XXV

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A veces pasan las cosas y no entendemos cómo, cuándo o por qué.

En esa situación me encontraba. Sábado al medio día, tapada hasta la coronilla porque estábamos en pleno Agosto y el frío se hacía notar.

"¿Cómo llegué acá?". Realmente no me imagino peor escenario.

Ya había empezado a cursar, por fin sentía que estaba en el camino correcto, pero como recién comenzó el cuatrimentres no tenía mucho que estudiar, ya había adelantado todas las lecturas que podía. Si Cris se enteraba me diría "tragalibros". En fin, me gustaba hacerlo y me hacía olvidarme de la realidad, lo que estaba sucediendo.

Porque obvio que no podemos tener todo en la vida: mi carrera universitaria esta remontando pero lo demás...

El timbre interrumpió mis pensamientos. "Mierda". Es sábado! ¿Quien viene a verme un sábado? Me destapé apresurada, estoy segura que dormí más de 8 horas, mi cara debía estar hinchada como nunca. Corrí al baño para lavarme la cara y mínimo intentar lavarme los dientes. Mientras refregaba mis ojos para quitar las lagañas alguien tocó la puerta.

Genial.

Enjuagué mi boca y la persona que se encontraba detrás de mi puerta volvió a tocar. Ok. Sea quien sea iba a matarlo. Intente acomodar mi pelo lo máximo que pude y fui a abrir así, con mi pijama de Harry Potter, el pelo descontrolado y un humor de perros.

-¿Sebas?

-Maca!!

Las reacciones fueron completamente distintas, nunca creí que él pasaría a verme.

-Nahuel vive ahí, sabes, ¿no?- Le dije señalando la puerta que se encontraba justo frente a la mía. Sebas río con ganas.

-Lo sé, pero vine a verte a vos. ¿Nos tomamos unos mates?

Sonreí, la primera sonrisa del día. Tener visitas no estaba tan mal, teniendo en cuenta que con mi humor no iba a reírme ni aunque vea Mean Girls por décima vez. Lo deje pasar y fui hasta mi cuarto a cambiarme. Tenía que aprovechar la visita para cambiarme de ropa, sino éste se iba a convertir en otro fin de semana en pijama, y eso no era bueno para mi salud mental.

-¿Cómo estás? Hace tiempo no te veo- Me preguntó desde la cocina.

-Bien, descubriendo el mundo de las letras.

No obtuve respuestas, eso me extrañó. Terminé de ponerme el jean y me dirigí a la cocina con las zapatillas en la mano. Me intrigaba saber qué hacía Sebas.

Él sostenía mi almohada y miraba el sillón con una media sonrisa en los labios. Mierda.

-¿Dormiste en el sillón?

Intenté actuar natural, sin darle mucha importancia. Me dirigí a la cocina con paso lento, poner la pava a calentar era la excusa perfecta para alejarme de él y que no vea mi reacción.

-Ehh, si, estaba leyendo y me dormí.

Como cada vez que mentía esbocé una sonrisa mostrando lo dientes, pero Sebas no me estaba mirando: Touche!

No tener la capacidad de mentir era algo que no me hacía gracia, aunque mi reacción sea reírme.

-oh, claro, te quedaste dormida y el hada de los sueños arreglo el sillón como si lo hubieras planeado.

Ok, quizá no había pensado en eso. Es que me daba tanta vergüenza admitirlo. ¿Cómo es que había llegado a ese punto?

Seguía en la cocina, mirando un punto fijo de los azulejos y preguntándome lo que me preguntaba hace días. ¿Qué pasó?

-¿Qué pasó?- Susurró Sebas a mi lado, di un salto al oírlo, estaba tan sumida en mis pensamientos que no había notado que estaba acercándose.

-Es muy vergonzoso- dije con una media sonrisa. Fui sincera, como siempre, y me sentí bien al instante. Aunque todavía no le terminaba de decir el porqué.

-¿Qué pasó?- Sebas se mostró preocupado de inmediato, algo tierno de su parte. Al parece, su relación con mi mejor amiga había hecho que desarrolle empatía hacia mi persona.

Mientras mi cerebro buscaba la forma de contarle lo que pasaba, escuchamos el ruido de una puerta. Porque claro, en este edificio todo se escucha. Risas, cháchara, sonido de besos-sopapa, gente bajando la escalera. La cara de indignación de Sebas resumía todo.

-Nahuel pasó la noche con alguien.

Hice una especie de gestualidad poco definida.

-Con alguien que no sos vos.

Otro gesto, más penoso que el anterior.

-¿Qué le pasa? Fue a verte para tu cumpleaños, parecía que estaba todo bien...¿Segura que no es solo una amiga?- Lo dijo, pero ni él estaba convencido.

-Se diferenciar entre los ruidos sexuales y el resto de los ruidos.

Sebas puso su mano derecha sobre su frente. Se veía sorprendido, indignado, horrorizado.

-Maca no... no se que decir. Él realmente te ama. No se porqué se comporta así. Es...

-Un idiota.- Termine la frase por él. –Sebas, sé que es tu amigo, pero si así es como ama realmente no me interesa. – Inevitablemente, los ojos se me llenaron de lágrimas cuando hablaba.- Yo también pensé que estaba todo bien, pero esto me dice lo contrario. Volví hace semanas, y él...nada. ME esperó para abrir su carta y solo eso.

-¿Seguro que sabe que estas?

Lo mire con mis mejores ojos de "¿En serio?"

-Si, fue una pregunta idiota, perdón.

-En fin, no quiero verlo...ni siquiera puedo odiarlo.

-¿Estabas enamorada de él verdad?

-Creo que sí. Lo cual es raro, porque solo nos besamos una vez.

Sebas se acercó a mi, y apoyo su mano en mi hombro, dándome apoyo.

-Quizá en eso se basa la magia en ustedes. Nunca pasó nada más allá que en sus deseos.

-Gracias a Dios Sebastián. Si hubiera ido más allá ahora sería un mar de lágrimas.

Aunque algunas noches lo soy, no voy a negarlo, pero no iba a admitírselo al mejor amigo del chico que me hacía llorar.

-Nunca pasó más que un beso y dormir en la misma cama...

-Eso ya es demasiado.

-Escuchame Maca, quizá eso es lo que no te deja ver. Quizá lo suyo se basa en eso, en lo prohibido, y cuando pase algo más quizá no sientas nada.

-Dijiste muchas veces "Quizá" y me confundiste.

-Maca- Me miró con seriedad, sabía que comentaba nimiedades para no enfocarme en lo importante.

-Si, te entendí, pero todavía no se si estoy de acuerdo.

Sebas suspiro, como si le estuviera explicando algo difícil de entender a un niño.

-Cuando lo sepas, ¿Vas a llamarme?

Asentí con la cabeza, sin tener la menor idea de dónde me metía.

Dale a tu cuerpo alegría, Macarena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora