EXTRA 2/2

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EXTRA: Madre revuelta.

POV HUNTER.

Traté de darme una ducha para despejarme un poco las ideas.

Había actuado como un completo idiota, por mero impulso, pero cada vez resultaba más difícil aplacar el caos emocional que la situación me producía.

Por supuesto que sabía que yo no era el padre de Halley. Que, en realidad, tenía un papel secundario en la vida de Alba Siles, y mucho menos podía reclamar alguna clase de lugar. Durante años me convencí a mí mismo que lo tenía superado.

Pero aún recuerdo el mareo, el calor abrasador que me dominó en el instante que mi madre me confesó por teléfono que se había enterado de que Alba estaba embarazada. En ese preciso instante todos los sentimientos que pensaba enterrados y convertidos en una anécdota capaz de sacarme una sonrisa se descontrolaron.

Fue un completo desastre durante los días que me tomó manejarlo y hacerme a la idea. Quise engañarme, autoconvencerme de que no era relevante, pero mi cuerpo al completo reaccionaba violentamente cada vez que pensaba en ello.

Y, después, en Navidades, la vi.

Rechacé un viaje con los colegas de la facultad para pasar las fiestas en casa de mis padres y poder comprobar por mí mismo qué sentía exactamente por Alba Siles.

Ella seguía tan guapa, brillante, sarcástica y huraña, con el abdomen algo abultado, pero, cuando mis ojos entraron en contacto con los suyos fue como si no hubiese pasado ni un día que nos encontrábamos separados y todo regresó con una intensidad nueva.

Una intensidad que no había dejado de crecer desde ese entonces, durante cada minuto que pasaba a su lado.

Halley era un bebé precioso y ver a Alba en su faceta de mamá oso, preocupándose de una forma que jamás creí capaz en ella, investigando con una minuciosidad delirante cada mínimo detalle y luego, sonriendo con una cantidad ingente de luz, lo empeoró todo.

Y ahora... ahora... no sabía qué hacer.

Me entraban ganas de vomitar cuando pensaba que el padre de Halley, ese tal Liam, estaba con ella en estos momentos. Él ya formaba parte de su vida, y estaba en mi mano asumirlo, porque, en realidad, no quedaba otra opción.

¡Joder! Estaba terriblemente celoso de ese estúpido cerebrito.

Deseaba tanto estar en su lugar...

No sé ni cuantas horas habían pasado ya, pero se asemejaba como toda una eternidad y mi crispación estaba alcanzando su límite. En ocasiones me sorprendía con el teléfono en las manos y el chat de la chica abierto, pero no tenía ningún derecho a reclamar nada, ni a presionarla, por lo que lanzaba el dispositivo a algún rincón de la habitación.

Me tumbé en la cama, hundiendo los dedos en mi cabello mojado, ahogando contra la palma de mis manos un grito de pura y rabiosa frustración.

Un golpecito de nudillos contra cristal me sacó de mi estado de agonía. Me senté con rapidez, enfocando la ventana y encontrándome a la chica de cuclillas en el alfeizar. Llevaba el cabello castaño suelto por los hombros, un poco más largo de lo usual, mientras que sus ojos seguían igual de fieros y chispeantes que siempre.

Coló las manos por el delgado margen que dejaba por costumbre en la ventana y la abrió, impulsándose al interior y cayendo de una forma limpia y atlética en medio de la habitación.

—Y así es como se hace —respondió a la pregunta que le hice a la madrugada.

La miré, entre sorprendido y contrariado.

¡Maldito Karma! [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora