Tai yacía entre los grandes brazos del actor, estaba amaneciendo y se sentía extrañamente feliz, como un tipo de felicidad que nunca antes había experimentado... Era como si todo estuviese al fin en su lugar, como si su vida fuese un puzzle y al fin había logrado poner todas las piezas en su lugar.
De alguna forma eso le daba un miedo terrible, pero le hacía sentir como cuando terminaba un caso y lograba resolver todas las incógnitas.
Lo bueno de ser una agente secreta de seguridad informática, además de tener acceso a casi todos lados desde la computadora, era que su vida nunca se veía expuesta y a pesar de parecer falto de aventura, era muy excitante. Sobre todo cuando lograbas resolver un caso y el cerebro se contonea dentro de la cabeza, haciendo saber lo sexy que es con toda esa información como cuerpo y con la mirada llena de la picardía de los detalles y el deseo por resolver misterios e imposibles.
Bueno, al menos esa era su propia forma de imaginarse su cerebro, una que por supuesto la hacía sonreír.
-Buenos días agente, me gustaría que revisara mi caso -Saludó Dave con mirada somnolienta, cargada de profundidad y deseo.
Tai se estremeció y le sonrió.
-¿Cual es su caso, Sr. Thomas? -Dijo la chica con voz ronca.
-He sido robado agente, alguien ha robado los códigos de acceso a mi corazón y se ha apoderado de mi dico duro, cambiando la información que contenía con pensamientos románticos. Ahora de alguna manera mi sistema solo registra un enamoramiento loco, es un virus letal, agente. Hace que me comporte de forma errática. ¿Puede averiguar usted quién ha hackeado mi sistema? -Dave hablaba con esa voz suya tan particular, esa que te hace pensar en querer ser poseída por él de todas las formas posibles.
-Su caso es muy común, señor Thomas. Puedo resolverlo con los ojos cerrados.
-¿Le han dicho alguna vez que tiene el cerebro más sexy de todos los tiempos?
Deje de piropearme, señor Thomas, o también terminaré yo infectada con su virus de amor.
-Oh, pero es que ese es mi propósito en la vida, agente Hiddles.
La cara de la agente enrojeció hasta parecer un tizón, su sonrisa abarcaba toda su cara.
Era simple y sencillamente feliz.
*******
Esa mañana Dharma había despertado sobre el pecho de Alex, con la mano de éste acariciándole la espalda y sus eléctricos ojos mirándola sonriente.
-Buenos días, gatita –Dijo Alex besando su frente.
-Buenos días –Ronroneó Dharma.
-He estado pensando desde que me desperté y quiero pedirte algo… -Dijo el empresario hotelero.
-Lo que tú quieras, cariño, respondió la chica melosa.
-Quiero que dejes de trabajar, así puedes acompañarme siempre a mis viajes de trabajo, a los eventos y estar disponible siempre para mí –Alex sonreía, mientras Dharma perdía su sonrisa quedando totalmente seria.
-¿Hablas en serio? –Inquirió la chica.
-Por supuesto… ¿Por qué?
-He dejado mi casa, mi pueblo, mis amigos, el que fue mi novio de toda la vida y mi primer amor, he dejado mi vida e incluso el alma por mi trabajo, amo lo que hago, es mi pasión y mi sueño, vivo por lo que hago, por mi profesión. He luchado como nadie para ser respetada en un mundo donde las mujeres no son tomadas en serio como profesionales. Y justo ahora siento que eres tu quien no me está tomando en serio.
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Somos las Bookwhores
Roman d'amourIrish Thomas-Zimmerman es una lectora compulsiva, suele enamorarse perdidamente de los personajes de los libros que lee. Un día conoce un grupo de mujeres, un grupo en el que cae casi por casualidad, aunque ella piensa que todo es obra del destino...