Taylor
Me dirigía con Alex a Starbucks, cuando al entrar vi que un estúpido camarero estaba susurrando algo a Leire. Mi cuerpo empezó a arder del enfado que sentía. Me acerqué a él para decirle alguna que otra cosa.
- ¡¿¡Pero de que vas?!? - Dije empujándole y convirtiéndonos en el centro de atención de la cafetería.
- Lo.. Lo siento - Dijo tartamudeando.
- Ella es mía, SOLO MÍA - Dije recalcando las dos ultimas palabras.
- Perdón, no lo sabía - Dijo entrando a la cocina de la cafetería. Cuando me quise dar cuenta Leire estaba saliendo por la puerta, seguro que enfadada. Corrí tras ella hasta alcanzarla.
- ¡Leire, espera! - Dije tirando de su brazo haciendo que se diera la vuelta.
- ¿Qué quieres?
- Perdón. Solo... Estaba celoso.
- ¿Y por eso casi le matas?
- No exageres.
- ¿Y que es eso de que solo soy tuya? Que te quede claro, yo no soy de nadie, no soy ningún objeto como para que andes diciendo que soy tuya o del vecino o de quien sea.
- Perdón.
- Mire señorito, esta se la perdono. Pero ni una más, ¿de acuerdo? - Asentí y le di un beso.
El resto del día estuvo muy seria y solo me respondía con monosílabos y alguna que otra vez con una oración un poco más larga. Me sentía un estúpido por haber dicho eso, espero que se la quite el enfado pronto.
Leire
Taylor se puso hecho una fiera con aquel chico. Vale, estaba celoso, lo entiendo, pero se defenderme yo sola y no soy suya. No me gustó que dijera eso, pero aun así le perdoné, tenía que estar 1 semana con él en una habitación y no quería que estuviéramos enfadados toda la semana. Ese día no le dirigí casi la palabra a Taylor, quería que al menos se me notara un poco el enfado, al día siguiente le hablaría, pero nada de besos.
Una vez en el maldito avión tuve que ver como todas las azafatas miraban a Taylor sonrientes y le ponían los pechos con kilos de silicona en la cara, Taylor las mandaba a la mierda, pero eso no arreglaría mi enfado.
- ¿Cuánto tiempo vas a estar así? - Dijo Taylor mirándome a los ojos. La verdad es que era un enfado un poco tonto, pero bueno.
- ¿Así como?
- No finjas que no lo sabes.
- Mira, solo estoy un poco molesta, no importa - Dije esbozando una sonrisa y dándole un beso.
- Vale, ¿estarás feliz conmigo cuando lleguemos a New York?
- Mientras no dejes que te pongan los pechos en la cara sí.
- De acuerdo - Dijo sonriendo y dándome un beso con el que finalizamos nuestra conversación.
El resto del viaje fue la persona más grosera que pudo haber con las azafatas. Me hacía mucha gracia. Yo las provocaba besándolo y riéndome en su cara. Se lo merecían, por putas.
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Solo mía
RomanceLeire, una joven que se muda a Londres por problemas familiares, conoce a Taylor, al principio decide ignorarle completamente, pero poco a poco Taylor se la va ganando. ¿Terminará surgiendo el amor entre ellos dos?