Capítulo #18 (Elizabeth sabe que Julia es su hija)

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Ahora que Julia había regresado a la secundaria las cosas cambiaron, pues después de un tiempo, ya nadie más la veía extraño al darse cuenta de su gran sufrimiento con su novio, su madre y su enfermedad la cual le estaba ganando la batalle debilit...

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Ahora que Julia había regresado a la secundaria las cosas cambiaron, pues después de un tiempo, ya nadie más la veía extraño al darse cuenta de su gran sufrimiento con su novio, su madre y su enfermedad la cual le estaba ganando la batalle debilitándola día con día.

Yo la verdad era una mujer despreocupada por ese asunto al tener que pensar en otras cosas "más importantes" al atender a mi CUARTA hija, su nombre era "Sofía" y tenía 9 meses y 5 meses de nacida.

Ahora eran cinco flores a las que les di la vida:
Mariangel, Margarita, Amalia, Rebeca y ahora Sofía.

Eran mis cuatro flores más hermosas pues con mi primera hija creía que estaba muerta hasta que algo insólito pasó en nuestras vidas de pronto.

Una tarde como cualquiera, llegó un momento, otra vez en que choqué la mirada contra la de Ángela, pero esta vez ambas si hablamos de una vez por todas por fin teniendo el coraje para hacerlo después de años escondida.

Ángela quedó impactada cuando me vio de nuevo, pues para ella yo estaba muerta, pero esta vez pudimos charlar tranquilas, sin escapar o mentir acerca de nuestras vidas.

--¡Ay no, no otra vez!, ¡Es imposible esto que veo! --exclamó Ángela poniéndose pálida por completo al verme de nuevo.

--¡Ay no, no otra vez!, ¡Es imposible esto que veo! --exclamó Ángela poniéndose pálida por completo al verme de nuevo

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--Hey, tranquila, se que eres Ángela Carryth, ¿Verdad? --pregunté algo sonrojada sonriendo frente a ella.

--Sí, lo soy, dime por favor que no eres quien creo y eres.... ---dijo la pobre de Ángela muy sobresaltada casi sin poder respirar.

--Ok.... Se que sabes quien soy desde que me viste por primera vez, ¡Soy yo, ELIZABETH!, la chica a la que defendías y amabas a mi... A mi ahora angelito en el cielo. --dije algo triste saliéndoseme algunas lágrimas.

Justo ahí, Ángela me gritó desesperadamente que la chica que padecía de hemofilia era mi hija mayor a quien había creído perder, pues ella era Mariangel, mi niña consentida.

Desde luego me hice la sorda y me insultó mucho que me dijera eso, pues no creía ni una sola palabra de lo que le decía ya que eso era imposible.

--¡Eli mírame!, ¡Mariangel está VIVA como tú!, la bebé que tuviste en realidad jamás se fue de este mundo, ¡Mi alumna enferma de hemofilia lo es! --aseguró Ángela llorando de felicidad al poder hacer que nos reencontráramos.

--¿Qué disparates estás diciendo?, ¡No te creía capaz ehh Ángela!, ¿Qué no vez que me hieres desde lo más profundo de mi ser?, ¡Mentirosa! --exclamé llena de rabia explotando en lágrimas.

Por supuesto, Ángela insistía e insistía en que le hiciera caso, pues también creía que mi bebé se había muerto, hasta que recordé como esa noche había ignorado a bebé la cual había estado llorando, pues un último recuerdo me hizo llorar como nunca al de la nada descubrir que en realidad jamás me había percatado que fue lo que le pasó a mi princesa, pues fue a mi primero quien me había apuñalado y como estaba fingiendo teniendo los ojos cerrados no logré ver en realidad que había sido de mi dulce hija.

Justo ahí Ángela me volvió a mencionar que recordara los ojos turquesa esmeralda de mi hijita y los comparara ya que eran los mismos que tenía la chica llamada Julia, que en realidad era mi Mariangel, mi quinta hija, mi primogénita y mi primera luz.

--¡Escúchame Eli!, ¡Ella es Nanita! --seguía insistiendo Ángela al punto de llorar como loca mientras con sus manos apretaba su corazón.

Eso causó un gran impacto pues también vi y comprobé con mis propios ojos como esa chica protegida por Ángela, la que decía y era mi hija SI tenía los ojos claros como mi niña al verla pasar por casualidad frente a mi saludando como cualquier alumna y como también era HEMOFÍLICA como ella, mi pequeña bebé a quien creía muerta hace tantos años.

Eso causó un gran impacto pues también vi y comprobé con mis propios ojos como esa chica protegida por Ángela, la que decía y era mi hija SI tenía los ojos claros como mi niña al verla pasar por casualidad frente a mi saludando como cualquier alum...

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Ahí mismo me estalló a llorar, pues uní todas las piezas como mi fiel amiga Ángela me dijo y todas calzaban perfectamente, pero ahora, ¿Cómo le diríamos la verdad?

La felicidad que tenía en mi corazón era tanta que no podía contenerme de lo dichosa que era al poder tener la posibilidad de recuperar a mi bebé a quien tanto extrañaba corriendo tras ella sin medir las consecuencias de mis emociones reencontradas.

La felicidad que tenía en mi corazón era tanta que no podía contenerme de lo dichosa que era al poder tener la posibilidad de recuperar a mi bebé a quien tanto extrañaba corriendo tras ella sin medir las consecuencias de mis emociones reencontradas

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Estrellas Fugaces©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora