-Hola?
La voz de mamá me llegó del otro lado del celular. Estaba en una plaza al azar, a una semana de empezar con la cursada, y sin el tema del alojamiento resuelto. Es que no me animaba, tenía miedo de que mis padre quieran que vuelva al pueblo si me veían disconforme. A la vez, era la única solución que tenía.
-Hola má! Qué hacías?- mi voz salió sobresaltada, nerviosa. Ella ya sabía que quería pedirle algo.
-Qué pasó?- Ahí la tienen, la simpatía desborda por sus poros.
-No fue una buena idea- Dije con la voz temblando
-¿Mudarte a la ciudad?
-NO, mudarme a la ciudad con Tia Beeth. Huele a gato, no me deja dormir y sus gatos se comen mi comida.
Escuche como suspiraba al otro lado de la línea.
-Sabía que esto pasaría... - uff, no quería, simplemente no necesitaba que mi madre me hunda con su pesimismo. Si sabía que era una mala idea hubiera intervenido antes.
-Escuchame, lo se. Pero tengo una idea. Estoy repartiendo curriculum por todos lados, si todo sale bien espero conseguir un trabajo en menos de un mes, necesito que convenzas a papá de que lo mejor es que me ayuden a tener un departamento propio, podría ayudarlos a pagar los impuestos o algo. Volver no es una opción, y realmente en casa de la tia Beeth puedo terminar como comida de gato dentro de poco. Además mi ropa huele a gato y toda la casa está infestada en pulgas, es realmente asqueroso.
Silencio. Había hablado tan rápido que tenía la boca seca. Creo que también grité, porque unos niños habían dejado de hamacarse y me miraban con curiosidad.
-Voy a hacer lo posible.
-Gracias mamá!- Juro que estaba a punto de llorar.
-Mantente alejada de las pulgas... y de tía Beeth si es necesario
Amaba los comentarios ácidos de mi madre, mucha gente creía que no hablaba enserio, pero si lo hacía. Siempre hablaba muy en serio.
Lunes a una semana empezar la cursada, mientras tanto no me queda mas que hacer que pasear por la ciudad. Los exámenes de ingreso los aprobé en septiembre del año pasado, cualquiera diría que estaba muy ansiosa por dejar el pueblo, y cualquiera tendría razón.
El pueblo es hermoso, no crean lo contrario. Pero cada minuto que pasaba del último año de secundaria era un minuto más deseando salir de ahí. Durante toda mi infancia vi una gran pantalla negra luego de los 18 años. A los 5 ya sabía a que colegio iría a los 10. A los 10 tenía idea la plaza en la que daría mi primer beso a los 12. A los 15 sabía exactamente los lugares en los que me devirtiría, vomitaría y bailaría los tres años restantes. Pero a partir de los 18 un gran agujero negro se extendía hacia el infinito. Nada era cierto luego de esa edad. Quiza esa fue la razón de ciertas decisiones que ayudaron a mi deseo de escapar. Digo...viajar lejos.
Pero eso ya no importa hoy.
Caminé muchas horas por la ciudad, ya casi me sabía las calles de memoria. De todas formas no me animaba a conocer la periferia. Esperaría hasta tener compañia. Ya entrada la noche volví a casa de la tía Beeth, exhausta. Hacia eso para no tener que quedarme hablando con ella y los gatos. Llegaba con tanto sueño que al terminar de comer ya me dormitaba en la mesa. Pero esta noche fue distinto: tia Beeth me esperaba con una sonrisa.
-Buenas noches querida.
Estaba sentada alrededor de la mesa con Plutón en sus piernas, realmente daba mucho miedo.
-Cómo estuvo tu dia, tia? Yo camine demasiado, estoy exhausta.
Ella sonrió aún más. OK, creo que me transpiran las manos.
-Me llamó tu padre
AHORA SI ME TRANSPIRAN LAS MANOS, me senté a su lado.
-Lo siento tía, no quise ser mal agradecida, es que...
-Querida, no te preocupes. Yo también fui joven y estuve en tu situación.
Me sonrió maternalmente mientras tomaba mi mano. Digo "maternalmente" por el sentido del término, la realidad es que mi madre nunca me sonrió así.
-Tu padre es muy terco, y con tu madre ya no sabíamos cómo hacer para que te de el departamento. Pero al fin es tuyo.
QUÉ?
-cómo qué, qué departamento?
Tia Beth sonrió aun mas, si eso era posible, y con una habilidad que nunca había visto en ella corrió hasta la habitación. Luego de unos segundos y un poco de ruido salió de ella con un juego de llaves en la mano.
-Mientras paseabas, luego de hablar con tu padre, mande a que lo condicionen. Hace años no vive nadie allí, pero en dos días ya podrías mudarte y disfrutar de una verdadera independencia.
Estaba pasmada, tome las llaves y abracé a mi tía a pesar de su olor rancio. Nada podía cambiar mi humor.
-Pero, ¿de quién es el departamento? ¿De mis padres? ¿Por qué no me lo dijeron?
Estaba comenzando a enfadarme. Tía Beeth volvió a sentarse y tomó mis manos, presionando las llaves en su interior. Vi en sus ojos un dejo de nostalgia.
-Ese departamento era de tu tío y mio. Lo alquilabamos, pero cuando enfermo decidió dejarlo como herencia. Me dijo que se lo dé a la primer sobrina que haga una carrera universitaria. Cuando tus padre me dijeron que te querías mudar se los ofrecí, ya era tuyo. Pero a tu padre le dio miedo, ya sabes como es él. Está más cerca de la universidad que esta casucha, vas a aprovecharlo bien.
-¿Y por qué no vivís vos ahí?
-Es un barrio universitario, hay fiestas de jueves a domingo. No lo soportaría.
Dijo riendo. Yo estaba extasiada, no lo podía creer:
Tenía mi propio departamento.
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Dale a tu cuerpo alegría, Macarena.
ChickLit¿Cómo ser joven en el siglo XXI? #102 en chick lit el 12/4/2017 #91 en chick lit el 26/5/2017 #6 en novelaargentina. Acabo de entrar por casualidad y me encuentro con esta sorpresa hermosa! Gracias a les que leen, y prometo terminar esta hist...