Después de nueve largos y pesados meses llegó la tan esperada bebé de mi preciosa hija Julia, no podía explicar cómo era de hermosa pues aunque aún Julia NO sabía nada de mis dudas respecto a nuestra relación la podía ayudar con su hija al ser una estudiante; los ojos de la bebé eran como los de su madre Julia y los míos y ni hablar de sus manitas y pies pues como los de ella eran suaves como el algodón.
Ella le colocó el nombre de "Alison", un muy lindo nombre el cual siempre le había gustado siendo acompañada por Ángela quien se había apegado a ella como su nana sin que lo supiera al estar en peligro si se enteraba, de paso, también me acerqué a según ella SIN decirle mis pensamientos sobre nuestra consanguinidad pero, al querer entrar al cubículo donde estaba NO pude, pues para todos era una completa extraña que no pasaba de ser solo una "simple profesora más".
Julia estaba muy ansiosa esperando a que le trajeran a su hijita, pues en realidad no la había visto aún al tener una cesárea de seis horas, un proceso que se complicó por su enfermedad sanguínea y su maldito coágulo en el cerebro.
A escondidas, ingresé al hospital, y logré entrar a la habitación donde estaba Julia, mi preciosa hija a quien tanto deseé poder volver a ver para así confirmar las sospechas de Ángela.
Desde luego, Julia se asustó mucho al verme entrar a hurtadillas, pues no era profesora de ella y había entrado a escondidas como tratando de hacerle daño.
--¿Qué?, ¡Ohhhh!, ¿Quién es usted?, ¿Cómo entró?, ¡Seg... --decía Julia desesperadamente tratando de gritar al verse en peligro conmigo de su lado.
--¡Shhh no grites preciosa!, tranquila, soy tu... Soy.... ¡Ay perdóname, me alteré! --exclamé con cientos de nudos atorados en la garganta pues pude reconocer perfectamente los ojos llorosos de mi bebé.
En ese momento y sin pensarlo dos veces le sonreí dulcemente a Julia siendo correspondida por ella inconscientemente y efectivamente como había dicho Ángela los ojos de Julia eran los de mi pedazito de cielo a la cual creí perder hacía ya muchos años atrás.
Justo cuando por fin estaba por fin reconectándome con mi hija, una enfermera entrometida ingresó a dejarle la bebé a su madre y cuando me vio al lado de Julia comenzó a gritar, pues era una desconocida posiblemente enemiga o asesina suelta.
--¡Aaaaaah!, ¡Seguridaaaaaaaaaaaaaad! --exclamó una enfermera de pronto colocando a la bebé (muy pequeña con bajo peso) en un cunero bajo seguridad mientras me alejaba de Julia y hacía que la pobre bebecita llorara de miedo y frío en aquella habitación.
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Estrellas Fugaces©
Roman pour AdolescentsNada en la vida es fácil o difícil, todo depende de qué tanto se desea brillar en media oscuridad. Cada uno de nosotros somos una estrella fugaz que atraviesa los cielos nocturnos cada noche, y que, por desgracia en algún momento llegamos a hacernos...