Hija de Akatsuki.

Capítulo XX -"Llegando a casa"

— ¡Mamá, apúrate! —exclamó Sakura agitando sus brazos. Ya estaban cerca de Sunagakure.

— Y tú cálmate, Saku-chan. —respondió Konan dándole un apretón amistoso en la nariz a la niña.

— ¡Ouch! ¡Lo sé, lo sé! Pero mira, ¡ya nos atrasamos tres días! Ya es tres de junio. —reiteró la de hebras rosadas aún más deprisa.

— ¿En serio? Bueno, aún así no es motivo de tanto escándalo...

Sakura volteó a verla con el ceño fruncido por un momento.

— No lo entiendes, ¿verdad, mamá? Yo... Yo sentí algo. Le pasó algo a abuela Chiyo, Ebizō o Akemi... O... O a Gaara. Lo siento. —dijo la de ojos verdosos, poniendo una mano en su pecho, como para enfatizar más su punto.

— Tú tampoco entiendes. Caminando o corriendo será lo mismo. Realmente ir corriendo sin precaución alguna con riesgos de tormenta no es la mejor idea. Llegaremos igual en dos días.

— Oh.

— Cálmate. Seguro no pasó nada grave. Además, Chiyo-obāsama prometió un entrenamiento especial cuando llegáramos. Es mejor tarde que nunca; un dicho sabio.

— ¿Eso te lo dijo tu maestro mamá?

— Ugh, no. El podría ser apodado sabio cuantas veces quisiera pero de sabio no tiene absolutamente nada. —declaró Konan, su cara se torció.

Oh. Aún recuerda la vez de los vergonzosos trajes de sapo...

Ese bastardo...

— ¿Odias a tu maestro?

— No lo hago. Pero habrá alguna vez que alguien te enseñará algo o serás su aprendiz, y quizá sus métodos de aprendizaje no estén en buenos términos con tus principios. Pero la tolerancia también es una virtud. Recuerda eso. —aconsejó la amante del origami tomando de la mano a Sakura.

La roseta hizo un puchero.

— No quiero que me enseñe nadie perezoso. No me gustan las personas perezosas.

— Ah, hija. Entonces no te gusta más de media población mundial. —ironizó soltando una risita algo atontada.

— Hm... ¿Quizá...?

— Quizá.

Tras un ruidoso trago de agua, tomado por la menor, el dúo se sumió en un silencio confortable.

[ ... ]

— Lalalala... Rururu —canturreaba el Sannin.

— Cállate, Orochimaru. —ordenó Sasori, dentro de su marioneta.

— Oh. ¿De mal humor? ¿Aún no has encontrado tu gran belleza, Sasori-kun? ¿Por eso estás frustrado? ¿Acaso es frustración sex-

— Muchas preguntas juntas. —interrumpió el marionetista por poco y golpeando a Orochimaru en la nuca.

— ¡Casi! ¿Qué hubiera hecho yo si eso me golpeaba? Lalalala...

Sí.

El sepukku ya no le parecía tan mala idea al nativo de Suna.

Desde que el científico (entre grandes comillas) se dio cuenta sobre sus objetivos de ver a todas las personas a todos los lugares que iban lo único que hacía era molestar.

Y molestar aún más.

— Esa niña de cabello morado estaba linda, ¿acaso eso no llena tus expectativas?