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[Este capítulo es narrado de una forma diferente para poder explicar de una manera más sencilla los acontecimientos del pasado, que son necesarios para comprender algunas partes de la historia. En este se narran de manera no gráfica algunos sucesos relacionados a la muerte, depresión, abuso, ansiedad crónica y específicos problemas mentales, por lo que si eres sencible a algunos de estos temas te pido que no lo leas. Recuerda que si sientes que algo te está afectando, no estás solx, pide ayuda, acércate a alguien, no temas, que siempre habrá quien te aprecie y te acompañará en esos momentos difíciles. Cuídate mucho, tu vida y tu valen mucho más de lo que te imaginas, un abrazo<3]

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¿Qué se supone que debería estar haciendo un niño de tan solo ocho años?

A esa edad, hace más de veinte años de la actualidad, lo más común era verlos jugar por las calles, y los más introvertidos normalmente pasaban sus tardes dentro de sus habitaciones jugando con sus consolas o juegos de mesa, compartiendo momentos de felicidad y risas con sus amigos o familia. Siendo simplemente niños.

Pero algunos otros, no corrían con tanta suerte.

El más pequeño de una familia no tan convencional había llegado al mundo no en el mejor momento. La relación entre sus padres había estado deteriorándose año tras año desde que tomaron la decisión de irse a vivir juntos, esto al enterarse que serían padres de una hermosa niña siendo ellos aún muy jóvenes. Era de esperarse que, la emoción tan grande que sintieron al inicio acompañada de un cumulo de emociones positivas acerca de su futuro, no sería la misma por siempre.

Al poco tiempo comenzaron los problemas, unos más insignificantes que otros, pero que aún así lograban hacerles discutir casi diariamente, quizá debido al estrés provocado por los radicales cambios que sufrieron en sus vidas, o quizá porque simplemente no estaban preparados para lo que se les afrontaba.

Claramente, no es lo mismo tener una pareja con la cual sales a algún lugar a modo de cita y visitas por las tardes en su domicilio, aunque sea de forma frecuente, y que incluso jures conocerla a la perfección, que vivir con esa persona bajo el mismo techo día tras día, noche tras noche; y ellos lo estaban sintiendo en carne propia.

Por todos estos conflictos que fueron apagando la relación y el interés por seguir construyendo su vida juntos, pensaron seriamente en abandonar ese sueño antes de que comenzaran a lastimarse unos a otros. Pero antes de que siquiera tomaran una decisión definitiva, una sorpresa les aguardaba. El no tener la posibilidad de elegir fue otra frustración que tuvieron que cargar bajo sus hombros.

¿Qué podrían haber hecho? ¿No tenerlo? Por supuesto que no. Esto iba en contra de sus principios morales que su religión y sus padres les habían inculcado desde pequeños, aunque el pensamiento se hizo presente de igual forma, siendo desechado al poco tiempo.

Entonces, ¿Qué era lo mejor? ¿Continuar a pesar de todo por lo que habían estado atravesando? ¿Seguir con su intento de familia feliz a pesar de que ya no existía nada más que cariño por convivencia diaria entre ambos? ¿Lo mejor era continuar a pesar de que sabían en su interior que no funcionaría?

Y así fue...

El dinero que ganaban en sus trabajos de medio tiempo comenzaba a no rendir lo suficiente para mantener a una familia de ahora cuatro integrantes, y las discusiones y reclamos mutuos no se hicieron esperar, convirtiéndose en una constante en su día a día. La vida temprana del pequeño se vio envuelta en dramas y conflictos familiares de los cuales, con el pasar de los años, fue siendo consciente. Por supuesto que recordaba momentos felices, porque los hubo y porque su hermana se encargaba de contarle con añoranza y pena, pero no eran lo suficientemente memorables como para hacer que sopesaran más que los momentos dolosos que, sabía con certeza, lo involucraban a él y a su hermana en la mayoría de los casos.

Teach me math, baby » H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora