Capitulo XIII - Abrir nuevo camino

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Mientras tanto Milthar se hallaba surcando el extenso océano Atlántico hasta percatarse entre la bruma de la niebla un pequeño bote solitario sobre las costas de la Antártida, dos siluetas como la noche se alejaban del mismo con paso veloz. Como si algo aconteciera a la lejanía de sus ojos y esta no fuere consciente de ello, viéndose obligada a embarcar sobre las costas a causa de su curiosidad, siguiendo el frió paso de ambas sombras en la noche e iluminándose por la aurora boreal entre el cielo cerrado.

El marinero intimidado ante los peligros del mundo, bajo en su compañía de la joven elfa hasta adentrarse en el blanco matiz de la nieve y los fuertes vientos envueltos de tormentas de nieve, arduo camino les limito el tiempo como los segundos del reloj. Las siluetas se habían borrado de su campo de visión y sus brazos llenos de frió se hallaban, sus pestañas congeladas habían quedado, el crujir de sus dientes era inaudible a causa del rugir de los altos vientos, sus pies en el gélido suelo cesaban sus fuerzas y una gran pirámide oscura de mostró ante la lejanía de sus ojos desesperanzados. 

—Eres un terco joven que ha venido a jugar con los caimanes y es hora de que te arrepientas de no haber escuchado a mama con eso de no jugar cerca de las orillas del rió —Amenazo el jefe lagarto con una macabra sonrisa que mostraba sus afilados colmillos semejantes a los de un dragón demoníaco. 

En ese instante el reptil medio de los tres oponentes que le habían acorralado se abalanzo a el con sus manos alzadas en el aire, preparando sus filosas garras para atacar y este le pateo el rostro con rapidez hasta hacerle perder la concentración y continuar con un golpe al estomago de su oponente con la punta de la rodilla para decapitarle la cabeza con su espada sin piedad alguna.

Apunto con el filo de la misma hacia el jefe lagarto y miro a sus espaldas con despecho mientras su corazon latía a gran velocidad, rodeado por tres adversarios fuertes y altos sin infundir temor en el, tres grandes demonios como las montañas crujiendo por el ruido de los vientos profundos en la seguridad de ellos mismos, andantes comos las sombras del bosque verde entre la bruma de la oscuridad. 

Juntos se abalanzaron contra él como bestias y este se cruzo entre los pies del jefe lagarto hasta llegar a sus espaldas para desplegar una lluvia de flechas de forma incesante hacia la espalda del mismo adversario mientras este no se encontraba atento a la ubicación del elfo. Rabioso se giro ante sus ojos y con furia trato de embestirle como un jabalí, siendo golpeado en el rostro antes de alcanzarle. El joven se giro mientras liberaba una de sus cuchillas y la perforaba en el lomo de su adversario hasta hacerla llegar a su corazón para después deslizarse sobre su espalda y encontrarse frente a sus dos últimos enemigos.

De nuevo modo el reptil de su derecha se abalanzo contra él como un oso y este desplegó su daga sobre el abdomen del mismo, se deslizo por su cuerpo hacia la derecha y se enfrento con el reptil restante. Este desenfundo una cuchilla e intento clavarla sobre el joven a lo que este cruzo su antebrazo contra el enemigo antes de que le cuchilla fuese clavada, desviando así el arma cortante y golpeándole el rostro con fuerza. 

Sin embargo el reptil apuñalado se levanto del suelo y con su mano en la herida trato de atacar contra el joven por la espalda con el filo de sus garras a lo que él le golpeo con el codo el mentón de su barbilla y aprovechando del tiempo de distracción, le hizo una cortada en la pierna con la intención de doblegarlo sobre el suelo. Su adversario trato de atacarle mediante arañazos pero valieron en vano debido a que el elfo había optado por agacharse mientras evitaba el rodillazo de parte de la pierna derecha de su oponente y le clavaba la cuchilla a la misma, causando una hemorragia al reptil y viéndose obligando a doblegarlo del mismo modo que su compañero. 

En cuanto antes el ejercito reptil rodeo las salidas con elementos terrestres y aéreos, obligando al joven a huir en base a sus propios medios, tomo el cuerpo de uno de sus enemigos y lo cargo a su espalda con el fin de no ser descubierto, subió por las escaleras con fuerzas hasta llegar a la azotea mientras era iluminado por la incandescente linterna de uno de los helicópteros y con el éxito de haber escapado del enemigo, se dirigió a la torre principal.

Luciel y el regreso de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora