Para la joven Lauren Jauregui, la mañana siguiente había llegado de una manera bastante rápida. Ella no había sido capaz de dormir por más de tres horas y, evidentemente, cuando su madre entró a la pieza que solía compartir con su hermano menor con el único objetivo de despertarla ella se sentía más cansada que de costumbre.
Se levantó de aquel incómodo colchón a regañadientes, arrepintiéndose por haberse quedado despierta a altas horas de la madrugada aun después de saber que el día siguiente tendría que ayudar a su padre en la cosecha debido a que Christopher no se encontraría en casa en los próximos días y con la posibilidad presente de que podía no regresar a su hogar.
Inmediatamente se colocó su túnica interior seguido de sus antiguas calzas. Encima de estas era común que vistiera una falda marrón que le llegaba por debajo de las rodillas, su torso siendo cubierto por aquel desgastado jubón que tenía desde hacía ya un par de años.
En cuanto se vistió, decidió arreglar su cabello un poco con la ayuda de sus manos mientras caminaba directamente hacia el campo que se encontraba frente a su humilde morada.
No se sorprendió al ver que su padre ya había hecho la mayor parte del trabajo en el momento en que salió de su hogar. Estaba acostumbrada a que esas cosas pasaran, era difícil despertarse por su propia cuenta y cuando su madre conseguía que su hija saliera de la cama ya era un poco tarde, pues su esposo siempre intentaba que Lauren no tuviese que esforzarse tanto.
Ella aún era una joven capaz de vivir su propia vida sin la necesidad de estar atada a un hombre que la mantenga. Michael Jauregui quería que su pequeño retoño tuviese la libertad de decidir lo que tenía que hacer con su vida antes de que el día de su matrimonio llegase.
– Si siempre que llego a este lugar ya has hecho todo el trabajo por mí, – Soltó un suspiro – ¿Cómo se supone que ayudaré a la familia, padre?
Su padre rió por lo bajo mientras se encargaba de guardar todas aquellas zanahorias que había cosechado en su característico costal marrón.
Ciertamente, su familia en ese momento necesitaba trabajar aún más rápido de lo usual. El invierno estaba a punto de invadir aquel pequeño pero poderoso poblado, lo cual era una noticia bastante desagradable para las familias enteras que sobrevivían debido al campo y la cosecha. Sin embargo, él no quería que su hija se expusiera tanto, esa clase de trabajos podían llegar a ser un poco pesados para una jovencita como su hija, Lauren Jauregui.
La chica de ojos verdes se sintió dañada al no recibir respuesta alguna por parte de su padre, quién decidió ignorar la pregunta al instante sabiendo perfectamente cómo reaccionaba su hija mayor cuando de su trabajo se trataba.
– ¿Por lo menos podré acompañarte a vender?
La menor alzó una ceja después de hacer su segunda pregunta del día.
El hombre asintió levemente mientras retiraba el sudor que caía por su frente con el dorso de la mano. En ese preciso momento no había ni una señal de los rayos del sol – al igual que siempre en aquel misterioso lugar – de hecho, había estado helando desde los días anteriores.
El invierno sí que estaba haciéndose presente.
Un invierno en el que todo lo que conocían en ese preciso instante, cambiaría por completo.
– Perfecto.
Murmuró mientras comenzaba a almacenar los demás vegetales que su padre había cosechado en aquel mismo costal marrón el cual ya había comenzado a pesar un poco más.
La ojiverde se arrodilló, dejando el costal de su lado derecho. Soltó un largo suspiro mientras que con la máxima fuerza que se le permitía emplear intentaba arrancar la raíz de las zanahorias que aun estaban debajo de la tierra.
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Owl eyes. (Camren)
Fanfiction"Por ahora te perdonaré la vida. Conviértete en un monstruo, que no te importe una mierda si está bien o mal porque sólo te hace sentir más débil. Concéntrate en volverte más fuerte, quiero que derrotes a los demás por las buenas o por las malas. Y...