Capítulo 2

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*capitulo editado*

Capítulo 2:

Salgo de ese horrible lugar, en el que ahora vivo. Y por primera vez en tres años, veo la hermosa luna libre, ni rejas, ni más rejas, solo ella y yo frente a frente. Creo que jamás en mi vida había disfrutado tanto la luna, ni tampoco había admirado su gran belleza.

Inspiro profundamente.

¡Por fin aire puro!

Me miro y las ganas de llorar me inunda de nuevo mi pecho, aprieta, duele, arde, este nudo en la garganta que quema en cada respiro hace que mi respiración sea dificultosa.

Inhalo y exhalo. Una y otra vez. Y otra vez. No quería morir, aun no. Mi esperanza debía seguir intacta. Debía poder algún día escapar. Después de todo, era lo que me había mantenido viva hasta el momento.

Comienzo a caminar, y me detengo. El reflejo de una chapa sobre una de las paredes, me devuelve a otra chica muy distinta a lo que había sido antes de llegar, mi pelo había crecido unos cuantos centímetros, mi cuerpo había madurado, mi rostro revelaba infelicidad miraras, por donde lo miraras, incluso con esa ropa, y ese maquillaje parecía de muchos años más. Simplemente me veía, y me sentía, total, y completamente otra persona.

¡POR DIOS! esa no era yo.

Seco una lagrima que se me acaba de escapar. Debo ser fuerte, me obligue a repetirme.

Mido el vestido con la mano, y a duras a penas tapa mi trasero, intento bajarlo para cubrirme más, pero luego me arrepiento, y me subo el escote, no tenía escapatoria.

¡Maldito!

—Señorita, la limusina la espera por aquí— me sobresalto, esa voz sale de la nada, un hombre delgado con uniforme, me mira esperándome pacientemente, lo miro y alzo una ceja, en serio ¿Limusina? pero aun así dejo que me guie. Cuando llego a esta, mi boca llega al piso de lo abierta que esta, es sorprendente, lujosa, muy negra, y muy brillante. En la puerta hay un hombre gigante, y demasiado musculoso.

Me abre amablemente la puerta, y entro al automóvil peleando con mi estúpido vestido, él se ríe.

¡IDIOTA!

Me senté, acomode mi vestido, y el hombre gigante entro, acomodándose a mi lado, me corro exageradamente dejando en claro que no deseaba estar allí, pegándome a la puerta del otro extremo.

—Eres muy graciosa chica— rompe el silencio, lo miró fijamente, necesitaba saber si esto era broma. Y levanto una ceja.

—Sabes, a mi nada de esto me parece gracioso— me cruce de brazos, para parecer confiada, pero por dentro estaba temblando de miedo.

—Lo siento, no quise ofenderte—me sonrió. Si quería comprarme, nada le iba a funcionar, solo quería volver a mi antigua vida, a mi casa.

No dije nada, solo miré a mis manos, que se encontraban unidas encima de mi regazo.

—Tranquila señorita, el Señor Walk es bueno, no hará nada que no quiera— Eso consiguió llamar mi atención, él no era "el hombre". Al ver mi cara de confusión sonrió.

—Yo no soy quien pidió su servicio señorita, yo solo trabajo para él— aclaro unas de mis dudas, aunque lo que dijo me molesto, pero quedaba otra duda dando vuelta por mi cabeza. ¿Porque no había venido él?

—El señor Walk tuvo que ir urgente a atender unos asuntos de su empresa, pero va a estar esperándola en su casa— ¿Acaso este hombre leía mente? conforme a toda la información brindada asentí, disimuladamente me quite los odiosos e incómodos zapatos. Los dejes a un lado, y lo mire, estaba sonriendo. Parecía que a él todo le daba gracia.

MUDA (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora