a su estatus, los hermanos honorables pudieron ser de los primeros en entrar.

Con muchas prisas, se dirigieron a casa con el temor de sus vidas...

Hija de Akatsuki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora