Mi gran secreto-Harry Styles y tu-Editando.

-"Eres mía, solamente mía"-

                                                               Capitulo 37

-¿Y?.-Preguntó entusiasmad la castaña, desde el otro lado. Me miré una vez más en el espejo, mierda, parecía cualquier cosa. Bufé y caminé hasta la cortina, la corrí y Emma me miró de arriba hacia abajo. Mordió su labio para no reír.

-¡No te rías!.-Comenté, exasperada.-Lo siento… no quise gritarte.-Despeine mi cabello y posé las manos en mi rostro.

-No te preocupes.-Comentó, tranquila.-Iré a buscarte vestidos.-Dijo, antes de irse.

Caminé hasta el banquito que había dentro del probador y me senté sobre él. Desordené nuevamente mi cabello y bufe, mi mente estaba funcionando realmente mal. Tenía un nudo en mi garganta y las ganas de gritarle a Harry se apoderaban de mi a cada segundo, pero…¿Qué caso tenía gritarle? ¿De qué me servía? Bueno… podía desahogarme un poco, pero a decir verdad aunque le gritara él no iba suspender la boda y eso, ya lo tenía bien claro. Suspiré y miré impaciente en teléfono, ¿Por qué no llamaba aun? Tenía a mi hija desde ayer en la noche y necesitaba verla. Por lo que me había dicho la rubia oxigenada, quería comprarle un vestido realmente hermoso ya que ella llevaría los anillos. ¿Por qué no podía comprarle yo el vestido? No veía nada de malo, no tenía tan mal gusto, aunque ahora con la mente tan nublada hasta un perro sabía vestirse mejor que yo. Escuché como tosían falsamente y destapé mi rostro, allí se encontraba Emma, con una amplia sonrisa en su rostro. Miré su mano, traía al menos unos cinco vestidos que, a primera vista no parecían ser de mi estilo.

-Emma….-Comencé a decir, pero ella me interrumpió.

-Emma nada, te probaras los vestidos o te los pondré a la fuerza.-Las dos reímos y ella me entregó los vestidos.-Te quiero en menos de diez segundos fuera del probador mostrándome uno, ¿Entendido?.-Peguntó, sonriente.

-Claro, te mostraré el que más me convenza-Comenté con una sonrisa de lado, ésta asintió y salió para luego cerrar la cortina. Suspiré aliviada y posé la mirada en los vestidos.

Comencé  por el primero que había sobre el banco, era color verde agua claro, sin mangas, con escote en forma de corazón y pegado al cuerpo. Odiaba como me quedaba, parecía…. Parecía… una prostituta, por así decirlo. Reí ante aquella ocurrencia y deje el vestido a un lado. Tomé el otro, era color rosa viejo con algunas rayas negras, algo corto, falda inflada y con escote, demasiado para mi gusto. No me disgustaba como me quedaba, pero odiaba el color y aun más el escote. Lo dejé a un lado, junto al otro y tomé el que seguía.

¿Y?.-Preguntó Emma, impaciente.

-Con uno parezco una prostituta.-Comenté y pude escuchar las risas de mi castaña amiga.

-¿Y con el otro?.-Preguntó, divertida.

-Me gusta cómo me queda, pero…-Me interrumpió.

-¿Pareces una prostituta?.-Preguntó y largué una estruendosa carcajada, ella me siguió.

-No, odio el escote y el color.-Comenté, ella suspiró.

-¿Te has probado otro?.-Preguntó.

-Nop.-Contesté.-Luego te aviso.-Comenté mientras me ponía el otro vestido.

Era color rosa piel, simple, ajustado en la cintura. Me gustaba y mucho, sonreí contenta y caminé hasta la cortina, la corrí y Emma me miró, sonriendo divertida.

-Sabía que te gustaría ese.-Comentó, entre risas.-Pero ese no cuenta, es una boda y tienes que ir bien vestida.-Siguió y bufé para luego entrar nuevamente y tomar otro vestido. Era plateado, pegado al cuerpo y mangas largas. Fruncí mi ceño, lo que menos quería parecer era una de esas bolas que había en los boliches. Me lo saqué rápidamente y miré el otro, color beige, no era demasiado largo, pero tampoco muy corto, Sonreí, amaba que en la parte del escote fuera en forma de corazón y entre medio de este (en el espacio que queda en el escote) tuviera un moño, tapando. Caminé nuevamente hacia las cortinas y las corrí, mi amiga me miró y sonrió satisfecha.