Capitulo XI - El Juicio de los Dioses

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Ambos jóvenes guardaron un silencio abrumador y observaron la llama de la fogata sin expresar una sola palabra.  En cuanto antes se alistaron para dormir, prepararon un pequeño refugio y se retiraron para pasar la noche.

Lanidar se encontraba desolado en búsqueda de la verdad con el propósito de hallar las llaves por su propio sendero, su corazón se encontraba decidido en encontrar su origen y su verdadera misión, quería entender ¿porque el ataque?¿quien lo había mandado?¿porque su padre había sido corrompido?¿porque se había hecho pasar por su abuelo?. Su maestro había seguido sus pasos tras la rotación de la Luna y las estrellas.

Defraudado tras las duras verdades que había negado aceptar, pasando por múltiples golpes en su búsqueda, arrepentido por ser un terco ante sus semejantes y un ignorante ante su maestro, clavo su espada en la arena con rabia mientras terminaba en llanto, grito con impotencia a los cielos oscuros desesperanzado de si mismo, miro los rayos luminosos recorrer las nubes indigno de conllevar dicha responsabilidad como «Guardián de la naturaleza y el pasado».

—Madre ¿porque has otorgado tu luz a tu peor hijo? —Cuestiono Lanidar con indignación.

En esos momentos un rayo cayo frente a el y se mostró una mujer vestida entre la seda blanca y el oro, joven y hermosa. Lanidar se encontraba anonadado ante la resplandeciente belleza de la mujer.  

—¿Que buscas de mi? no me lleves contigo, aun no estoy listo —Suplico Lanidar mientras cubría sus ojos tratando de no mirarla de frente, retorciéndose en la arena.

—Hijo mio, soy yo Kundalini, tu madre, me has invocado sobre la vida de tu renacer y la muerte de tus demonios —Explico Kundalini al joven.

—Dime ¿quien es mi verdadera madre y donde esta mi padre? —Interrogo Lanidar a la mujer.

—Eso lo sabrás cuando estés preparado —Afirmo Kundalini mientras alzaba sus brazos a sus lados, liberando una onda de luz.

La onda golpeo contra la arena y el joven, despertando el portal dormido. La arena se levanto, creando una fina capa de la misma, el portal arrastro al joven hacia su interior, cruzando la brecha entre el tiempo presente al pasado. Se deslizo y rodó sobre arena cósmica de polvo estelar, observo en el cielo un gran vórtice envuelto de colores resplandecientes. Fue arrastrado hasta el centro del mismo hasta ser cegado por su luz. Cayo entre nubes, se sumergió entre las profundidades de los mares, su cuerpo giro del frente hasta girarse por si mismo, envolviéndose entre burbujas, viendo a través de ellas múltiples fragmentos de su vida, de principio a fin como si fuesen una película.

Trato de nadar hacia la superficie, sin embargo era demasiado tarde, su cuerpo era arrastrado por las profundidades del mar. Un barco se aproximo a donde se encontraba, un joven se arrojo al mar con el propósito de ayudarlo con una luz resplandeciente como un sol, cabellos como la corteza de los arboles y tan suave como la seda, una piel bronceada y tan limpia como los aires del nuevo amanecer, nado hacia el con sus brazos fuertes y robustos. Lanidar no podía nadar a el por una extraña razón, sus pies y manos habían perdido movilidad, la impotencia por vivir lo invadió, pero todo era en vano. Su visión se volvía mas borrosa y oscura mediante mas trataba de respirar.

Observo su vida pasar del fin hasta el principio mediante sus ojos iban cerrándose, sus errores y actos de bondad, sus familiares, el fuego invadir el castillo de sus padres, la huida con el en los brazos de su padre en una carroza, su madre no había alcanzado la carroza, quedando solitaria entre los caminos empedrados del mismo, los demonios buscaban de el, su padre lo protegió en su infancia hasta su ultimo momento de oscuridad. Buscaba los libros para derrocar a la misma y poder regresar a su vida normal tras la herida de la bruja mayor, entregándose en la exhausta búsqueda de los libros para el bien de su hijo y su futuro.

Luciel y el regreso de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora