VIII

41 6 0
                                    

-¿Quién es?

Apenas escuche que Mateo me estaba hablando. Estaba usando todas mis fuerzas en intentar que Esteban desaparezca, se esfume de acá. Después de todo lo que había pasado tenía el atrevimiento de llegar a mi departamento de está forma. Estaba mucho más que furiosa. Sentía tanta tensión en el cuerpo que lo único que se me ocurría era golpear una bolsa de box por varias horas para desestresarme.

-Mi ex.

Me desabroche el cinturón para salir del auto y oí como él también se lo desprendía. Me giré a mirarlo:

-No se si sea lo mejor.

-Se ve enojado, y peligroso.

Volví a girarme para mirar a Esteban, quien no dejaba de mirar a Mateo. Y si, se veía bastante peligroso, como un toro a punto de atacar. A su lado estaba Nahuel, también mirándonos. Un poco más lúcido, entendiendo la tensión de la situación.

-Mat, no quiero meterte en un problema. Realmente no es necesario que bajes. Y gracias, muchas gracias por traerme.

Le di un beso en la mejilla y sin perder tiempo baje del auto. Apenas cerré la puerta escuche como la otra se abría y cerraba, segundos después Mateo estaba a mi lado. Maldije en voz baja. Hacía veinte minutos no me entusiasmaba que la noche termine. Ahora solo quería apoyar mi cabeza en la almohada sin nadie lastimado.

Me acerqué a él con paso decidido, ignorando a Nahuel que quería hablarme.

-¿Qué haces acá?

-Hola, ¿no vas a presentarnos?- Me dijo mirando amenazadoramente detrás mío, donde se encontraba Mateo. Este se pegó más a mí, en ademán protector. Me dirigí a los demás:

-Gracias chicos, ya pueden irse. En serio, voy a estar bien.

-Yo no me voy- Dijo Nahuel, que de repente estaba completamente lúcido.

-Yo tampoco- Le siguió Mateo.

Ok, ahora la atmósfera estaba cargada de testosterona.

-Mejor, así nos conocemos- Dijo Esteban tendiendole la mano a Mateo.- Soy Esteban, su...

-Ex- Concluí yo. Esteban desvió sus ojos marrones para mirarme y dedicarme una sonrisa ladeada. De repente varias imágenes cruzaron mi mente: Esa noche en el río, esa pelea, la ambulancia, la policía. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Mateo lo notó, y en el mismo movimiento que estrechó la mano de Esteban y apoyó la otra en la parte baja de mi espalda, dándome ánimos. Se lo agradecí  en silencio.

-Mateo.

Su gesto no había pasado desapercibido por Esteban. Sabía que tenía que terminar con esto cuanto antes. Me aclaré la garganta y hable con firmeza.

-Nadie se va a conocer con nadie. No se que haces acá,y si no tenés la decencia de responderme voy a entrar a mi departamento.- dije esto mientras me acercaba a la puerta de entrada.

- No tengo donde ir- Me giré.

-Lo hubieras pensado antes. ¿Qué esperabas? Que ibas a llegar y te iba a recibir como si nada hubiera pasado.

-Estas exagerando. Solo estaba preocupado por vos. No atendías mis llamadas.

-¿Eso no te dice nada?

Siempre decía lo mismo, esa era su respuesta para todo: "Estas exagerando".

Era consciente de que los tres me miraban. Saqué la llave de mi cartera y al intentar abrir se me cayó. Por instinto, Esteban se acercó a intentar recogerla.

-No te acerques- Lo frené mostrándole la palma de mi mano, con la otra agarré la llave. Mateo, que hasta ese momento se mantenía a una distancia prudente, se posiciono a mi lado y con delicadeza tomó las llaves. Lo deje abrir la puerta para mí. Antes de entrar miré a Nahuel, él asintió con la cabeza.

-Te acompaño arriba.

Antes que pudiera responder, Mateo ya había cerrado la puerta tras de sí, y me seguía por las escaleras. Subimos los 3 pisos en silencio. En la puerta me giré para despedirme, no quería seguir dilatando la situación, tan solo quería dormir.

-Perdón por esta situación.

-No tenés que pedirme perdon, en serio. De todas formas me preocupa un poco... ¿Segura que no queres venir a mi casa o que me quede acá hasta que él- hizo un ademán de desagrado- se vaya?

-Gracias, pero no se va a ir- sonreí con pesar- por el momento voy a intentar dormir, mañana llamaré a sus padres o algo. Gracias igual.

Me miró con duda en los ojos, finalmente asintió. Acariciándome el pelo me dijo:

-Cualquier cosa que necesites llamame.

y se despidió con un beso en la frente.


Nahuel Pov's

La noche más extraña de mi vida. 

Nunca se me había pasado tan rápido la borrachera como cuando vi el rostro de Macarena al llegar: era una mezcla de furia y miedo. Como si esos dos sentires pudiesen convivir. Lo primero que atiné fue a pedirle perdón, pero ella no tenía tiempo de escucharme, fue directo a enfrentarse a ese extraño muchacho que me encontré sentado fuera del edificio. 

Aún no había tenido oportunidad de hablar con ella, necesitaba hacerlo, esto traía una gran historia detrás y aún no estaba seguro de con qué intensidad odiar al chico que estaba acostado en un colchón sobre el suelo de mi comedor.

Si, le había prestado un lugar para dormir, con la condición de que apenas despierte tome un colectivo de regreso a su pueblo. 

Cuando estaba a punto de despertarlo oí ruidos en el pasillo. Cuando me asomé, estaba Macarena insultando, intentando abrir la puerta.

-¿Siempre la misma situación?

Se giró sobresaltada, y me sonrió con pesar. Estaba roja como un tomate, con remera, calza y zapatillas deportivas. Sin hacer ruido cerré mi puerta y me acerqué a ella para quitarle la llave de las manos y así lograr que entre a su departamento.

-Creo que desarrollé una especie de problema para abrir puertas, que suerte que siempre hay hombres alrededor para ayudarme.

Dijo con un fuerte tono sarcástico. Eso me recordó al otro factor de la noche: ese chico, Mateo. No es que me moleste que ella tenga una vida y se desenvuelva con otros chicos. Sino que me sorprende la forma en que los muchachos orbitan alrededor de ella cuando a mi aún me cuesta mirarla fijamente a los ojos. Suspiré al recordarlo. 

Abrí la puerta para ella y devolviéndole la llave le dije:

-De nada.

Me gire para volver a mi departamento. Era obvio que aún  quería estar sola.

-Lo siento- La oí susurrar- y gracias. La verdad es que me siento un poco desbordada.

Volví a mirarla

-Por eso saliste a correr a las 12 del mediodía? Te podrías haber insolado.

-Pensé en romper un vaso, o golpear la pared con una escoba. Insolarme fue mejor opción.

Un atisbo de sonrisa le atravesó el rostro, pero desapareció de igual manera.

-Este chico, mmm, él está...

-Lo se, los escuche cuando subieron.

-Estaba a punto de despertarlo para que se vaya.

Ella solo asintió con la cabeza sin dejar de mirarme y con una expresión de incomodidad en la cara.

-¿Qué es eso tan...fuerte que pasó?

-No te lo contó?

-Quiso hacerlo, pero prefiero escucharlo de tu boca.

Macarena miró hacia abajo, pensando en que responder. Luego de unos segundos me dijo:

-Una vez que él se vaya, vení. Es una historia que necesita toda una tarde para ser contada.

Me regaló una última sonrisa y se fue.


Dale a tu cuerpo alegría, Macarena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora