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Estaba cansada de que esto siga sucediendo, nada le aseguraba si aguantaría un día más en ese infierno. Vivir con su Betriz nunca fue una buena idea, pero la negación y estar desesperado te hacen hacer cosas de locos. Empezando porque no entendía el motivo por el cual "Beeth" era el sobrenombre de su tía. "Por el amor de Dios, diganle Beatriz" pensaba cada vez que la oía nombrar.

Hacía dos semanas que se había mudado a la casa de su tía para que sus padres le permitan vivir en la ciudad y así poder asistir a la universidad. Quería ser abogada, o eso creía por el momento. Convencer a su padre no fue nada fácil, supongo que ningún padre quiere que su hija se exponga a los peligros de la gran ciudad, y mucho menos a los excesos. Pero Macarena se lo dijo muy claro "debes dejarme ir", "soltar" dirían hoy en día. A su madre se le hizo fácil, incluso parecía que estaba deseando el día en que Macarena abra las alas y se eche a volar. Pero aterrizar en casa de su tía no había sido una buena idea, los pelos de sus gatos ya habían arruinado la mitad de su ropa, y el olor a ajo de la casa la hacía vomitar. Macarena apenas llegó lavó dos veces el juego de sábanas que tia Beeth le había dado. Sin embargo no logró quitarle el rancio olor. Tuvo arcadas toda la noche, maldiciendo no haber llevado su propio juego.

Todas estas cosas pasaban por la mente de Macarena mientras intentaba terminar de cenar sin que Plutón, el gato más feo del mundo, se la comiera. El felino se paseaba encima de la mesa esperando la distracción de la joven. Los primeros días logró llevarse algo, pero hoy Macarena no tenía paciencia, lo sacaría de una patada si era necesario aprovechando que tía Beeth tomaba una ducha.

Vivir en la gran ciudad era exactamente lo que ella imaginaba: las calles, la gente, la universidad. Aun que aun no habían comenzado las clases Macarena ya había recorrido varias veces las instalaciones, y le encantaba. No podía esperar para conocer las materias, a los profesores, a sus compañeros, etc. ¿Las chicas serán amables con ella? ¿Habrá chicos lindos? No podía esperar a saberlo. El problema de todo era que no quería estar viviendo en un pozo lleno de gatos. Eso sin duda arruinaría su primer año universitario.

 Debía hacer algo, pero no sabía qué.


Dale a tu cuerpo alegría, Macarena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora