Con la mandíbula en el piso.

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Aún no amanecía cuando Irish bajó al parque cercano al edificio a trotar, necesitaba quemar algo de su excesiva energía. De regreso, se detuvo en el mini mercadito que se instalaba todas las mañanas frente al edificio donde ella vivía.

Ahí encontraba las frutas y legumbres más frescas de toda la ciudad. Ese era su rincón, ahí era tan feliz como una niña en una dulcería, aunque ella también sería feliz allí.

Compró las cosas que necesitaba y subió a preparar el desayuno y alistarse para trabajar.

Preparó huevos revueltos con trocitos jamón, tocineta, tomate y cebollín, jugo de melón, café, panes tostados y untados con mantequilla de ajo. Un desayuno de campeonas.

Al sentir el delicioso olor del desayuno, las chicas se levantaron como zombis, sintiendo como la saliva se espesaba y hacía un charco dentro de sus bocas. Estaban hambrientas y el olor no ayudaba a calmar sus ansias.

Dharma tenía una resaca de otro mundo, sentía que tenía una taladradora de asfalto en la cabeza.

Desayunaron y luego partieron, cada una, a sus detinos laborales.

Hacia el mediodía Dharma recibió una llamada de Alex

"-Eres más acosador que Gideon Cross, ¿sabías? –Dijo molesta a manera de saludo

-Hola Gatita, ¿por qué tan malhumorada? –Saludó Alex

-Tengo la resaca de la vida, la muerte y la resurrección.

-Estoy cerca de tu trabajo, en diez minutos estoy en la planta baja. No me hagas esperar allí, ¿vale"

Alex hablaba con un tono demandante.

Dharma bufó y Alex cortó la llamada sin esperar respuesta.

Diez minutos después le indicaban a Dharma que había alguien esperándola en el lobby del canal. Dharma bajó y se encontró a Alex con un vaso en la mano.

Al acercarse, la atrajo hacia si y la besó con ímpetu, dejándola más mareada de lo que ya estaba por la terrible resaca que tenía. Se separó de ella y le tendió el vaso que llevaba en la mano.

-Tómatelo todo. Es para tu resaca.

-¿A qué viniste?

-Tenía ganas de besarte, además aproveché para traerte algo que te hará volver a la vida, tienes la cara más pálida que la mona lisa.

-¡Oye! –Le golpeó en el hombro –Gracias, supongo…

Alex soltó una carcajada y se fue dejando a Dharma parada en el medio del lobby.

En la oficina de inteligencia informática de la unidad de fraudes informáticos, Tai se encontraba en una acalorada discusión sobre un caso en el que le habían pedido colaboración.

Su teléfono vibraba sin parar en su bolsillo, pero ella no se daba cuenta de tan metida, como estaba, en la discusión. Su profesión realmente le apasionaba.

Uno de los agentes pidió un receso para fumar, tomarse un café y aclararse las ideas, todos estuvieron de acuerdo.

Al fin, Tai sintió su teléfono y esta vez lo contestó sin mirar quién llamaba.

Una voz profunda la envolvió, llenándola de calor y escalofríos.

Era Dave.

"-Hola, ¿qué harás esta noche?

-¿Te decidiste a actuar como la gente adulta que sale con otros adultos?

-Me decidí a actuar contigo como normalmente haría con cualquier otra.

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