Capítulo 21

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Kirvi

Junaid se levantó y salió enfadado de la habitación dejándome con la fría soledad. Otra persona que amo, otra persona que pierdo. Soy como el desastre que destruyó Vietnam; siempre dejando heridos a mi paso. Pero era por mi bien, eso que él me ofrecía para permanecer a su lado solo me iba a destruir, poco a poco, pero al fin y al cabo me iba a destruir. Yo solo quería algo que durara y perdurara, no pedía mucho, era solo un poquito de amor para siempre.

Pasaron los días. La única fiel compañía que tuve durante esos días fue la blanca habitación. Junaid no volvió a cruzar la puerta de aquellas tristes paredes. Simplemente, se fue y no volvió. No lloré, yo fui la que quiso que fuera así. No me merecía lo poco que él quería darme. Yo soy el amor de mi vida y tengo que cuidarme, todos tenemos que cuidarnos, tanto del maltrato físico como del psicológico.

Dejé que mi hermano me atara los cordones de las bambas negras que vestían mis pies. Cuando acabó, se lo agradecí y me levanté con su ayuda. Tenía el cuerpo cansado y dolorido. Era como tener un saco lleno de piedras encima de la espalda. ¡Sobreviví, bienvenidos otra vez a la horrorosa vida de Kirvi! Esa vida que solo ocupan el trabajo, las responsabilidades, el tiempo que solo sabe volar y las siete horas perdidas que pasa durmiendo.

El tiempo, algo que no para ni para ir al baño. Siempre esta corriendo como si algo se le fuera a escapar. Le tengo un odio impresionante, le odio tanto que si fuera una persona le mataría sin rechistar. ¡Déjame vivir en paz! ¡Ya me basta con estar viva!

Salimos del sitio que me sirvió de refugio del mundo exterior por más de una semana. Caminamos por el pasillo a paso lento por culpa de mis pocas fuerzas. Por cada paso que daba observaba a la gente posar su mirada en mí, como si yo fuera el monumento recién descubierto. Algo que era mentira, tan mentira como decir que Cristóbal Colón descubrió América sabiendo que antes de él llegaron los Vikingos. ¡Yo fui descubierta por mi madre idiotas!

Una vez fuera, observé como los periodistas se empujaban entre ellos para poder tomarme una foto o hacerme preguntas que no conseguía comprender. No me gustaban ni me gustan las cámaras, quizás sea porque soy muy poco fotogénica o porque no entiendo el mecanismo de cómo un chisme puede atrapar al fantasma de alguien con tanta facilidad. Mi padre y mi hermano me hicieron de escudo hasta llegar al coche. Me metí en la parte de atrás con cara de miedo por la de gente que había interesada por mi vida. Esa era la idea, volver de la muerte para dejar de ser el fantasma que nadie ve. Respiré hondo. A medida que iba avanzando el coche yo iba observando cada detalle que construida la ciudad de Barcelona: los edificios, lo rascacielos, las casas, la gente corriendo de un lado a otro, feliz... La vida vuelve a atacar.

Entré por la puerta de casa con la mirada de toda mi familia encima. Yo solo miraba por donde andaba con la mirada cansada, estaba llena de odio y asco. La sociedad es una mierda, con todas sus letras. Por un lado la gente cerrada de mente, gente que trae violencia y guerra al mundo. Que si son machistas(sean hombres o mujeres) que si son racistas, que si son esto, que si son lo otro. Hoy en día ser inteligente es como torturarte a ti mismo. Los inteligentes son pocos, los mentes cerrada son muchos. Positivo más negativo es negativo, la fórmula matemática ya habla por si misma. Lo malo siempre supera lo bueno.

Cuando llegamos al comedor vi que Dounia estaba sentada encima del sofá sonriéndome con simpatía. Cuando vuelves de la muerte todo el mundo te respeta.

-Buenos días, Kirvi.-se acercó a mí para darme unos suaves golpecitos en mis doloridas mejillas con las suyas.

Asentí para pasar a su lado y sentarme en el sofá que ella ocupaba antes. Con la cara de sorpresa se acercó y se sentó a mi lado.

-¿Puedo hablar con ella a solas?-miró a los componentes de mi familia que se encontraban delante de nosotras.

Se giraron y salieron del comedor.

-Junaid está como loco.-fue lo primero que dijo una vez estuvieron fuera.-Va de un lado hacia otro sin saber que realmente está haciendo. Es como si tuviese la regla.-soltó una pequeña carcajada, pero al ver que no la acompañaba se calló para aclararse la garganta.

Miré a las patas del sofá y dejé que mi mirada se pierda en el más allá mientras ella hablaba.

-Ya sé que te dije que te alejaras de él, pero ya era tarde cuando te lo pedí. Está enamorado de ti. Nunca lo había visto igual de feliz de cuando estaba contigo, cuando le dejaste volvió a ser la misma persona fría y cerrada de antes.-suspiró.-Aunque no te lo creas, contigo se estaba abriendo más que con cualquier otra persona. Estaba empezando a ser otra persona.

Giré mi cabeza hacia ella con la cara seria y cansada.

-Si de verdad está enamorado de mí dile que ya sabe donde está mi casa y quiénes son mis padres. No me gustaría vivir en una mentira para que cuando él le dé la gana se vaya para no volver. Quiero algo seguro.

-Pero...-cogió mi mano suavemente.

La aparté con brusquedad.

-No tengo nada más que decir, así que no gastes saliva para nada.

-De acuerdo.

Cogió su bolso y hizo resonar el sonido de sus tacones de camino hacia la puerta para dar a entender que estaba enfadada.

Al oír como se cerraba la puerta de la entrada, mi padre apareció por la puerta apoyándose en el umbral con los brazos cruzados y la mirada triste.

-Lo siento...-pronuncié antes de pasar por su lado y desaparecer escaleras arriba.

Crucé la puerta de mi habitación justamente cuando mi móvil empezó a sonar. Era una música suave y tranquilizadora, pero para mí en ese momento fue como si unos boxeadores montaran una pelea contra mis neuronas. Me acerqué al móvil sin ganas y descolgué sin siquiera mirar.

-Dime.-me subí de rodillas a la cama para arrastrarme hasta llegar a acostarme encima de ella.

-Te has salvado por los pelos monjita. La próxima vez no tendrás tanta suerte.-el pitido que vino después de esas palabras si que fue silencioso.

Bloqueé el móvil y lo dejé encima de la mesita de noche. No estaba ni sorprendida ni asustada, ya nada importaba una vez mueres y revives. Fue como si fuera algo que sucediera todos los días; escuchas y asientes para irte después a dormir como si nada ha pasado. Eso mismo hice. Dormí como un bebé después de nacer, porque eso mismo era yo; alguien que acababa de recibir una nueva oportunidad en la vida. Yo, Kirvi Ridículo Salah, renació, con dolor, pero renació.

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¡Helloooooo linduras!

Entrevistador:(voz grave) ¿Cuáles son los motivos por los que usted tarda tanto en escribir nuevos capítulos, señorita Haddadi?

Wassila: Además de los deberes y exámenes, están las responsabilidades de casa y la poca vida social que tengo. También hay un problema que afecta a todo escritor, sea profesional o no; la falta de imaginación. Que yo sepa ningún escritor quiere escribir algo que no gustará a sus lectores, por eso mismo intento escribir nuevos capítulos en los días que no estoy demasiado agobiada y la imaginación me sobre.

Entrevistador: (voz grave) Oh, gracias por su respuesta, señorita Haddadi.

Wassila: (sonríe amablemente) A usted.

Después de esta entrevista tan rara que acabo de montar, pido disculpas y espero que entendáis mi retraso(no el mental sino el de llegar tarde). No en serio, ahora si me voy, hahahaha.

Instagram: wassilahaddadi

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