Capítulo 8

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-Otro juego, la verdad esto es ya casi insoportable- refunfuñó Cristobal.

-Cristobal, pero... ¿cuál es tu apellido? ¿Colón?- Diego interrumpió a Cristobal mientras se reía.

-Salvatierra, ese es mi apellido.

-¿Y a qué se debe? ¿salvaste la tierra?- se carcajeaba Diego.

-No, pero intenté salvar a tu madre, le dije que usara condón pero no me hizo caso.

-¡OHHH!- todos gritaron.

Después que Cristobal había dejado a Diego callado, todos se durmieron, para hablar con mucha más calma en la mañana.

Viernes 4 de Noviembre, 11:30: a.m.

Entré con un anuncio breve antes de entregarles el alimento.

-Buen día, tengo buenas noticias para ustedes...- les dije mientras le entregaba comida.

-¿Qué nos quieres decir? ¿es recordatorio del juego?- dijo Diego.

-No, pero se me estaba olvidando, gracias.

-¡Puta madre Diego! ¿no puedes callarte?- se enfadó Bruno.

-Bueno, volviendo al anuncio, tengo que decirles que desde ahora en adelante solamente serán 12 participantes, ya no serán 20.

-¿Y porqué cambiaste de opinión? ¿acaso te arrepentiste?- se rió de nuevo Diego.

-No Diego, yo lo hago porque me da la gana, además si yo quisiera pudiera matarte ahora mismo.

Después de dar el anuncio, y de recordar el juego, salí de la habitación a planificar el próximo secuestro.

-Bueno Diego, la cagaste, de nuevo- se enfadó también Cristobal.

-Bueno ya, deja de echármelo en cara Cristobal.

-Te lo puedo echar en cara toda la puta vida si quiero, con tal que dejes de hacer pendejadas.

-Ya, vamos a dormir que mañana entra una chica si no me equivoco- al fin habló Juliana.

Sábado 5 de Noviembre, 3:30 p.m.

Antes de salir a buscar su nueva compañera necesitaba dejarlos hacer una pequeña actividad.

-Buenas, seré directo a los que se comportaron bien los recompensaré, en cambio a los que se comportaron mal los voy a castigar.

-¿Y los que se comportaron mal, vendría ser contigo? o con los demás en sí- preguntó Cristobal.

-Los que se pusieron a pelear entre sí, y los tengo en la mira, Cristobal y Diego.

Los dos se pusieron muy nerviosos, tanto así que no salió ni una sola palabra de sus bocas.

-Comencemos, que tengo poco tiempo, tengo que salir rápido...

-Comienza pues...

-Bruno y Flavia, ahora pueden usar la puerta que tienen ahí, para que se puedan juntar y charlas juntos lado a lado, Juliana, tú... tú recibirás comida durante tres días seguidos, Nicole, tú te juntarás con Alan, ahí podrán conocerse mejor...

No había nombrado a Diego ni a Cristobal todavía, pero ellos ya sabían qué significaba...

-Cristobal y Diego, ambos serán torturados, pero no de la manera que piensan, no, serán atados de sus cuatro extremidades y de ahí no se moverán...

-Pero.. ¿cómo comeríamos?

-Esa es la cuestión, no comerán durante tres días seguidos, pero si vendré a darles un poco de agua, solamente eso puedo hacer.

-Mierda- susurró Diego.

Y así lo hice, até a Diego y a Cristobal, y los dejé ahí, luego me despedí.

-Vuelvo más tarde con su nueva compañera.

10:00 p.m.

Veía a una chica, tenía el tamaño de una de 15 años, la inmadurez de una de 10, y la rabia de una de 50.

Me acerqué y le susurré bien en voz baja.

-Bienvenida al juego.

-Aish, Daniel te dije que no volvieras a buscar...

Antes de que termine de decir su queja le tiré para su golpe en la cara, sentía lástima, pero a la vez placer, y a la vez también felicidad.

-Uf, creo que esta se va a llevar muy pero que muy bien con Diego, los dos son así, bien jodidos- dije mientras la metía en el maletero.

Llegamos a su habitación, y a ella también la até a una silla, porque sino, iba a reaccionar mu mal.

-Despierta.

-¿Quién carajos eres?- dijo con la cara repugnante.

-Dime tu nombre.

-No te diré mi nombre- comenzó a elevar la voz.

-Mira zorra, deja de contestar así, solamente quiero que me digas tu nombre.

-No te lo diré.

-Si no me lo dices, tendré que sacártelo a la fuerza- dije mientras sacaba mi bate de béisbol.

-Me llamo Lua, y te quiero decir que si no me sueltas voy a gritar muy fuerte, y lo digo enserio loco- seguía levantando la voz.

-Quiero ver que lo intentes- me reía mientras que a la vez me salía de la habitación.

-¡OYE! ¡NO ME DEJES AQUÍ! ¡MALDITO PERRO!- no paraba de gritar.

-Mierda, Lua, creo que así te llamas, deja de gritar por favor, estás alterando a todos los demás.

-¿Y qué me importa a mí?- se puso bien histérica Lua.

-Creo que va a ser difícil lidiar con Lua- suspiró Flavia mientras Bruno la abrazaba.

-Y bien... ¿me van a decir qué mierdas sucede aquí?- seguía levantando la voz.

-Te lo diremos cuando te calmes...

-¡MIERDA! ¡ODIO AL PUTO MUNDO! ¿SABEN QUÉ? NO ME HABLEN, AISH...

-Bueno, si así se calma la fiera...- susurró Diego. 


Asesino Serial | Comienza El Juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora