Capítulo 8**

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En cuanto Ken estuvo de vuelta en la oficina, la curiosidad que había sentido durante todo el camino de regreso por Won Sik, se esfumó en cuanto observó que todos dentro del departamento de registro parecían muy alterados.

— ¿Qué está pasando? — le preguntó a Ribs en cuanto estuvo a su lado.

— Al parecer han venido a buscar a Afra — le respondió en un susurro.

— ¿Por qué? Y ¿Quién?

— Pues nadie sabe el porqué, además...

Ribs no pudo terminar de decir aquella oración, debido a que justo en ese momento la puerta de la oficina de Afra fue abierta. Todos los ángeles presentes incluyendo a Ken se quedaron con la boca abierta completamente en estado de shock, al ver salir Afra acompañada del arcángel Rafael.

Nadie dijo nada, ni movió un solo músculo, mientras los veían salir del edificio y desaparecer entre la multitud de ángeles entre las calles. El más extrañado fue Ken, quien estuvo a punto de contar lo que había visto en los registros, pero al final prefirió ser prudente y no decir nada. Y haciendo lo que los demás, regresó a su puesto de trabajo, en suficiente problemas se había metido ya, para comenzar a preocuparse por algo del que no estaba para nada seguro. Aunque lo que no pudo olvidar tan fácilmente, fue el misterioso nombre en tinta roja que aparecía en los registros.

 «O ese humano marcado es alguien muy malo, o por el contrario corre un grave peligro» pensó.




* * * 



Leo caminaba muy seguro por los pasillos de un casino en las Vegas, observando con satisfacción la ciudad del pecado siendo tomada por montones de humanos perdidos en las apuesta, el alcohol y varias concupiscencias más. Tenía un objetivo en la mira el cual no fue tan difícil de encontrar.

— ¿Mintra? — preguntó Leo fingiendo sorpresa.

— ¡Leo! Mira nada más, los siglos a ti sí que te han sentado de maravilla — le dijo una despampanante morena de cabellos rizados.

— No más que a ti... luces muy bien.

— ¡Ay! Cállate — le respondió ella jugando con su cabello.

Una sonrisa socarrona se dibujó en los labios de Leo, mientras observaba a su guapa acompañante tomar de un solo golpe el Martini que sostenía en la mano. Y tal como en los viejos tiempos, Leo terminó siguiéndola hasta su habitación, en donde al cerrar la puerta ambos se despojaron de su vestimenta comenzando a acariciarse por todas partes.



* * *



El sol resplandecía en todo lo alto, dando como resultado un día perfecto. La temperatura era bastante cálida y agradable, al menos lo suficiente para no sentir en demasía el calor abrasador de los rayos del sol. Gente caminando de un lado para el otro se veía por todas partes, algunos niños jugando siendo vigilados por los observadores ojos de sus madres, que sentadas en grupos platicaban entre sí.

En las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora