VI

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Macarena Pov's


Lunes. Primer día de clases. ¿Recuerdan cuando entrabamos a primer grado? Nuestras madres nos acompañaban hasta la puerta del colegio casi llorando. A esa edad no tenes miedo de no hacer amigos, cuando uno es chico nunca teme a esas cosas. Además sabías que de una forma u otra tu mamá iba a estar firme a la hora de salida, preparada para escuchar todo lo que había sucedido. Bueno, tengo que admitir que mi mamá no me escuchaba demasiado, pero era importante para mí que me sostenga de la mano todo el camino a casa mientras yo hablaba sin parar de lo que me gustaba, y lo que no, de ir al colegio. Hoy necesitaba algo así, pero no lo tenía.

Desayune un vaso de agua, mi estómago no iba a resistir otra cosa, y me vestí entre cajas. La mudanza había llegado el sábado y aún no había desarmado todo. Camine hasta la universidad lentamente, estábamos en Marzo, y el calor no había cesado. Como ya saben, había entrado a la universidad miles de veces este verano, sin embargo, encontrar el aula en la que iba a cursar era un horror. Creo que baje y subí la misma escalera mil veces. Había mucha gente en el pasillo, pero ninguno de ellos notaba mi presencia. Realmente me sentía un fantasma, y la única que estaba fuera de lugar. Eso sumado a que aun no estoy del todo convencida de si voy a seguir con esta carrera o no. Estuve todo el viernes buscando información sobre las distintas carreras, pero por el momento mi elección era tan segura como el hecho de que sabía exactamente dónde estaba parada. Y por si no captaron la ironía, no sabía dónde mierda me encontraba. Mis pies habían caminado demasiado rápido y por alguna razón estaba en un pasillo vacío. Completamente vacío. Ni siquiera había una ventana allí.

Con pesar me acerque a una pared para luego deslizarme sobre ella, quedando sentada en el piso abrazándome las rodillas. Suspire. Quizá tener hijos y casarte a los 19 no era tan malo...

Es broma.

Mire la hora en mi celular, faltaban 10 mint para empezar la clase, tenía tiempo, pero Nahuel me había advertido que llegar temprano era importante, de lo contrario podía terminar sentada en el piso por falta de lugar.

Hablando de Roma, me llego un mensaje de él

Nahuel: Feliz comienzo de cursada!

YO: Estoy perdida

N: muy patético de tu parte

Yo: gracias por ser tan idiota

N: de nada.

Me reí. No de risa porque creía que algo era gracioso. Era esa risa que te agarra frente a las desgracias. "reírse para no llorar", les suena? A mí últimamente me pasa seguido.

N: En las escaleras hay mapas de cada piso que te indican las aulas. Suerte.

Bueno, no todo estaba perdido. Me paré con un poco más de esperanza y me acerque a uno de esos mapas. ¿Por qué antes no los había visto? Ahora si me sentía muy patética.

Mientras intentaba descifrar ese casi invisible mapa, escuche pasos de alguien subiendo la escalera. Cuando me voltee, era un chico que se detuvo en seco al notar mi presencia, me miró de arriba abajo y se sonrió.

-¿Sos nueva verdad?

Ok, debo tener tatuado "estoy perdida" en la frente.

-Sip. –Hice una mueca. No voy a decir que era una sonrisa, ya que dejaba mucho que desear.

-Si llegaste hasta acá, supongo que vas a cursar Introducción al derecho.

Puff, hasta escuchar el nombre resultaba aburrido. Creo que estar acá no era una buena idea.

-Exacto.

-Me llamo Mateo, y voy para esa clase también. Si queres podes venir conmigo.

Asentí con la cabeza y comencé a caminar a su lado.

-¿Cómo es que sabes a dónde vas? Hace más de media hora que estoy dando vueltas por el edificio.

-Porque estoy recursando esta materia. Sé que ahora te asusta esa palabra, pero se va a volver más natural de lo que crees.

Dijo esto último porque realmente la palabra "recursar" me dio escalofríos. Rehacer algo no estaba en mis planes.

Nos paramos sobre una gran puerta de madera que ya estaba cerrada. Ergo, estábamos llegando tarde.

-No me dijiste cómo te llamas.

-Lo siento, Macarena.

-Bueno Macarena, bienvenida al maravilloso mundo de derecho.

Y abrió la puerta.

En vez de maravilloso, tendría que haber dicho "repleto". Filas y filas de bancos se extendían hacia adelante. Al fondo se encontraba un profesor, callado por nuestra intromisión. Todos estaban dados vuelta mirándonos. Vamos, era muy exagerados, recién habían pasado dos minutos de comenzada la clase.

-Y esa- Dijo el profesor a través de un micrófono- es la forma en la que no se convertirán en buenos abogados- Nos miró con disgusto y señalándonos continuo...-Por hoy los a dejar que tomen asiento y escuchen la clase, pero no quiero que se repita.

Mateo cerró la puerta tras él. Miradas furtivas escaneaban todos nuestros movimientos. Una vez sentados en los únicos bancos vacios, pequeños y rotos, Mateo arrancó un pedazo de papel, escribió en él y me lo dio.

"que no te asusten"

Tarde, ya estaba asustada, y sabía que no quería estar allí.

Lo intente. Dos horas intentando que me interesara algo de lo que hablaban. Pero no, tan solo pensaba en qué carajo estaba pensando cuando elegí esto. Gracias al cielo podía cambiar de opinión. Pero eso también me daba miedo. ¿Que elegir? ¿Y si no había nada para mí?.

De repente la gente comenzó a juntar sus cosas e irse. Genial, la clase había terminado. Mateo estaba hablando con unos chicos muy animadamente. No quise molestarlo, tampoco quería dilatar mi estadía en ese lugar tan terrorífico, por lo que me levanté y me fui sin despedirme. Seguí a la multitud hasta la salida y me senté en las escalinatas a pensar.

La gente iba y venía con sus cuadernos. Se saludaba o no, subía a sus autos o cruzaba a tomarse un colectivo. No voy a mentir, me sentía muy pequeña e ingenua. Sé que esto sucede cuando estas mal, pero tenía la sensación de que todos estaban más seguros que yo sobre qué querían con sus vidas. Es loco que a esta edad tengamos que preocuparnos por esto, pero es algo que debemos hacer. Y aunque sepa que los caminos de la vida pueden cambiar infinidad de veces no deja de angustiarme no tener algo ahora.

Camino a casa compré muchas golosinas, que solo querían decir que iba a tapar la depresión comiendo. Obvio que no aguante a llegar y mientras saboreaba el primer alfajor marqué su número. Hacía semanas sentía que debía llamarlo, pero por una u otra cosa desistía de hacerlo. Creo que hoy era el día. A veces uno necesita escuchar la voz de alguien que te quiere.

Primer pitido.

Ok, quizá no era una buena idea llamarlo. La gente no habla con los ex, menos cuando estos se sintieron sumamente abandonados por uno.

Segundo pitido.

Comencé a recordar cómo fue ese día, hace menos de 5 meses. Llegué a casa luego de estar en la pileta de Sara toda la tarde, él ya estaba en mi casa, con mi madre. Eso fue extraño y me molesto un poco. Apenas entre ambos me miraron con una sonrisa en los labios, él se veía nervioso.

Tercer pitido.

Lo dijeron sin anestesia. Él había ido a pedirle mi mano a mi madre. Recuerdo que lo primero que pensé fue si aún vivíamos en el siglo XV o qué. Me parecía patético, y cada vez me enojaba más el hecho de que en ningún momento se me había consultado nada a mí.

Definitivamente no era buena idea llamarlo. Antes del cuarto pitido corté.

Por si se lo preguntan, no acepté. Creo que fui algo violenta y cruel. Pero eso es algo que más adelante puedo contarles. Mientras tanto hoy voy a intentar ahogarme en chocolates.

Dale a tu cuerpo alegría, Macarena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora