Capitulo XIV - Entre las montañas

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Pasaron los minutos y el joven parecía no subir, algo había ocurrido haya abajo. Dejo a cargo el mando a Milthar, asomo su cabeza hacia las afueras y al ver al joven postrado sobre el lago de azufre de rodillas con la mirada baja se dispuso a bajar mediante la cuerda oscura sin llegar a la lava. Enredo sus pies sobre la soga y trato de informar al joven de su retirada, sin embargo este le había ignorado, pues no se había percatado de la cercanía de los mismos.

—Suficiente, quiero que me digan ¿que le esta pasando a su hermano? —Interrogo el pescador a los dos infantes con preocupación.

—El gran águila real esta pasando por su renacer, ya viejo se halla con sus recuerdos, ya débil se halla con sus miedos, debe romper su pico para predicar un nuevo verbo, debe arrancar sus garras para ser mas fuerte y debe arrancar sus plumas de la piel para volver a volar —Explicaron ambas voces al mismo tiempo.

—¿Como que renacer? —Pregunto con miedo mientras sus ojos se dilataban y su vos se llenaba de nervios.

—El soldado del sol se halla sin fuerzas, el gran eclipse ha comenzado desde milenios, solo falta la caída del ángel eterno para que las sombras engullan a la humanidad —Advirtieron sin miedo al pescador mientras sus ojos negros se tornaban rojizos hasta reflejar un escenario envuelto en llamas y humo.

—¡Rufinicus! —Le grito el joven al alíen mientras este observaba la figura de su compañero sin hacer un movimiento. 

Este se giro y observo en los ojos de ambos infantes una bestia aproximarse hacia ellos con gran velocidad. En cuanto antes corrió despavorido hacia el mando e hizo a un lado a la joven, activo todos los controles y encendió los propulsores para alejarse del lugar mientras cargaba los cañones. Le dio media vuelta al lugar hasta darle la espalda al ser oscuro, pensó en dispararle en sus alas arrugadas y envueltas de colmillos punzantes, pero antes de disparar, esta bajo a las profundidades del infierno en dirección al lago de azufre.

—A Luciel no te le vas a acercar bestia inmunda —Refunfuño Rufinicus con coraje mientras apuntaba a la parte baja del lomo de la criatura.

Esta al escuchar y sentir las larvas del soldado se giro con bravura, dejando ver sus grandes ojos negros reflejando tres lunas y un rasguño marcado en su ojo derecho, voló hacia arriba de ellos y se poso por encima de la nave como si quisiera dañar el techo de la misma. No falto ordenar a los tripulantes que se tomaran bien del suelo, pues para la situacion iba ser obligatorio tomarse del suelo si es que querían no salir dañados, sin embargo la joven Milthar se resistió a la orden y aprovecho el giro vertiginoso y corrió hacia el otro lado para impulsarse de la pared de la misma y así poder desplegar una flecha en cuanto la criatura asomara su ojo sobre la compuerta.

Tras el hecho, la bestia soltó la nave con dolor y se dirigió contra Luciel, momento oportuno para abrir fuego contra ella. A causa de los disparos incesantes de Rufinicus a la bestia, esta se desvió hacia la izquierda hasta hundirse sobre el lago de azufre y resurgió con mas fuerza. Un fuerte impulso empujo a los tripulantes hacia atrás a causa del desquicio y la tenacidad del joven por derrocar a la bestia.

—Si no te mueres hoy, te morirás mañana —Refunfuño con desesperación mientras se movía por los aires de un lado a otro tratando de hallar el mejor punto para atacar a la bestia.

Después de decir estas la palabras, la misma retomo rumbo hacia ellos pero en esta ocasión, opto por atacar de frente y no de lado. Sus cuernos que empezaban desde su nariz gruesa y terminaban en su cola como un mazo de pinchos eran un grave peligro, pues estos podían perforar el metal y hacer fallar la aeronave hasta llegar al combustible y hacerlos caer al lago de azufre. Rufinicus no dudo en dispararle en los brazos que se encontraban en la parte inferior de las membranas de sus alas gigantescas mientras esta abría su inmensas fauces para destruir el mando. 

Luciel y el regreso de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora