Capítulo VIII - "Nacimiento"

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Un grito de dolor, junto con un llanto fue lo que se escuchó en la habitación de Konan, en el momento en que Sakura, hija de dos Akatsuki, nació. Habían pasado alrededor de doce horas en labor de parto y la joven madre parecía muy cansada, o lo que sea que las pronunciadas ojeras quisieran dar a entender.

El bebé, aún en brazos de Chiyo, estaba lleno de sangre pero no tanto como antes ya que la anciana se había encargado de limpiarla un poco. Su pequeña nariz un poco arrugada y lo más llamativo de todo su ser era su pálido cabello rosa, que la mujer de tercera edad observaba con admiración. Sus ojos aún no estaban abiertos, por lo que supuso que lo haría dentro de unas pocas horas, o quizá mañana. Por lo general no tardaban más que eso. Estaba claro su género, una niña.

- Es una niña. -murmuró a penas lo suficientemente audible Chiyo, tenía toques de sorpresa en su voz. Definitivamente, el nombre de Sakura le convenía de forma maravillosa.

- La quiero sostener. Tengo fuerzas suficientes. -dijo Konan extendiendo sus brazos hacia Chiyo, la jōnin retirada le puso a Sakura en sus brazos, aunque permaneció cerca por si la confianza en sí misma de la antigua ninja de Ame no fuera suficiente fuerza.

La amante del origami vio a su hija. Un clon de Chiyo hace rato que había sido convocado y además de ayudar en el parto, mientras la abuela de Sasori limpiaba a su hija, el clon de ella limpiaba y pasaba el proceso en el cual expulsa la placenta y demás tejido que tuvo dentro de ella hasta ese momento, luego de haber sido cortado de manera precoz el cordón umbilical.

Bueno, Konan vio a su pequeño cielo. Tenía su cabello rosa pálido, aunque sabía que se oscurecería un poco cuando se defina su color definitivo. Sus ojos era su mayor incomodidad. Claro, su hija era, al menos, en color de cabello el calco de su abuela y sería fantástico si tuviera el mismo tono verde menta de su abuela. Sin embargo, si tuviese el ámbar suyo o en todo caso, el tono violeta de Nagato... Ella no se quejaría. Lo que en realidad le preocupó fue el asunto del Rinnegan. No fue pura línea sanguínea, y eso lo tenía muy claro. Si fue bendecida con ese dōjutsu legendario tendría que tener un régimen de entrenamiento muy, muy riguroso para que a la edad de doce o trece pueda enfrentarse con esfuerzo a un ninja Rango-S. Ya que quien tenga el Rinnegan será el salvador o el destructor del mundo. Y muchos darían literalmente sus ojos para obtener los de su hija.

- Es hermosa. ¿No es así?

El ángel de Ame escuchó la voz de Ebizō entrando en la habitación y sonrió un poco ante el elogio. Ebizō se colocó al lado suyo, reemplazando a su hermana quien se movía por toda la habitación.

- Sí. -respondió, viendo a Chiyo quien parecía estar afanada limpiando todo.

- La pequeña Sakura es una paquete de ternura. -comentó la abuela con cariño.

- Ya lo veo. No se parece ni a ti, ni a Nagato. O de cualquier manera, a Yahiko. -observó el tío de Sasori. Entonces, ese detalle que había sido de segundo plano pasó repentinamente a primer plano, atrayendo la atención de las féminas.

Obviamente habían notado que era un calco de la abuela de Nagato, pero es que ni siquiera en las facciones se parecían.

Yahiko tenía facciones toscas, Konan, aunque elegantes, no eran fluidas. Y Nagato eran afeminadas, pero no finas como las parecía tener su hija/nieta, según de que punto de vista se vea.

Sin embargo, era un recién nacido, con los años se definiría como serían sus rasgos, pero por ahora, a Konan le toca proteger a Sakura para que, para comenzar, pueda vivir lo suficiente para eso

En ese momento, Sakura abrió los ojos eran de un pálido gris con un halo de verde claro. Sabían que no sería su color definitivo. Pero por ahora, estaba bien.

Hija de Akatsuki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora