Kirvi
Le miré mientras se reía. Tenía hoyuelos, le hacían verse mucho más atractivo de lo que era. Soltamos un suspiro al unisono para después quedarnos mirándonos fijamente con una pequeña sonrisa en nuestros labios, unos labios que deseaban unirse en un profundo beso pero que las circunstancias lo impedían.
-Soy una torpe y eso de los espaguetis lo demuestra, ya lo sé, no hace falta que lo digas.-miré hacia el coche viendo a mi hermana con la mirada perdida en su móvil.
-Me gusta la gente torpe, me hace reír y hacerme reír es algo difícil.-habló mirando en la misma dirección que yo.
-Tengo que irme.-le apreté el hombro con una mano y me dirigí a mi vehículo.
-Adiós.-le oí decir detrás de mí.
Entré en el asiento del piloto, bajo la mirada de Junaid desaparecí por la carretera acompañada de Nour. Sonreí inconscientemente mirando al frente. Nunca antes un hombre me había dicho abiertamente que yo le gustaba.
Al llegar a casa, me metí en la cama. Cerré los ojos y me perdí en un mundo lejos de las personas, de los problemas, lejos de todo lo que perjudica.
(...)
Los alumnos tenían los ojos clavados en mi cara. Estaban atentos oyendo las diferencias entre el idealismo y el materialismo. Sara, la hija de Junaid, estaba sentada al fondo de la clase. No hablaba mucho, pero se comportaba bien. Era atenta y guapa. Tenía los ojos de su padre.
-El idealismo corresponde a la filosofía religiosa y el materialismo a la filosofía científica. ¿Alguien sabría decirme a que se refiere?-pregunté sentándome en mi escritorio.
Al ver que nadie decía nada, continué:
-El idealismo es cuando decimos, por ejemplo, está lloviendo porque Dios quiere. El materialismo es cuando decimos que llueve por la condensación del vapor de agua que contienen las nubes provocada por los núcleos de condensación y bla, bla, bla. Una es por nuestra imaginación o creencias y la otra por lo objetivo, científicamente. Así que con esto se demuestra que ser materialista no es solo ser una persona a la que solo le interesen las cosas materiales, si no que también la que se guía más por la ciencia que por las creencias, como los ateos.
-Los ateos dan asco.-se comentó en el fondo de la clase.
-No, los ateos son personas que piensan diferente a ti. Pero eso no quiere decir que den asco o que sean inferiores a ti ni tú a ellos. Lo que sí debería darte asco es; la xenofobia, la homofobia, el machismo sea a la mujer o al hombre, etc. Porque eso se llama pisar los derechos de los demás. Yo soy musulmana y respeto a la gente tal como es, mientras ellos me respeten a mí. Yo no entiendo porque una persona se puede enamorar de otra de su mismo sexo, pero no entender una cosa no significa odiarla, hay que respetar a la persona mientras sus pensamientos no te perjudiquen a ti.-miré fijamente al dueño del anterior comentario y le regalé una pequeña sonrisa antes de que él bajara la mirada avergonzado.-Con perjudicarte a ti no me refiero a que te moleste la idea de que la otra persona piense diferente a ti, me refiero a que esa persona tenga pensado hacerte daño o hacer daño a alguien más.
La clase seguía en silencio, los alumnos seguían atentos.
-Yo tenía una profesora cuando iba a la ESO que siempre decía: nosotros los humanos somos animales racionales, aunque aveces somos más animales que racionales. Yo os daré un consejo; respetar a la gente y la gente os respetará a vosotros. No os dejéis llevar por la parte animal, porque con esa parte podemos llegar a ser mucho más salvajes que los animales en sí. Con esa parte podemos destruir un país o el mundo entero. Vosotros mismos lo veis cada día en las noticias. Gente, gente débil asesinando niños por un poco de dinero más en sus bolsillos. Esa es gente dominada y consumida por la parte animal, salvajes.-justo al decir la última palabra el timbre empezó a cantar su melodía de cada sesenta minutos.
Todos se levantaron satisfechos(o no) y salieron de la clase. Agotada era la palabra que más me describía en ese momento. Ser profesora agota pero ayuda a trasmitir tus conocimientos a otra gente con la idea de hacerles pensar y razonar mejor.
Me puse la chaqueta ya que estaba lloviendo en pleno setiembre. Cogí mi bolso y salí para dirigirme a mi casa. Abrí la puerta de la entrada despidiéndome del conserje con una sonrisa. Era un conserje que estaba más cerca de la muerte que de la vida, lo que se resumía que tenía casi unos sesenta años. Pero la ironía era que todos estamos más cerca de la muerte que de la vida. El ser humano es débil, físicamente como psicológicamente. Tan débil como sentir que te da un infarto cuando ves al hombre que conociste hace poco y ya se te cae la baba cada vez que lo ves. Junaid estaba delante de su coche besando a su hija en la mejilla. Alzó la mirada y me vio. Sonrió y ordenó a su hija que entrara en el coche con una sonrisa para dirigirse hacia mí.
-¿Cómo está la miss Morocco?-bromeó dándome un golpe suave en el brazo.
-¿Miss Morocco?-puse una mueca de asco fingida.
Soltó una carcajada llena de humor.
-¿Te llevo?-sugirió señalando su coche.
-He traído mi coche.
-¿Y...? Te llevo hoy a casa y mañana paso por ti para traerte de nuevo.
-¿Y si me dejas irme hacia mi coche y tú te vas para tu casa?-enarqué las cejas.
-Pues que quiero pasar más tiempo contigo.-dijo metiéndose las manos en los bolsillos.
-Pues déjame darte un consejo.-me acerqué más a él.-Si de verdad me quieres, ya sabes donde está mi casa y sabes quiénes son mis padre como para ir y pedir mi hermosa mano.
-Pero...-intentó protestar con la mirada nerviosa.
-Pero que ahora tengo que irme hacia mi coche.-me giré para ir hacia mi coche, pero en el momento me agarró del brazo girándome.
-Creo que no sería lo correcto.-no entendí, pero me solté de su agarre y, dispuesta me giré para irme.
Comencé a caminar y cuando sentí que me seguía, sonreí.
-Entonces te acompaño.-habló a mis espaldas y aceleró el paso hasta llegar a mi lado.
Cuando llegamos, me llevé el mayor disgusto que cualquier humano con sentimientos podría llevarse al ser ofendido de esa manera. Mi coche, sin ruedas y con las ventanas rotas. Con pintura roja estaba gravado en las puerta "No Muslims". Levanté mi cabeza para evitar que las lágrimas salieran y me quemaran las mejillas. Me giré hacia Junaid, le estaba saliendo humo por las orejas. Con los ojos cristalinos y llenos de rabia miraba hacia los lados intentando encontrar al culpable, pero el pequeño aparcamiento de profesores estaba vacío. Estiró su mano cogiendo la mía.
-Vámonos.-ordenó empezando a estirar de mí hasta meterme en la parte del copiloto de su coche.
Empezó a conducir sin decir ni una palabra. Sara estaba confundida pero aun así continuó mirando su móvil y prefirió no preguntar. Mientras veía como el colegio se quedaba atrás las lágrimas empezaron a salir sin mi permiso. Tal y como pensaba, quemaban el alma, no solo las lágrimas en sí, todo: el estrés del trabajo, la gente que quería que no me entendía, la soledad...
-No les hagas caso.-rompió el silencio.-Son gente inculta y egoísta.
No respondí, simplemente me callé y seguí mirando por la ventana mientras me limpiaba las lágrimas.
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¡Capíííííííííítulo 7!
Espero que os guste y que dejéis un voto junto a una pequeña opinión :).
¡Buenas noches!
Instagram: wassilahaddadi
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Todos Somos Africanos©
Acak¿Alguna vez odiaste tanto a las personas que le echaste la culpa a la vida? ¿Alguna vez has buscado tanto la felicidad que no la encontraste hasta que dejaste de buscarla? ¿Alguna vez dijiste "la vida es una mierda"? ¿Sí? Pues este libro es para ti...