Los jóvenes subieron al lomo del ave y Lanidar se dispuso a dejar a cargo a Luciel de guiar al ave al torbellino mientras él recitaba el ultimo verso del pergamino para abrir el portal al confín de la cuarta dimensión. La ave se poso desde la punta de la montaña, desplegó sus alas envueltas de un plumaje luminoso como el sol y se dejo caer desde las alturas con el fin de planear hacia el horizonte y tomar un fuerte impulso con el viento.
Tras este acto se desplazo con rapidez hacia el torbellino y le exigió a su compañero que leyera con rapidez la nota, pues estos no se hallaban muy lejos de ingresar al centro del torbellino. Sin embargo el circulo sangriento en el cielo ya se hallaba a pocos instantes de completar su fase próxima y desplegar un rayo siniestro al centro del mismo para volverlo mas destructivo.
—Creo que esto no te gustara—Exclamo Luciel a su compañero con preocupación.
—¿Que cosa?—Pregunto Lanidar antes de quedar estupefacto al mirar el torbellino envolverse entre lenguas de fuego gigantescas y dejaba en libertad a los demonios del infierno —¿Y ahora que haremos?—Interrogo con duda.
—Yo me encargare del ejercito demoníaco, tu solo has lo que sepas que tengas que hacer—Dijo con seguridad mientras miraba fijamente las extensas filas demoníacas avanzar hacia ellos.
El joven elfo tomo la nota con sus manos, cerro sus ojos por unos momentos y poso su mano derecha sobre ella hasta reflejar su luz con las letras inscritas en la misma. Aquellas visiones de luz jamas llegaron, pues todo era un intento de Luzbell por unirlos a su ejercito sombrío, mas sin embargo el joven teniendo estudiado al ángel caído, envolvió las letras de pureza y retrocedió la cinta histórica de su mente en el pasado a instantes antes de caer por los aires con la velocidad envuelta en la lentitud del tiempo. Desplazo su visión de arriba a abajo y leyó las letras con su luz astral, transcribió las imágenes a la nota, transmitió la información contenida y libero el poder retenido en el pergamino hecho cenizas.
Su cuerpo se ilumino de harta luz a la vez que sus ropas se envolvían de un blanco como la seda y el oro. El búho en cuestión de segundos no dudo en emitir un sonido ulular tan potente como la onda explosiva de una bomba atómica luminosa contra las demonios hasta hacerlos caer a la tierra blanca cubierta de nieve. Luciel envolvió a la criatura junto con su compañero con un campo de protección ante los incesantes hechizos de los magos negros sobrevolando las alturas con sus inmensos dragones oscuros.
—Sobre las montañas imploro sus bendiciones...—Recito mientras el ejercito diabólico se volvía frágil y quebrantable—Sobre los cielos suplico sus rezos...—Continuo con el fin de destrozar al ejercito siniestro, dejando solo a los magos negros.
—¡Ataquen!—Ordeno Luzbell con furia al señalar a los oponentes.
Tras esta orden, las filas restantes de dragones negros atacaron con violencia a la vez que el elfo entraba en un trance profundo de poder y control sobre la naturaleza al extender sus manos a sus dos extremos, levantaba múltiples rocas a la vez y las arrojaba contra el enemigo como si estas fueran meteoritos.
—Sobre el fuego que late del corazón de la tierra pido el perdón de mis hermanos —Recito con una voz fuerte y clara mientras observaba al general principal del ejercito diabólico.
Este al verse como el único soldado firme en el aire aun con vida se transformo en un inmenso demonio salvaje con cuatro alas y una gruesa piel acorazada por escamas negras que ocultaban una piel roja y sensible. El joven al observar con su vista astral tal inmenso ser siniestro no dudo en sonreír al ver un oponente tan tenaz frente a él, pensó en darle una grata sorpresa con iniciar la contienda al atacar con magia, pero opto por fusionar y potenciar su fuerza con el de sus dos compañeros de batalla.
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Luciel y el regreso de la oscuridad
SpiritualLuciel es un joven que tras la caída del imperio azteca se encamina en la búsqueda de los pergaminos sagrados que abrirán las puertas astrales a una dimensión prohibida por los dioses. En el viaje se vera envuelto en una constante lucha entre el bie...