Capitulo 4

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El me miraba expectante, y paciente, sobre todo paciente, no creo que jamas entienda lo que pasaba por mi cabeza, ni mucho menos lo que sentía, pero con su mirada me brindaba paz y tranquilidad, e incluso sentí que con la mirada me prometía que todo iba a estar bien, y me sentí bien, como hacia tiempo que no me sentía.


Y no lo entendía, no entendía el porqué, no me entraba en la cabeza el porque de la confianza que podía tener con el, pero no podía evitarlo, el me trasmitía eso, y estaba tan necesitada que no me importaba si luego iba a tener repercusión, porque si se enteraba Erwin estaba muerta, pero no me importaba nada y ya no lo iba a evitar necesitaba desahogarme. Un poco al menos.

Suspire profundamente, y comencé hablar


—hace 3 años más o menos, venía a Disney World con 3 amigas a festejar nuestros 15 años, al llegar era todo tan emocionante, era un sueño hecho realidad, pero no veníamos solo nosotras 3, éramos un grupo enorme de quinceañeras, era un tour—.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al recordarlo todo tan de golpe, había estado todo ese tiempo guardándolo en lo más profundo de mi alma, que al ver pasar nuevamente esas imágenes por mi cabeza, sentí como el mundo se venia encima y comencé a tiritar, Azael tomo mi mano para tranquilizarme, y apoyarme, mire nuestras manos juntas, lo mire a él y le sonreí en agradecimiento.

Cerre mis ojos y continué.

—Hola me llamó Spencer Millar, y seré su coordinadora—, se presentó cuando nos dirigimos a ella por el cartel que portaba en su mano "coordinadora del tour Disney World 15 2016 New Adventures", comenzó a caminar y nosotras las seguimos sin pestañear, charlado, chillando, sacando fotos, y llevando nuestros respectivos bolsos.
—Síganme chicas- dijo la coordinadora —no se separen del grupo— Todas íbamos embelesadas mirando a nuestro alrededor, era todo tan perfecto. 

Deje escapar un suspiro. 

Al llegar a la furgoneta, fue cuando comenzó a ir todo de mal en peor. Nos ofrecieron jugos a todas, con unos sándwich, a lo que lo comimos con mucha ansias, que por lo menos de mi parte moría de hambre, y al pesar no era la única, ya que en unos minutos no quedaba nada.
Mirando el paisaje mi mundo se apagó, no me di cuenta en que momento fue , pero cuando me quise dar cuenta estaba en un maletero de un auto, atada de pies y manos. 

Intente escapar, especialmente cuando llegamos al lugar que supuesta mente debían llevarme, pero me cogieron con facilidad, poniéndome una bolsa de tela negra en la cabeza, impidiéndome ver a dónde me dirigían, solo pataleaba y gritaba a todo pulmón, queriendo que me soltaran, amenazándolos a muerte, pero mis amenazas no sirvieron de nada. Solo me tiraron como si de un costal de papas tratasen, sintiendo al instante un dolor recorrerme desde donde fue el impacto hacia el resto del cuerpo, escuche que cerraron la puerta de la habitación y el frío se instaló en mis huesos, comencé a tiritar de frío, y me senté, como pude, necesitaba hacer algo para salir de ahí, por lo menos me debía intentarlo, hice lo más difícil, pasar mis manos maniatadas en mi espalda y con mucha dificultad y con muchísimo dolor, logre pasar mis manos por debajo de mi trasero hacia adelante, sin poder evitar que mis manos se lastimen en el proceso dejadome cicatrices <<acaricio mi muñeca azael, justo donde estaban mis cicatrices>>, descanse unos minutos intentando recomponerme, quite la bolsa horrible de mi cabeza, pero fue en vano la oscuridad invadía cada partícula del lugar, ni una pizca de luz, no había ni una mini ventana para mirar afuera, me desate las cuerdas que tenía en los pies, llorando de frustración, no entendía nada que pasaba, no sabia, o no quería entender que pasaba, y lo que les había pasado a mis compañeras de viajes.
Me tuvieron cautiva así por una semana, y solamente lo sabía por las siete comidas que me dieron, suponiendo al mediodía.

 Esa era mi única orientación del día, y esos fueron los días más horrible de mi vida, nunca antes había tenido tanta hambre y sed, y sin mencionar la soledad.
Solo lloraba, dormía, y comía cuando traían esa horrible comida. 
Y al séptimo día, luego de unas horas después de haber  "almorzado" se abrió la puerta de par en par, dejando entrar una débil luz, mis ojos les costaron unos cuantos minutos acostumbrarse, cuando una vez más inundó la oscuridad, había colocado de nuevo esa horrible tela en mi cabeza, impidiéndome ver. Me colocaron unos precintos que lastimaron aun mas mis muñecas y me alzaron nuevamente, sin saber a dónde me iban a dirigir.
No llore, ni mucho menos hice un escándalo intentado escapar, apenas tenía fuerza de respirar.

Al llegar me bajo me desato y me quito la tela negra, fue todo tan repentino que caí de rodillas tapando mis ojos la luz me lastimó, cuando pude acostumbrarme, mire hacia arriba. Había un hombre de uno treinta y tantos años y una mujer de unos cincuenta mirándome con lastima.
La puerta se abrió de repente, mire sobresaltada una nueva persona entraba en escena.
—pero que le han hecho—gruñó, corrió hacia a mí y me levanto de un tirón, sin ninguna delicadeza.
Me miré y me dieron ganas de llorar, mi cuerpo estaba completamente sucio, mis muñecas sangraban y tenían unas horribles cicatrices, y mis pies estaban marcados, y con sangre seca, mis brazos y piernas tenían cardenales. Y no quería imaginarme cómo debía tener mi rostro.
—ella está aquí para que trabaje— un nudo se formó en la boca de mi estómago, y sentí como se me helaba la sangre—y así como la dejaron, va a costar tiempo para que se recupere, y eso es pérdida de dinero.Bufo frutado—no saben hacer nada bien, estos inútiles de mierda— gritaba. Comenzó a caminar furioso de un lado a otro— carajo—gritó haciendo que me sobresalte por una bandeja que había volado— no hacen nada bien— se dio media vuelta saliendo de la sala dando un enorme portazo.

Me revisaron, me curaron y me llevaron a una habitación, ahora mi habitación.

La 312

Pero cuando ya había comenzado a recuperarme, comencé a alterarme no quería acostarme con nadie, no con desconocido, mucho menos por dinero. No quería perder mi virginidad así, yo siempre soñaba que me entregaba por amor verdadero, como en los libros que tanto me gustan leer. No ayudaban mis pesadillas, y aún no había encontrado la forma de escapar.

Mi inútil cuerpo débil no lo me permitía.

—sígueme— había llegado mi momento, pero yo ya tenía un plan, o algo así. Lo seguí y cuando indicó que era lo que debía de ponerme esa noche, le entregue con mucho miedo una nota. Explicando que yo no tenía un gran cuerpo como las demás de ese lugar, que era muy cierto, si tan solo tenia 15 años, aun me estaba desarrollando, y era muy inocente para mi edad, y que no le iba a ser de tanto provecho, también le dije que yo era un boxeador, no experta pero que había estado en torneo y había salido campeona en mi ciudad, yo le podría hacer ganar dinero de esa forma. 

Le suplicaba en la nota que lo intentara, que me probará y si le parecía lo suficiente buena para él, que haría eso y jamás de prostituta, y si no aceptaba no me iba a tener más remedio a ser lo que menos quería en el mundo.
Le mostré, le gustó, y ganó muchísimo más dinero, como nunca antes. Él estaba contento conmigo, porque se hizo famoso el lugar, y lo ascendió su jefe.
Y solo puedo pensar cada dia al despertar que uno de esos días podía salir de ese horrible lugar.>>


Volví a la realidad, una realidad que ya no me gustaba, había llegado la hora, la hora de prostituta. 

Me levanté del sillón, separando nuestras manos y sintiéndome vacía, otra vez sola contra el mundo, y lo mire.

— basta de tantas vueltas, dime que hago y lo haré—agaché mi rostro avergonzada profundamente. Ya tenia 18 pero el sexo era una área aun desconocido para mi.

 Se puso de pie, y se encaminó a la puerta de salida del dormitorio.
—No tienes que hacer nada—susurró a mis espaldas dejándome estática en el lugar,  sin entender nada.

—en la cómoda hay camisetas mía para que duermas más cómoda, mañana vendré a las diez para llevarte a ese sitio. Buenas noches—así sin más, sin mirarme, dándome siempre la espalda, sin repuesta de parte mía, se fue cerrando la puerta tras de sí.

Y con una yo muy confundida.

Pero no podía negarlo, estaba completamente aliviada.

Una buena al fin.

Me quite el vestido, el corpiño, y me coloque una remera negra de él.

Olía jodida mente bien, olía a él.

Y con su olor y en una cómoda cama me dormí profundamente,  y esta vez sin ninguna pesadilla que me atormente, y se lo debía a él.

Al extraño hombre que me hizo sentir como no me había sentido hacia tanto tiempo.

Y su nombre era Azael. 

MUDA (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora