Kirvi
Sus ojos estaban clavados en los míos; preocupados y protectores. Como si yo fuera un monumento se fue alejando poco a poco de mí mirándome de arriba a abajo. Cuando vio que le estaba asesinado con la mirada, aunque por dentro estaba que el corazón se me salía por la boca por el susto, decidió romper el silencio que inundó el ambiente durante unos segundos bastante largos.
-¿Estás bien? -preguntó con una mirada avergonzada.
-Sí -respondí seca.
Sin mirarlo a la cara ni dirigirle otra palabra, me encaminé a mi coche e intenté desaparecer de ahí lo antes posible. Vi por el retrovisor como levantaba la mano en forma de saludo a la nada mordiéndose el labio inferior nervioso.
Un hombre, sí, un hombre hermoso y sexy había estado a menos de cuatro centímetros de mi cara. Algo que jamás me había pasado, ni cuando era una adolescente con las hormonas alborotadas. No supe cómo reaccionar a algo tan desconocido para mí. Siempre he sido una idiota que se escapaba del amor y, no iba a caer tan fácilmente, jamás. Hay que escapar del dolor lo más que puedas. El dolor es malo para la salud, malo para la vida, malo para mí. Soy una humana que quiere hacer creer al mundo que es fuerte cuando es más frágil que el cristal. La vida es cruel, no te deja ser feliz más de lo que ella quiere que lo seas. Maldita la vida. Por qué me castigó haciendo que sueñe dormida y despierta con esos ojos cristalinos y azules.
Entré en mi casa bajo las miradas de mis vecinas cotillas y chismosas. Otro de los castigos de la vida; la gente imbécil que solo se ocupa de divulgar la vida de la gente a cambio de un poco de atención.
Mi madre estaba cosiendo sentada en el sofá del comedor. Levantó la cabeza y me saludó con una voz dulce y calmada. Le devolví el saludo con educación acompañado de una sonrisa y me dirigí a mi habitación. Tiré mi bolso encima del escritorio e inconscientemente me tiré boca arriba en mi pequeña cama. Mis pensamientos solo le daban vueltas a una cosa, más bien a una persona; él. Un imbécil que no tuvo otra cosa que hacer que aparecer en mi camino, literalmente. Es algo pasajero, sí, seguro que será eso. Yo no creo en esas cosas absurdas del amor a primera vista que se inventan los ligones para llevarse a las mujeres a la cama el primer día que las ven, estúpidos.
Resoplando, me senté en la cama apoyada en la pared con las rodillas pegadas a mi pecho. Mi mirada se perdió en la apuesta de sol que se veía desde mi ventana, mucho más allá de las montañas, mucho más lejos que la luna. Allí dónde se pierden los pensamientos. No sé cuánto tiempo estuve pensando o más bien creando pequeñas historias con el completo desconocido. Pero ya habían pasado las seis y la noche ya inundaba el país. Un desconocido, me repetí mentalmente. ¿Estaba pensando que posiblemente estaba enamorada de un desconocido y encima me estaba creando mis propias ilusiones con él? Sí, porque soy más imbécil que él y porque él tenía razón; ¡no dejo de hacerme preguntas extremadamente largas!
(...)
Bailando en una oscuridad donde solo la luz de la luna me iluminaba, pude observar a un hombre sonriendo vestido con esmoquin haciendo que dé vueltas mientras me río feliz en sus brazos. Las risas se oían cada vez más lejanas.
Ahí estaba, un móvil encima de mi mesa de noche, vibrando y cantando una canción alegre y ruidosa que me dieron ganas de romperlo contra la pared. Pero Kirvi es inteligente y sabía que si rompía su móvil se iba a quedar sin, porque es pobre y solo es una profesora en un instituto público a los veinticuatro años, cosa que significa que le pagan mucho menos de lo que deberían por ser una joven que si se queja se queda sin trabajo. Así que, con una sonrisa irónica y fingida me levanté y miré mis pelos de bruja en el espejo.
Bajo el agua de la ducha pude pensar en el hombre que bailaba conmigo en mi hermoso sueño, interrumpido por el mayor enemigo de los humanos no madrugadores. No le vi la cara, aunque lo intuía ya que pude ver esos ojos azules que tanto detestaba.
Una vez vestida con mi hijab negro, mi camisa blanca y unos pantalones negros junto a mis plataformas negras, pude dirigirme al maldito trabajo. Por simple capricho, salí media hora antes de casa para pasar por la misma carretera en obras del día anterior. Pero, mi estupidez fue salvada porque ya no había nada, la carretera estaba intacta, como nueva. No había nadie vestido con chalecos amarillos y cascos. Tampoco había un hombre que se robó un lugar en mis pensamientos, solo había gente ruidosa.
Aparqué el coche para después bajar de él al visualizar una cafetería. No había desayunado por las prisas que tenía de verle. No soportaba ese sentimiento que me desconcentraba de todo, me gusta estar atenta a todo.Con un café dulce en una mano y un cruasán en la otra salí de la cafetería. Miré a los lados y crucé la carretera, tal y como me enseñaron desde pequeña. Sacando las llaves del coche como pude del bolsillo de mis pantalones intenté visualizar mi coche para entrar en él. Pero no estaba. ¿Mi coche? ¿Dónde está mi coche? ¡Mi coche!
Mi mirada era la de una loca buscando su coche. Dando vueltas sobre mi misma intentado despertar del raro sueño que estaba soñando, ¿estaba soñando, verdad? ¡Mi coche! ¡Qué alguien me devuelva mi coche!
-Se lo acaba de llevar la grúa -dijo una voz algo conocida a mis espaldas.
No supe si reír o llorar. Él estaba ahí, pero mi coche no.
-¿Cómo que la grúa? -pregunté girándome hacia él observando que estaba vestido con la misma vestimenta del día anterior.
-Este sitio aún está en obras, y hoy si que he puesto la señal -informó señalando una placa triangular junto a unos conos naranjas.
-Eso no estaba ahí cuando llegué -protesté.
-Ya, pero estuve obligado a ponerlo cuando llamé a la grúa para que no digan que es fallo mío. -Sonrió como si fuera un niño inocente.
-Idiota, imbécil, estúpido y malcriado -insulté tirándome el café caliente sin querer encima de mi mano.
Grité, no voy a mentir, grité tanto que pareció que me estaban matando. Quemaba mucho. El ojiazul se acercó a mí riendo.
-Déjame ayudarte. -Cogió mi mano y la empezó a sobar.
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¡¡Segundo capítulo!! ¡¡Espero que os guste y dejen su opinión!!
¡Buenas noches!
Instagram: wassilahaddadi

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Todos Somos Africanos©
Random¿Alguna vez odiaste tanto a las personas que le echaste la culpa a la vida? ¿Alguna vez has buscado tanto la felicidad que no la encontraste hasta que dejaste de buscarla? ¿Alguna vez dijiste "la vida es una mierda"? ¿Sí? Pues este libro es para ti...