Alma Del Dragon

Capitulo 2

El origen del fin

Una tranquila madrugada de verano, faltando poco para que amaneciera, se encontraba un pequeño pueblo cerca del bosque, todos sus habitantes descansando. El viento soplaba con una brisa suave y refrescante. La luz de la luna iluminaba las calles y senderos del bosque y del desolado pueblo, el bello reflejo del lago resplandecía claramente. Humanos y dragones por igual. Los dragones eran grandes y fuertes, pero no todos ellos. Había unos pocos que no eran tan grandes, eran dragones jóvenes que si bien no se veían tan atemorizantes como los grandes, estaban llenos de energía y ansias de aventuras.

Unos jóvenes que el destino los había unido en el mismo lugar, donde una gran aventura les estaba por ocurrir.

Durante años, la oscuridad y la luz han estado en guerra por mucho tiempo. Si bien, diferentes seres vivos con diferentes elementos, como el fuego, hielo y muchos más, se han unido a un bando para apoyarlo. Millones han muerto, ya sea luchando o defendiendo, tratando de conseguir la victoria. Mucha tragedia ha sido traída al mundo, cuentan las leyendas que todos los elementos vivían en armonía... pero eso son solo cuentos infantiles.

Pasaba el tiempo, el sol apenas se lo veía al horizonte. Parecía como si no quisiera salir. El frío comenzaba a notarse menos, las nubes aparecieron grises, y a lo lejos una gran sombra en el cielo.

Saliendo de una carpa azul, uno de los dragones ya habia despertado. Este se llamaba Feralas, era un dragón joven, con las escamas grises, la parte interna (el pecho y el fondo de las alas) rojo. Sus ojos eran marrones. Las garras, los cuernos y la punta de la cola eran blancos. Llevaba mucho tiempo en el pueblo, más de lo que el recuerda.

Aunque estaba en el pueblo desde hace años no muchos confiaban en el, pues era un dragón de oscuridad. Sin embargo, con el pasar del tiempo demostró ser noble y no mostró ningún acto de maldad. Eso le permitió quedarse. Pero eso no evitaba que lo miraran de mal reojo, pues nadie podía fiarse del elemento oscuridad en ninguna de sus formas.
Al rato, despertó una dragona. Ella tenía las escamas de color gris claro, la parte interna azul oscuro y los cuernos, garras y punta de la cola blancas. Ella se llamaba Cynder, una joven dragona cuyo elemento era desconocido. Al solo verlo a el, se fue volando. Sin saludar ni nada, parecía que tenía prisa.

El día comenzó, los humanos despertaron luego. Se pusieron a hacer sus trabajos, revisar sus cultivos, forjar armaduras, vender artículos y más. Todo el pueblo pertenecía a la "Orden de la luz", humanos y dragones unidos para luchar contra la oscuridad. No todos confiaban en la orden, si bien ejercía un buen trabajo, pero hubo ocasiones donde se cometió atrocidades que nadie quería hablar de ellas. Aunque estaban protegidos gracias a esta orden, nunca faltaban los que abusaban de su autoridad y hacían lo que querían. Muchos hasta deseaban abandonar el pueblo, pero sabían que no lograrían llegar a un lugar seguro. Las criaturas de la oscuridad deben de andar sueltas por allí, y los elfos que custodiaban el bosque de que nadie se atreviera a cortar sus árboles.
Un fuerte viento provenía del norte, las nubes pasaban lentamente. El sol resplandecía pero no hacia calor, era un ambiente muy agradable.

Del castillo salía el capitán William, un humano alto, adulto joven, de pelo castaño y un poco largo, una barba pequeña y una cicatriz pequeña en el ojo izquierdo. Tenía unas hombreras doradas y unos guantes de metal dorados, camisa de tela negra, en el pecho una insignia con un sol, pantalones azules además cargaba en su espalda su espada larga y en su cinturón una pistola. Tenia botas de metal doradas también.

Caminaba tranquilamente con la mirada en alto, sonriendo a los guardias y a los campesinos. Detrás de él, le seguía su hermano. Viktor, un hombre adulto, de pelo negro corto en puntas, tenía armadura roja en el pecho, camisa blanca, pantalón de tela marrón y botas de tela negras. Llevaba su hacha y escudo en su espalda y una daga en su cinturón azul.
Miraba con desprecio todo a su alrededor, sin importarle lo que fuera.
Ellos dos estaban a cargo del pueblo, llevaban años protegiéndolo y dando las ordenes. Había crecido con el paso del tiempo y sobrevivido a cada batalla.