Kirvi
Estiré los brazos a los lados de la cama ocupándola por completo. Miré el techo con la cabeza llena de pensamientos, cosa que no es nueva. Eran las doce de la mañana. A un par de metros de la habitación se escuchaba a alguien utilizando instrumentos de cocina. Levanté las piernas y las volví a dejar en la cama haciéndome levantar. Caminé hasta mis pantalones y me los puse. También me puse el pañuelo y la fina chaqueta que llevaba el día anterior. Me miré en el espejo del armario y me quité las legañas de los ojos. Abrí la puerta con cuidado, salí y empecé por buscar el baño. No tardé en encontrarlo.
Una vez lista, fui escaleras abajo. Seguí el sonido hasta llegar a la cocina. Entré y vi a una mujer de espaldas.
-Hola.-saludé con la boca pequeña.
Dounia se giró hacia mí con una sonrisa.
-¡Hey! Junaid me dijo que estabas aquí.-chilló.-Duermes incluso más que yo, y mira que yo me paso tanto tiempo en la cama que algún día me acabará tragando.-se rió.
Sonreí incapaz de reírme. Que sí, que es su hermana y bla, bla, bla. Pero si alguna vez has envidiado a alguien sabrás que se tarda tiempo en hacer pasar el efecto.
-Lo siento por hacerte creer que yo tenía algo con Junaid, es que me encanta joder.-volvió a agrandar su boca en una sonrisa mientras levantaba las manos como si hubiera ganado las Olimpiadas.
El muy... le había contado todo. Respira Kirvi, respira.
-No pasa nada, solo fue un malentendido.-formé otra de mis sonrisas falsas que tan bien se me daban.
-Bueno, ya que mi hermano no está aquí para que puedas besayunarlo, tendrás que elegir otra cosa, ¿qué te apetece?-puso sus codos encima de la encimera que se encontraba en medio de nosotras dos.
Hice una mueca de asco por la cursilería que me soltó.
-¿Y porqué iba a querer yo que tu hermano me besayunase?-pregunté pronunciando la última palabra con sorna.
-Por nada, ¿quieres desayunar o no?-se llevó la barbilla hasta sus manos y la acostó sobre estas con los codos aún en la encimera.
-Cereales me vienen bien.-respondí desconcertada.
-Lo que usted desee.
La miré y pensé en que quizá Junaid le había contado lo estúpida que había sido últimamente. ¿Se lo habría contado a alguien más?
Me tendió un tazón lleno de cereales redondos y de colorines bañados en leche. Lo cogí y empecé a comerlos con la cuchara que ella había hundido en la leche junto a los cereales. Mientras yo comía ella me observó con una expresión más seria en la cara. Levanté mi mirada del tazón hacia ella con las cejas enarcadas.
-¿Pasa algo?-pregunté con la cuchara en la boca, a lo que me salió un ruido en forma de palabras.
-No, simplemente me dan miedo las mujeres que se acercan a mi hermano.-contestó sinceramente.
-¿Así que te doy miedo?-cuestioné dejando la cuchara dentro del tazón.
-Tú no mucho. Él ha sufrido demasiado hasta que ha llegado aquí, no quiero que vuelva a caer de nuevo.-siseó.-Si de verdad le quieres aléjate de él, las mujeres como novias o esposas solo le hunden la vida.
-Nadie dijo que yo quisiera ser su novia ni esposa. Él fue el que se interesó en mí des del principio, la culpa de que yo este aquí es de suya.-mentí a medias.
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Todos Somos Africanos©
Aléatoire¿Alguna vez odiaste tanto a las personas que le echaste la culpa a la vida? ¿Alguna vez has buscado tanto la felicidad que no la encontraste hasta que dejaste de buscarla? ¿Alguna vez dijiste "la vida es una mierda"? ¿Sí? Pues este libro es para ti...