Capítulo 14

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Memorias del pasado


Afra, uno de los muchos arcángeles de menor rango que cohabitaban el cielo, tenía un aspecto muy peculiar que la hacía destacar frente a los demás. Su hermosos ojos color ámbar reflejaban calidez y amor por todos. Pero aquel par de ojos ya tenían dueño.

— Mi querida Afra — la llamó su compañero.

— Luc, ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que habías dicho que irías con Los Siete.

— Y así es, tengo buenas y excelente noticias.

La noticia de que la Gran Deidad crearía a una nueva especie de vida, fue recibida con algarabía y mucho regocijo en los cielos. Todos, sin excepción alguna, manifestaron sus halagos por tan agradable noticia.

Hacía tanto tiempo que la Gran Deidad no maravillaba a su pueblo angelical con una nueva creación, que por eso mismo se implantó una gran expectativa entre todos los ángeles. Luc, era el arcángel más cercano a la Gran Deidad, y a Los Siete, llamados así por ser los representantes del orden universal, y él, fue el encargado de regar la noticia.

Siempre que el nacimiento de una nueva especie se daba, este se convertía en un gran acontecimiento, principalmente porque significaba a su vez que nuevos ángeles serian creados por la Gran Deidad para la protección y cuidado de esa especie. Pero mientras todos celebraban la noticia de la llegada de una nueva era, una duda se instaló en la mente de Luc, duda que hizo cambiar todo el plan original.


— ¿Luc? ¿Qué te sucede? No pareces muy feliz con la noticia de la nueva creación — preguntó Afra al ver en el rostro del contrario preocupación.

— ¿Ah? No, me hagas caso, es solo que...

— ¿Qué? — preguntó interrumpiendolo.

— Nada, no es nada, mejor ven aquí.

Ella pegó un grito ahogado cuando Luc la tomó de la cintura y la atrajo hacia él en un movimiento rápido y certero, tomando sus labios, provocando que Afra se embriagara de su sabor y calidez.


* * *


El tiempo es una unidad de medida que en los cielos no tenía importancia alguna. Así podían pasar años, y los ángeles no envejecían, ya que su plan original era existir por la eternidad, así que no tendrían por qué morir ni perder su belleza. Cada arcángel y ángel creado había sido depositado por la Gran Deidad a su debido tiempo. Formando seres de luz y bondad con poderes para desplazarse por todos los reinos que Él creó.


* * *


A pesar de que todos los ángeles eran seres pensantes, ninguno de ellos podía hacer su voluntad, para ellos no existía el libre albedrío. Se guiaban por órdenes, les gustara o no seguirlas. Aunque realmente no importaba, ya que la gran mayoría hacia su trabajo con gusto y se sentían honrados por cada tarea bien cumplida.


— ¡Él nos traicionó! — gritó Luc.

— Estás blasfemando — dijo uno de ellos.

— No, no lo hago, muchos aquí estarán de acuerdo que aquellos a los que la Gran Deidad puso encima de nosotros no lo merecen, ni siquiera se parecen a nosotros.

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