37

13.2K 664 249
                                    

Marylise.

Nunca había deseado tanto que las clases terminaran y, a la vez, que le aumentaran otras tres horas más. Quería salir, pero a la vez no. Quería enfrentarme a todo, pero al mismo tiempo deseaba esconderme en algún lugar y no salir hasta haberlo olvidado todo.

Esta mañana le mandé un mensaje a Harry, preguntándole si podía venir por mi hoy a la escuela; no he recibido respuesta alguna aún. No me atreví a llamarle antes. Podría haberlo hecho el jueves en la noche, luego de haber salido de la casa de Lili, o el viernes en la mañana... tal vez si lo hubiese hecho así ya todo estuviese arreglado y aclarado, pero no pude hacerlo, no me pude decidir hasta hoy en la mañana del lunes. A veces quisiera no ser tan cobarde... realmente a veces quisiera no darle vueltas en mi cabeza mil veces a todo antes de siquiera pensar en hacerlo.

Cuando mi clase de literatura terminó, también terminó mi labor del día en la escuela, las clases habían llegado a su fin para mi grupo y ya todos habían salido disparados por la puerta hacia la salida. Yo, con calma, esperé a que todos salieran para finalmente hacerlo también.

Dalila volvió a preguntarme, por enésima vez en el día, si quería que su mamá me llevase a casa y yo, por última vez, le contesté que no, que estaba bien así. Le dije que tenía que hacer unas cosas primero y después me iría a casa por mis propios medios, que no se preocupara por eso. Le había mentido, sí, pero no podía decirle –inventarle– que volvería a darle clases de matemáticas a su vecino, como un intento de excusa para irme con él, porque ella ya se había enterado que Harry había terminado con sus estudios la semana pasada.

Su graduación será este sábado, sólo faltan cinco días, y yo no sé si las cosas entre él y yo ya estén bien para ese entonces. No sé si podré verlo vestido de traje, recibiendo sus papeles y su título. No sé si podré felicitarlo de frente con un abrazo y un beso. Sólo espero que las cosas resulten bien el día de hoy... sólo espero eso.

Después de unos segundos de esperarlo completamente sola (Dalila ya se había ido con su mamá, Lili tenía una clase extra hoy y Brent no había venido a la escuela porque tenía un juego muy importante de soccer, él es el defensor central, o algo así; él me lo dijo un día, pero no lo recuerdo realmente. Brent me pidió que fuera a verlo, pero no pude hacerlo porque iba a faltar a clases), visualizo un auto de color negro estacionarse en la acera. El conductor de éste apaga el motor y sale del auto, rodeándolo y colocándose al otro lado, en donde podía verlo perfectamente. Él me regala una sonrisa (que más bien pareció una mueca) al verme y yo me obligo a devolvérsela, igual o incluso más incómoda que la de él.

—Hola— Me saluda, cuando me acerco a su auto y me coloco frente a él.

—Hola— Le devuelvo el saludo, pero éste mucho más tímido.

Hace tanto tiempo que no lo miraba. Ya va casi un mes desde la última vez que nos vimos y hablamos de frente. Se ve más guapo que antes, con esa camisa abierta hasta tres botones, sus botas y su pantalón negro ajustado de siempre. Su cabello largo y ondulado, me encanta su cabello... 

— ¿Quieres...— No termina su pregunta, simplemente hace un ademán hacia la puerta de su auto y entonces entiendo lo que quiere decir. Abro mi boca para decir algo pero, al no encontrar palabras, la cierro, le regalo una sonrisa tímida y asiento con la cabeza. Él abre la puerta del copiloto y me deja pasar antes de cerrarla y entrar él también, pero por el lado del conductor.

— ¿A dónde quieres ir?

—A donde tú quieras— Le contesto, observando mis manos sobre mi regazo.

—Tú dime.

Suelto una pesada exhalación por mi nariz y lo pienso.

— ¿Podemos ir a tu casa?— Pregunto, finalmente, a lo que él termina por aceptar.

Teach me math, baby » H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora