Capítulo 1

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No hay que olvidar que los demonios fueron alguna vez ángeles, que cayeron a la tierra porque se negaron a acatar las órdenes del Creador. Cuando N fue creado, fue el primero de muchos seres que habitarían el inframundo. Siendo el primer hijo del rey de las tinieblas, N se convirtió en automático en el príncipe.

Poseedor de una singular belleza, de cabello cenizo y unos hermosos ojos color ámbar, acompañado de una fina figura, hacían de N, una criatura digna de admirar. Y a medida que iba creciendo, su belleza aumentaba.

Con el tiempo se fue rodeando de toda la maldad del mundo, su padre se encargó de ello. Cuando su aspecto de edad adulta llegó por fin, más de uno quedó prendado de ella y por consiguiente, buscaban agradarle para poder obtener una pequeña muestra de su gran poder.

Pero a medida que el mundo se iba poblando y, la necesidad de divertirse con los humanos se convirtió en el juego predilecto de los demonios. N, no fue la excepción, solo que él por sus dotes innatos de líder, lo hacía de una forma muy metódica, ya que a él le gustaba enamorarlos primero, para después tomar lo que quisiera de ellos y dejarlos al final; quizá a veces de una manera un tanto teatral.

Aunque no lo hizo tan frecuentemente, como la mayoría de los seres del inframundo. Solo lo hacía muy de vez en cuando, sobre todo cuando se aburría de la monotonía de su vida de inmortal.



* * *



Con el paso de los siglos, que después se convirtieron en milenios, decidió aceptar la compañía de un demonio que solo era unos siglos más joven que él, mantenían una relación puramente casual, solo se divertían de vez en cuando juntos. Al ser amigos con derecho, no había ningún trato que los atara a ninguno de los dos.

La lujuria y demás concupiscencias de la carne, eran el cóctel favorito en la relación de N con Leo. No podía haber amor en esa relación de intereses,  ya que ninguno de los dos conocía ese sentimiento, lo único que los regía era solo la satisfacción.

Leo era un demonio bastante calculador, no solía hablar en demasía, pero sabía hacerlo bien cuando era necesario. Siendo el hijo de uno de los demonios de mayor rango, imponía respeto. Por lo tanto, su nivel jerárquico lo colocaba en el nivel apropiado para poder acercarse lo suficiente a N y, que el otro lo tomara en cuenta.

Cuando se vieron la primera vez, prácticamente salieron chispas de deseo tanto de uno como del otro. Y en menos de lo que canta un gallo, se entregaron a las satisfacciones carnales.



* * *



— Al fin llegas — dijo N recostado muy sugerente en la cama de su enorme habitación, completamente desnudo.

— Vine tan rápido como pude. Recuerda que tus deseos son mis órdenes.

— Entonces demuéstramelo — le dijo N con los ojos brillando por el deseo.

Leo se acercó a la cama, despojándose mientras caminaba de su ropa. En cuanto estuvo lo más cerca de N lo tomó del brazo, y de un jalón lo posicionó directamente con la vista al colchón, penetrándolo fuertemente de un solo golpe, sin avisar y mucho menos prepararlo. Sabedor Leo, que eso no le haría daño a N, solo se rindieron al placer que el momento les causaba. Largos gemidos y palabras altisonante salieron de los labios de ambos justo antes de que todo terminara.

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