Capitulo 12

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Leire

Después de estar en el hospital fuimos a mi casa a ver si ya la habían asegurado, y así era, ya podría volver a mi casa. Entramos y encontré a un Eric hambriento saqueando la nevera.

- ¡Te va a dar algo como sigas comiendo así! - Dije riendo. Él dio un respingo, seguramente porque no sabía que estábamos y chocó con su cabeza en la parte superior de la nevera.

- Ja-Ja. Me muero de hambre, la comida del hospital es asquerosa - Dijo sin dejar de comer.

- Mira, te presento a Taylor, mi novio.

- ¿Novio? - Dijo arqueando una ceja. Y justo en ese momento se puso en modo hermano protector y empezó a hacer preguntas absurdas a Taylor, preguntas absurdas que me avergonzaban demasiado. Eran preguntas tipo, ¿cuántos años tienes? ¿a cuántas te has tirado? ¿qué tipo de sangre tienes? ¿te masturbas? ¿la vas a romper el corazón? Vamos, que se entiende que me avergonzó, ¿no?

- ¡¡¡Eric!!! ¡Para ya! - Dije más roja que un tomate por la vergüenza que me hizo pasar.

- Solo quería asegurarme de ciertas cosas - Dijo Eric, todavía comiendo.

- ¿Ciertas cosas? ¡Le has preguntado si se masturba! ¿Qué clase de pregunta es esa? - Dije algo molesta.

- Pues si es un salido, te convendría alejarte de él - Dijo con la boca llena. Bufé y tiré de Taylor para salir. Seguro que estaba como un tomate, la última vez que tuve novio duré 1 mes porque me avergonzaba tanto cada vez que venía a casa que me quería morir, y lo tuvimos que dejar. Pero con Taylor no iba a ser igual.

- Lo siento - Dije avergonzada, ya cuando estábamos alejados de casa. Él, mi novio, tan majo que es, estalló y se empezó a reír.

- ¡¡No te rías!! ¡Me quise morir de vergüenza! - Dije dándole en el brazo.

- Perdón, pero es que a sido muy gracioso - Dijo secándose una lágrima provocada por la risa.

- Idiota - Dije cruzándome de brazos y fingiendo enfadarme.

- ¿Te has enfadado? - Dijo susurrándome al oído y cogiéndome por la cintura.

- Quita - Dije intentando separarme de él, algo técnicamente imposible ya que es más fuerte que yo.

- No seas boba - Dijo besándome poco a poco el cuello. Y yo claro, es imposible resistirse a eso, y si es mi novio, tendré que aprovecharlo, ¿no?

- Te odio - Dije besándolo.

- Normalmente la gente que se odia no se besa - Dijo sonriendo y plantando sus labios en los míos.

- Yo demuestro mi odio diferente - Dije volviéndolo a besar.

- Pues si me lo vas a demostrar así ódiame - Dijo sonriente.

- Pero es mejor cuando la gente me cae bien.

- ¿Mejor qué esto?

- Sí, pero tú puedes hacerme feliz fácilmente - Dije pícara.

- Me alegro - Dijo besándome. Cuando nos percatamos que toda la calle nos estaba mirando, con muy poco disimulo, seguimos caminando y hablando de bobadas. Luego fuimos a Starbucks, donde nos encontramos a la otra pareja de enamorados, Alex y Maika.

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