Luciel y el regreso de la oscuridad

Capitulo XIV - Un visitante arcaico

En aquellos instantes, el cuerpo del astronauta se extendió como un fideo al encontrarse con un vórtice espacial frente a sus ojos; Rufinicus sonrió sin temor y abrazo al abismo hasta consumir en su corazón a la oscuridad, causando una gran explosión que se desato por su creación como una super nova y expandiéndose en miles de descargas por el Universo hasta llegar al planeta Tierra en forma de un meteorito, ahogando sus ojos y explorando lo mas oscuro de su nuevo hogar.

Tras haber explorado su creación y descender del cielo, se encontraría nuevamente entre toda la oscuridad; Entendiendo que siempre de ella viene la luz, de haberse encontrado perdido en su vacío existencial, habría creado todo un complejo vivencial con solo su luz. Sin embargo, todo no vendría como una experiencia casual, sino premeditada desde el futuro; Cada cosa que halla sido parte de si mismo, pretendería ayudarle a dominar su realidad, fundiéndose en sus miedos.

Una risa se desato entre el silencio y quebró en furia:

—Me parece que tu felicidad vale tan poco—Vocifero con decepción la voz.—Es una pena que la vida de tantos, se encuentre en tus patéticas manos.—Burlo al ver a Rufinicus confundido sobre su realidad.

—Todo es... ¿parte de una matemática exacta?—Se pregunto a si mismo al observar múltiples números de un sistema binario, sobreponerse sobre las partes ausentes de su cuerpo.   

—Cada hombre esta formado de lo que ha creado su mundo; Unos de matemática, otros de energía y algunos de la naturaleza.—Expreso la forma de un niño acercarse a él.—En tu caso, eres un hombre decidido, cuyo mayor temor es encontrarse perdido; por eso pareces correr constantemente de algo que desconoces pero entiendes desde tus venas.—Explico al ver el rostro perdido del muchacho.

—¿Porque pareces estar en todos lados y a su vez, desaparecer la mayor parte del tiempo?—Le cuestiono el soldado a la silueta.

—Yo, solo soy una ínfima parte de lo que te mantiene vivo; Un hijo, tu pasado, un compañero de viaje. Puedo serlo todo en si, pero al final me mantengo cambiante a tu perspectiva. —Aclaro la forma del infante.

—¿Itzcóatl, eres tu?—Pregunto con sorpresa.

La silueta sonrió y posteriormente su imagen fue destrozada por un virus troyano. Rufinicus se envolvió en cólera al ver sus datos formatearse, se levanto e interponiendo su brazo contra la cuchilla de un ser corrupto, trato de liberar un rodillazo que fue congelado a falta de electricidad y después golpeado hasta una de las cuatro paredes que le rodeaban. Este ser, no era nadie mas que el mismo "yo" de su adversario; El cual se había refugiado entre temores y conformismo.

—Creí por un momento que lucharías por construir lo que te destruyeron, pero mírate; intentas acabar con quien te ha salvado de tu propia mentira.—Rezongo su copia corroída por el ego y la exhaustiva necesidad de desatar sus dolencias.

—¿Que harías tu en mi lugar? Has intentado salvar a tu esposa; Esta muerta. Intentaste salvar a tu hijo; Se ha ido de tus manos. Ahora intentas salvar a la humanidad y quien había sido tu gran maestro, tu gran salvador, el hermano que nunca tuviste, te quiere ver en la suela de sus zapatos ¡muerto! ¿llamas a eso salvarme de mi propia mentira?.—Cuestiono el soldado a su reflejo andante.

—¡Silencio!—Vocifero mientras lo atraía hacia él, con fuerza bruta.    

Este se desplazo como un imán hacia su reflejo, observando la inmensidad de sus miedos y cayendo sobre el espejo de su silueta a un mar profundo; rozando lo mas oscuro del mismo y volviendo a caer sobre una cueva subterránea que lo conducía a otro mar, siendo infinito de este modo hasta el grado de volverse agobiante. Viéndose obligado a cerrar sus ojos y esperar un despertar en dicha pesadilla, pero en vez de ser mas rápido, la caída por la cueva se volvía mas lenta.