Capítulo 4. "Llovizna"

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El cielo estaba pintado de un tono grisáceo bastante deprimente aquel día. El aire que corría  por el pequeño pero poderoso pueblo conseguía con facilidad enfriar la sangre de cualquier persona que decidiera salir a dar un paseo por los estrechos callejones de ese nostálgico lugar al que solían llamar hogar. Las hojas de los árboles no habían dejado de moverse con brusquedad desde hacía ya un par de días.

El invierno se estaba haciendo presente. Un invierno en el cual todo lo que aquellos afligidos pueblerinos conocían cambiaría por completo.

La joven chica de ojos verdes levanto la cabeza hacia el cielo, notando rápidamente que no había siquiera un solo rastro de aquel precioso astro de luz que salía todas y cada una de las mañanas para iluminar los días difíciles que ella y su familia tenían que superar.

Lamentablemente, aquella mañana ni siquiera se había asomado.

Lauren sabía perfectamente que esa hermosa estrella luminosa – la cual hacía mucha falta en ese preciso momento – se encontraba en alguna parte del cielo siendo cubierta por las pesadas nubes grises que parecían explotar en cualquier momento.

Ver el cielo esa mañana era como presenciar la tristeza absoluta de esos dioses que se encontraban en aquella enorme bóveda celeste.

Llovizna. – Menciono su hermano menor apenas sentir que un par de pequeñas gotas de agua helada caían encima de aquella incomoda armadura de hierro que tenía que llevar puesta – Deberías volver a casa, Lauren. – Hablo con firmeza después de un par de segundos en los cuales se la paso analizando el cielo – No es conveniente que enfermes estos días en los que tendré emprender un viaje... – La mayor frunció los labios – a nuestros padres no les está yendo del todo bien últimamente y... – Soltó un suspiro – los herboristas no son personas muy generosas.

Ella asintió.

Nada de lo que había mencionado su hermano menor era mentira. Era cierto que los herboristas no se conocían por ser personas a las cuales les gustaba curar a los enfermos sólo porque algo dentro de su ser les vociferaba que debían hacerlo. Las plantas medicinales no eran asequibles para los pueblerinos, de hecho, las personas que se dedicaban al comercio, al campo y la cosecha – como su familia – eran de los pocos individuos que tenían la oportunidad de recurrir a los herboristas.

Lamentablemente, a su familia no le iba lo suficientemente bien en temporada de invierno.

Christopher Jauregui se consideraba a sí mismo como un hermano sobreprotector cuando la estación del año más difícil para su familia invadía el pequeño pueblo en el que habitaban. Él, después de tantos años que llevaba conviviendo con su hermana menor notó que ella era una persona demasiado sensible cuando de los cambios de temperatura se trataba.

El menor de los Jauregui alzó una ceja esperando una respuesta por parte de la joven chica de ojos verdes y, cuando estaba a punto de recibirla, pudo escuchar los bramidos provenientes de la escalinata que separaba el suelo de la montaña, identificando aquel tono de voz casi al instante.

– ¡Voy a destruir ese maldito pueblo!

Exclamó con furia en cuanto llego al suelo, llamando la atención de los demás caballeros que se encontraban en el campo batalla que solían utilizar para prepararse antes de salir a cualquier clase de contienda contra algún otro ejército.

El joven caballero sujeto rápidamente el antebrazo de su hermana mayor, obligándola a girar su cuerpo sólo para que ambos dejaran de darle la espalda a la mayor autoridad que existía en el pueblo.

Lauren no había entendido por qué su hermano menor había hecho aquello pero, al notar la presencia de aquella hermosa mujer que se encontraba a escasos pasos de su posición comprendió lo que estaba a punto de suceder en ese momento.

Owl eyes. (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora