Kirvi
El elfo se despertó con hambre. Creo que debería dejar de hablar como una drogada, sí, sería buena idea. Pues que la cuestión es que me desperté y fui a la cocina a comer. Comí como si mi vida dependiera de ello. Primero, una taza de té. Segundo, una bolsa de pistachos. Tercero, pan marroquí a la sartén. Y así hasta que casi me acabé todo lo que había en la cocina. ¿Qué? Había que aprovechar que la familia no estaba y que la cocina solo estaba para mí.
Al fin agarré mis llaves y salí sobre ruedas al instituto. Encontré aparcamiento justo delante del instituto. Giré el volante varias veces hasta conseguir entrar dentro de él. Eché la placa de cambio hacia atrás y, inconscientemente, pisé el acelerador haciendo que el coche chocara con el coche que había detrás provocando un sonido demasiado ruidoso. Cerré los ojos gruñendo entre dientes.
-¿Pero quéé?-oí gritar a alguien.
-Dios..., ¿qué locura acabo cometer?-susurré para mí misma.
Sentí una sombra a mi lado, poco a poco llevé la mirada hacia la ventana. Era un hombre, tenía un brazo encima del techo del coche y la cara muy cerca de la ventana. En el centro de su cara se concentraba una sonrisa burlona y un poco más arriba estaban unos ojos con una chispa de burla al igual que su boca. Forcé una sonrisa dispuesta a disculparme. Llevé mi mano al botón que aguardaba en la puerta para bajar la ventanilla.
-Hola, preciosa.-dijo nada más bajé el cristal.
-Heyy...-exageré aún con la sonrisa forzada.
Su pelo rubio a la moda dejaba caer unos mechones bien lisos por su frente, sus labios carnosos no dejaban de sostener esa sonrisa burlona, sus largas y rubias pestañas bien cuidadas adornaban unos ojos azules que no dejaban de mirarme. Cuando subí mis ojos un poco más arriba y observé sus amarillentas cejas perfectamente depiladas, caí en la cuenta de que estaba delante de un metrosexual, con todas su letras.
Abrí la puerta y puse un pie fuera para después salir por completo. Al ponerme frente a él, vi que también era un pino como todos los hombres que había conocido últimamente. ¿Dónde estaban los bajitos? ¿Se los había comido alguien o qué?
-Dime, por favor, que a su coche no le ha pasado nada grave.-supliqué.
Tenía la cabeza inclinada hacia arriba, fue un milagro no haberme roto el cuello.
-Míralo tú misma.-se mordió el centro de su labio inferior.
Con temor y el cuerpo temblando me giré hacia la desgracias. La parte de delante de su coche, un Mercedes GLE blanco, estaba destrozada. ¡Genial! Acababa de cargarme el coche de un pijo.
-Bueno... no es tan grave.-reí nerviosa.
-Eso díselo a la grúa.-se puso serio.
-No, no, no. Todo menos la grúa, por favor.-volví a suplicar poniendo cara de pena.
-Pues la policía, qué más da.
-¡Oh, vamos! Seguramente tienes un maldito banco en casa. ¿Para qué quieres mi dinero? Solo ha sido un pequeño error.-protesté como una niña.-Tengo que ir al trabajo.
Sacó el móvil del bolsillo y empezó a marcar números. Seguidamente, se lo llevó a la oreja mirándome fijamente con su asquerosa sonrisa. Maldito pedófilo de metros. De repente empecé a verlo feo, mira que era difícil. Pero así es Kirvi, si deja su orgullo de lado y te suplica, hay que hacerle caso, si no lo haces, te odiará y te verá feo.
-Será mejor que llames al trabajo, llegarás algo tarde.-articuló guardando el móvil.-Yo estaré esperando dentro de mi coche.
-Indolente.-murmuré.-Te crees Hatsepsut y no llegas ni a la hidrofília de Nefertiti.
-En cristiano por favor.-habló poniéndose las manos en los bolsillo.
-Humor para inteligentes, humor que solo los inteligentes entienden.-sonreí de lado mirándole con superioridad.
-Ja,ja.-escupió y se metió en su coche.
Caminé hasta la entrada del instituto y avisé al conserje de lo que estaba pasando. Unos minutos después ya estaba apoyada sobre la puerta de mi coche observando como los de la grúa hablaban con el... lo que ese era ni ahora tiene nombre.
-Señorita, serán quinientos euros.-se dirigió a mí un hombre con demasiada panza y con el cabello lleno de canas.
Evité ahogarme con mi propia sorpresa, solo me dediqué a asentir enfadada. Apuntó algo en un papelito rosa y me lo entregó. Era la multa. "¿Porqué la vida es tan bella?".
Cuando los de la grúa se fueron con nuestros coches, el metrosexual se acercó a mí.
-Puedes pagármelo ahora si quieres.-dijo levantando las cejas.
-Claro, ¿porqué no? Al parecer cago dinero.-enfaticé enojada.-¡Agg! ¡Indolente imbécil!-chillé.
Agarré mi falda para no acabar cayendo y me adentré, arrastrando los pies, en el instituto.
-¡Ey, espera!-me siguió corriendo.
-¡¿Qué?!-grité girándome hacia él.
-Mira señorita Virgen Maria, no tengo coche ahora mismo y vivo lejos. Nunca en mi vida me he montado en ningún transporte público y no voy ha hacerlo ahora, así que búscame una alternativa.
-Pues búscate un burro, ¿a mí qué me cuentas?-escupí con el humo saliendo por las orejas.
Dejándole ahí, con cara de horror por mis palabras de pueblo, me adentré aun más en el instituto hasta llegar a la clase. Antes de entrar solté una carcajada al recordar la cara que se le quedo.
-Buenos días alumnos.-saludé con una sonrisa de oreja a oreja.
-Buenos días.-respondieron los que no estaban dormidos.
Vi a una profesora sentada sobre la silla de mi escritorio.
-Gracias por su guardia.-le agradecí.
-De nada.-contestó secamente y salió sin mirarme.
Rodeé los ojos y empecé la clase pasando de que cómo una profesora pudiera ser tan inculta.
Una vez acabado mi trabajo, me dirigí a la salida del instituto cansada. Antes de llegar a salir vi como el indolente estaba sentado en una de las sillas que había delante de conserjería. Solté un suspiro para después dar la vuelta y ir lo más rápido posible a esconderme. Era tarde, oí como su boca formaba un "¡Ey, tú!" y escuché como sus caros zapatos sonaban contra el suelo al correr hacia mí. Aceleré el paso, pero no tardé en sentir su mano en mi brazo.
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Indolente: vago.
Nefertiti: fue una faraona de Egipto.
Hidrofília: enfermedad de Nefertit. Sucede cuando dos hermanos o familiares se casan unos con otros. A los hijos se les acumula agua en partes del cuerpo, entre ellas el cráneo.
Hatsepsut: Templo de Egipto.
Instagram: wassilahaddadi
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Todos Somos Africanos©
Random¿Alguna vez odiaste tanto a las personas que le echaste la culpa a la vida? ¿Alguna vez has buscado tanto la felicidad que no la encontraste hasta que dejaste de buscarla? ¿Alguna vez dijiste "la vida es una mierda"? ¿Sí? Pues este libro es para ti...