Lo que tenía que ser, fue...

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Potter saltó sobre Josh y lo abrazó.

-¡Siiiiiiiiiii, si quiero, si quiero, si quiero! –Exclamó Potter mientras colgaba del cuello de Josh y éste le daba vueltas en el aire, mientras reía feliz.

-¿Qué te parece si nos casamos en un mes? Quiero que seas lo último que vea al dormir y lo primero que vea al despertar, mi choco hermosa.

-Por mi igual si es mañana o en un mes, pero supongo que las chicas querrán organizar algo, Dharma con la ropa, Irish con la comida y Tai con toda la logística.

-Yo solo quiero que sea lo más pronto posible.

-Así será, amor, así será.

-Lo anunciaremos en la cena de acción de gracias, ¿Qué dices?

-¡Perfecto!

-Me muero por verle las caras a todos.

-Yo quiero ver la cara que pondrán mis amigas, se que Tai abrirá los ojos desmesuradamente, Irish tratará de convencerme de que hay otras formas de estar con alguien y Dharma… -Dudó un poco –Dharma puede que se una a las reacciones de Irish y Tai, como puede que le surja la vena romántica y se ponga más frenética que yo.

Potts rió y Josh la miró serio.

-¿Estás segura que te quieres casar conmigo?

-Josh, por mucho tiempo he visto a mis amigas tristes porque alguna relación no les funcionó, por ejemplo, Tai estuvo años de novia con un imbécil que no la merecía, Irish estuvo años también aguantando desplantes del hijo de su madre indeciso que tenía por novio, Dharma dejó a su novio de toda la vida por su trabajo. –Sonrió un poco –Lo que quiero decir es que el tiempo que una pareja tenga juntos no garantiza su éxito, por eso estoy dispuesta a casarme contigo pasado tan poco tiempo, porque sé que eres un buen hombre, si no Irish no te hubiese dejado acercarte, Tai te hubiese dado caza y Dharma te habría perseguido por el resto de tus días. Tengo buenas amigas, ¿sabes? Ellas te harían pedazos si me haces daño… ¿Comprendes ahora por qué estoy tan tranquila con mi decisión?

-Dios, ahora quien tiene miedo soy yo… -Rió fuerte y la abrazó –Te juro que voy a hacerte feliz por lo que me quede de vida. Eso no es una promesa, señorita, es una amenaza.

Ambos rieron y se recostaron el uno al otro, pensativos, pero sonrientes.

*****

 Tai estaba decidida a dejarle clara unas cuantas cosas a Dave.

«Por eso y solo por eso saldré hoy con él» Eso se dijo a sí misma para justificar que después que la trató como “cualquier cosa” por teléfono, ella aún saldría con él.

Esa tarde luego de una ardua y agotadora jornada de trabajo, Tai llegó al departamento, se dio una merecida y larga ducha relajante, escogió un vestido negro corto con el que se vistió, se maquilló un poco y se perfumó. Al terminar el ritual y puntualmente a las ocho sonó el timbre, anunciando que Dave, alias el reloj suizo como lo bautizó Tai en ese momento, había llegado.

Tomó su cartera y abrió la puerta del departamento, allí estaba el apuesto hombre al que había botado de ese mismo departamento, el mismo que la había llamado esa tarde tratándola tan fría y distantemente como era posible entre dos personas que habían pasado la última semana pegados el uno al otro, como corronchos en una pecera, cortejándose, conociéndose, comenzando a gustarse de más e incluso a quererse.

Fueron a un elegante restaurant gourmet, Dave no le preguntó que quería, simplemente escogió por los dos. Eso molestó un poco más a Tai. Pidió Carpaccio de lomito como entrada,  medallones de lomito bañados en salsa de maracuyá como plato fuerte, acompañado con un rioja del 67 y como postre crème brûlée, todo en raciones dobles, para ambos. Ella no dudaba de que todo fuera riquísimo, pero le molestaba que no hubiese tenido en cuenta su opinión.

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