UNO, DOS, TRES ¡TEQUILA!

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-FUE COMO UNA RA-FA-GA TU AMOOOOR, ME ENAMORÓ

Cantábamos a los gritos con Lucía, frente a la computadora con un micrófono invisible en las manos. Ya eran las dos de la mañana, estábamos a pleno.

-Así solita me dejooooo, no me cogió- Terminó Lucía. Lancé una carcajada muy exagerada, tirando la cabeza para atrás y todo. Cris estaba entretenida con Seba en el sillón, los demás en la cocina preparando más tragos.

-Esa risa significa no más alcohol para Macarena.- Habló Nahuel, entrando al living  junto a Sergio y Jorge, un vaso cada uno. Le dejaron uno de lo vasos a los chicos en el sillón, uno a Lucía, y el otro se lo quedaron ellos.

-¿Y yo?- Pregunté haciendo puchero. 

-Basta de alcohol para vos.

-¿Por qué?- Mi entrecejo estaba muy pronunciado, o eso es lo que intentaba. Nahuel se me acercó un poco más a la cara y me susurró:

-Estás muy borracha, podes hacer cosas que mañana no vas a recordar. O peor, recordarlas y arrepentirte.

Miré a mi alrededor, los demás estaban bailando todos juntos, bromeando, jugando. Sabían que no iban a poder escucharme.

-¿Cómo vos anoche?

Su expresión no cambió. Tomó un largo trago de su bebida. Cuando estaba a punto de hablar Sergio lo interrumpió:

-Si no salimos en este instante no nos van a dejar entrar al boliche.

Fue como decir palabras mágicas. Todos nos empezamos a mover automáticamente. Agarré mi celular y la billetera para ponerlos en la cartera. Cris me dió sus cosas para que se las lleve. Al parecer mi rostro ya no era el mismo, ya que me preguntó:

-¿Pasó algo?-  Lo primero que atiné a hacer fue buscar a Nahuel con la mirada. No lo encontré, quizá estaba en la cocina acomodando las cosas.

-Todo perrrfecto, ¿vamos?

Ya no me sentía borracha, me sentía triste. ¿Por qué insinué eso? ¿Y por qué él no lo negó?

Puta vida.

Camino al boliche Lucía se me prendió del brazo, hablando frenéticamente de que se estaba escribiendo con alguien, que quizá vería esta noche.

-Es hermoso, Mac. Creo que lo amo.

-Casi no lo conoces- se rió ante mi respuesta.

-Bueno, tal vez le quiero comer la boca nomás.

Ella siguió hablando como si nada. Mientras tanto yo intentaba escucharla, pero en realidad miraba a Nahuel. Caminaba a pocos pasos nuestros, con la cabeza gacha, pateando piedritas. Se veía más infeliz que yo.

-¿Por qué no vas a hablarle?- Me habló Lu, sorprendiéndome. Me ruboricé, ¿hace cuanto tiempo sabe que no la estoy escuchando?

-No es una buena idea.

-¿Por qué no?

Me quedé pensando. No sabía qué le pasaba a él, quizá estaba avergonzado porque lo rechacé. Quizá no estaba en sus planes lanzarse sobre mí. Quizá ni siquiera le parecía atractiva...

-Nunca vas a saberlo si no le preguntas...

-¿Dije eso en voz alta?

-Dijiste todo en voz alta. Estás borracha y triste, si no cambias la actitud tu noche se va a ir a la mierda.

Por eso me caía bien Lucía, ella dice lo que tiene que decir.

-Tenés razón, pero somos vecinos. No quiero arruinarlo, los sentimientos tienden a arruinar las cosas. Principalmente los míos.- Susurré.

Dale a tu cuerpo alegría, Macarena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora