Capítulo #1 (Embarazo y celos)

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No podía decir que mi vida era perfecta porque sería una mentira espantosa, pero tampoco era mi derecho asegurar que era una pesadilla porque no lo era, o bueno, eso hasta que me casé por despecho e ilusión

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No podía decir que mi vida era perfecta porque sería una mentira espantosa, pero tampoco era mi derecho asegurar que era una pesadilla porque no lo era, o bueno, eso hasta que me casé por despecho e ilusión.

Mi nombre ya lo conocen, era Elizabeth Ray, la chica de veintitrés años que se enamoró de su mejor amigo... Lamentablemente por consecuencia de querer sentirme amada aunque solo fue por unos cortos meses después de mi boda en medio aguacero.

Paul fue mi mejor amigo desde el jardín de niños y siempre fuimos muy unidos, por esa razón quisimos intentar ser algo más que solo amigos pero las cosas no salieron nada bien.

Al casarnos los primeros días era el caballero que toda mujer se esperaba pero después cambió de la nada conmigo y me trataba peor que una ama doméstica y no era como que no nos conocíamos lo suficiente porque era mentira, ambos éramos sumamente cercanos y como amigos nos aconsejábamos el uno con el otro pero como dije.... Después de casarme mi castillo de cristal perfecto se vino abajo sobre mi misma.

Mi esposo y yo solo tuvimos intimidad una sola vez en nuestra luna de miel y después de ahí jamás me volvió a tocar bajo ninguna circunstancia y más bien me rechazaba de la manera más humillante posible dejándome  sin fuerzas suficientes para poder seguir adelante con ese gran error que solo llevaba DOS SEMANAS pero que ya no deseaba continuar bajo ninguna circunstancia, sin embargo, para mi esposo el separarse era visto como una ofensa hacia la sociedad, por lo tanto Elizabeth debía quedarse callada.

Paul después de maltratarme típicamente me pedía perdón de rodillas ofreciéndome miles de flores y chocolates aceptándolas con gusto las primeras veces de nuestras peleas jurándome ser el mejor hombre y dejar de lado su trabajo que parecía ser más importante que yo y solo una vez sin salir herida pude saber el porqué de su rechazo hacia mi pues Paul NO DESEABA SER PADRE NUNCA destrozándome el alma en mil pedazos pues era uno de mis mayores sueños convertirme en madre algún día pero parecía ser que eso a él le valía un bledo pisoteando mis ilusiones.

No obstante, Dios quería otra cosa para nosotros dos y milagrosamente en nuestra luna de miel logramos concebir a un HIJO y prontamente sería una mujer completa pues sería madre por primera vez alegrándome el alma como no tenían una idea y mi máxima ilusión era que al decirle a mi esposo sobre nuestro bebé sus pensamientos cambiaran y me comenzara a tratar más como a su pareja y no como a una sirvienta más de la casa.

Cuando por fin me animé a decirle sobre nuestro hijo su semblante cambió. De pronto su sonrisa egocéntrica se apagó y sus ojos parecían penetrarse por mi corazón dándome a entender que sus pensamientos jamás cambiarían a pesar de que nuestro bebé llegaría pronto.

--Am, Paul, mi amor, debo decirte algo. --dije un poco nerviosa temblando de pies a cabeza.

--¿Qué quieres ahora mujer?, ¿Qué no vez que quiero ver el partido de fútbol? --preguntó Paul fríamente sobre uno de los sofá de nuestra casa con siete latas de cerveza.

Estrellas Fugaces©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora