15- Teoría del Caos.

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Capítulo 15. Teoría del Caos.

—¿Zapatillas nuevas?

Hice un ruidito de desagrado con la garganta, fulminando con la mirada a Honoka, autora de tan desafortunado comentario.

—No hables — gruñí en respuesta deslizando trabajosamente la vista a los relucientes cordones de las converse, signo de mi vergüenza.

—No hables — gruñí en respuesta deslizando trabajosamente la vista a los relucientes cordones de las converse, signo de mi vergüenza

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Las delgadas cejas de la chica se fruncieron con confusión. No obstante no hizo ninguna otra pregunta al respecto y se dedicó a mordisquearse distraídamente las uñas. Sabía el sobre esfuerzo que suponía para la reina del cotilleo frenar su curiosidad. Por eso era mi mejor amiga, sabía como tratarme en los momentos en el que mi ingenio podría bastar para acabar con la vida de un adolescente deslenguado.

—Bueno —tercié— ¿al final que ocurrió con... ? —me detuve indecisa, sin atreverme a pronunciar el nombre que tanto malestar podría generar en Honoka— ¿ella?

Honoka resopló sin contestarme, como si meditara rigurosamente la respuesta. Comprendía su encrucijada, ninguna relación que hubiese mantenido había terminado por las buenas y a la hora de hablar de ellas era conveniente andarse con especial cuidado.

—Digamos que ya no es un problema— hizo una mueca con los labios— y pensar que... —cerró los ojos, reprimiendo un escalofrío— se quejaba de que era un asunto muy complicado, ¡para ella! Joder, mis padres me encerrarían si se enteraran.

—Algún día tendrán que enterarse — reflexioné con suavidad —no puedes ocultarlo eternamente. O empezarán a sospechar ellos mismos.

Honoka se encogió de hombros, restándole importancia. Como si el mero hecho de ocultarle a sus padres su activa homosexualidad fuera algo irrelevante.

—Están demasiados ocupados babeando con mi hermano como para preocuparse de mí.

El tema quedó zanjado así sin más.

Nos despedimos para tomar cada una nuestro camino cuando el timbre resonó por los pasillos que comenzaron a colapsarse de alumnos que trataban de llegar a su siguiente clase. Esquivé a un par de mocosos que discutían apasionadamente sobre el mejor modo de evolucionar un Charmarder.

Debido a que la profesora de matemáticas avanzadas había salido de cuentas no tenía nada que hacer hasta dentro de dos largas horas.

Me desplacé por los pasillos tatareado melodías aleatorias mientras los engranajes de mi cabeza giraban a elevadas velocidades. Aunque tendría que continuar con la investigación y el proyecto, los sucesos acontecidos hace apenas un par de horas había logrado quitarme momentáneamente las ganas.

Finalmente me decanté por hacer una visita a la biblioteca y hacer algo ligeramente productivo hurgando en la sección de física cuántica.

—Buenos días —saludé al bibliotecario con una deslumbrante sonrisa, arrastrando las sílabas adrede.

¡Maldito Karma! [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora