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Marylise

Ni siquiera sé cuánto he caminado, no tengo ni idea a dónde he llegado a parar, simplemente he huido sin rumbo alguno, simplemente he intentado escapar de mi realidad y perderme en otro mundo por lo menos un momento.

La lluvia ya me alcanzó hace unos cuantos minutos. Me encuentro refugiada en una banca en la parada de autobuses sin siquiera poder salir de ahí porque la intensa lluvia no me lo permite.

Ni siquiera sé qué hora es, no me traje mi teléfono, no me traje absolutamente nada, solo salí de mi casa sin pensarlo y caminé por mucho tiempo hasta llegar aquí.

Observo mis zapatos algo húmedos y cómo estos se mueven de un lado a otro cuando se los ordeno, pero de pronto, un objeto plastificado y de color negro obstruye mi visión. Lo observo bien y noto que es un paraguas y la persona quien me lo ofrece se encuentra delante de mí.

—Tómalo— Me pide, manteniendo su postura. Yo le rechazo, sin siquiera mirarle, pero el sujeto insiste, por lo que decido tomarlo.

—Gracias— Le digo, embozando una grácil sonrisa y tomando el objeto.

Le miro por un largo rato mientras él hace lo mismo, en completo silencio, tan solo se escucha la lluvia caer a borbotones sobre el asfalto y acera.

— ¿Qué haces aquí?— Me pregunta de pronto, sacándome de mis pensamientos.

—Espero algún transporte— Me apresuro a inventar, aunque claramente, ni siquiera tenga ni un quinto para pagarlo.

— ¿A estas horas, con este clima?— Inquiere, receloso de mi respuesta.

—Solo andaba por ahí y comenzó a llover, por eso espero aquí a que pase un poco— Me las ingenio para decir, aunque en cierta parte no estoy mintiendo.

—Ahm… No lo creo— Comenta, en el mismo tono que antes—. El clima y las nubes están demasiado densas, no parará por un rato.

—Esperaré— Sentencio, en un intento desesperado por acabar con la conversación.

—Pues ahora ya tienes esto— Dice, señalando el paraguas en mis manos; le miro y asiento con la cabeza en respuesta.

— ¿Y tú no lo ocuparás?— Le pregunto, refiriéndome al objeto en mis manos.

—No, aparqué mi auto por allá cerca cuando te vi— Voltea hacia atrás y señala un punto hacia la derecha; frunzo mi ceño en consternación al escucharle.

— ¿Por qué?— Pregunto, ganándome un gesto perplejo de su parte—. ¿Por qué lo aparcaste cerca? ¿Por qué viniste hacia aquí?— Me esclarezco.

—Porque...— Lo piensa un poco, haciendo una pequeña pausa—, porque vi a alguien correr bajo la lluvia y refugiarse en este lugar, así que creí que necesitaba ayuda..., y aquí estoy.

— ¿Y cómo supiste que esa persona era yo?

—No lo sabía.

—Claro— Digo, con un marcado tono de sarcasmo.

Él simplemente me mira y sonríe ligero, y me atrevo a decir que algo nervioso también, luego de voltear hacia ambos lados un par de veces.

— ¿Me puedo sentar?— Me pide, levantando ligeramente sus cejas y hundiendo sus labios dentro de su boca, en un gesto infantil.

— ¿Eso quieres?

— ¿Eso quieres tu?

—Me da igual— Digo, al mismo tiempo que me encojo de hombros, él lo toma como un claro "sí", sentándose a mi lado en la banca, soltando un suspiro en el proceso y dejando que el silencio incómodo invada el ambiente.

Teach me math, baby » H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora