Capítulo 1

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Por las solitarias calles de la ciudad, en una hermosa tarde con un sol resplandeciente caminaba una chica de pelo castaño que siempre se veían como si fuera negro, ojos verdes realmente hermosos, con un vestido rosa con el que se veía muy tierna pero su rostro delataba una furia que apenas podía contener, se notaba principalmente en su mandíbula apretada y sus mejillas rojas. La joven había estudiado durante muchos días para su examen de historia, justamente la asignatura que ella odiaba con su alma, el último día de estudio no durmió para prepararse, ella necesitaba un 4,0 pero desgraciadamente pese a sus esfuerzos había sacado la peor calificación de su clase, le rogó a su profesora que le hiciera preguntar para subir su calificación pero obtuvo una respuesta negativa.

-Maldito profesora, que no pudo ayudarme. ¿Pero quién se cree esa idiota? ¿Acaso no tiene corazón? -Decía la joven enojada con el examen en la mano arrugándolo con todas sus ganas- No debería existir, todo sería mejor sin historia -Continuaba hablando sola- ¡La odio! -Cerró los ojos y siguió caminado hasta que chocó con algo gigante y muy duro de un solo empujón cayó a la acera, su bolso salió volando y las cosas que tenía adentro quedaron por todos lados también su examen que con la caída de la joven había terminado en el piso.

-¡Fíjate por donde caminas idiota! -Le dijo el gigante también en el piso, no sabía como pero había terminado ahí- Me he tirado el café encima y me he caído por tu culpa. Mocosa- Tenía una gran mancha café en su camisa blanca. El café por el que tuvo que hacer una fila inmensa ni siquiera había lo había probado y que ahora le quemaba el pecho, también su prende de vestir que había comprado unos días antes cuando había llegado a la ciudad.

-¡No me llames idiota, jodido imbécil! Pero fíjate tú, me podrías haber evitado -Lo fulminó con la mirada y le gritó- ¡Así no desperdiciarías el café ya que donde los compraste es bien costoso! Deberías pedirme perdón por haber chocado conmigo.

-¿Ahora es mi culpa? Tu eres la que tenía los ojos cerrados, quién en su sano juicio camina así, sabiendo que podría provocar un incidente, o simplemente chocar con algo -La miró con molestia poniéndose de pie sacudiéndose sus pantalones y mirando su camisa manchada, justamente tenía una reunión importante en la escuela más importante de la ciudad, tendría que desviarse para comprar algo nuevo.

-Estoy perdiendo mi preciado tiempo contigo -Le respondió la joven también levantándose para buscar cada cosa que había caído de su bolso- tú tienes la culpa por ser un maldito gigante y no saber mirar por donde vas, fácilmente podrías pasado por un lado ya que se supone que tú también tienes que caminar con los ojos abiertos -Cuando terminó de recoger sus cosas, pasó caminando al lado de él sin decirle nada. Ni unas simples disculpas.

-¡Mocosa! -Le gritó el hombre- Se te ha caído un papel -Dijo agachándose y recogiendo un papel blanco medio arrugado que estaba al lado de su zapato.

-Entrégamelo -Dijo la chica devolviendo al lado de él, estirando su mano libre y poniéndose en una pose rebelde pero muerta de vergüenza porque el gigante estaba viendo su calificación. Aunque no lo demostraba.

-Pero mira que tenemos acá -Respondió estirando el papel para ver el contenido al ver la calificación se burló de la chica- eres una tonta, tus respuestas dan vergüenza, deberías estudiar más.

-¡Maldito idiota! Estudie mucho para este examen, me esforcé, casi no he dormido por estudiar. Seguro tú tenías muy buenas notas en la escuela -seguía furiosa y hablando en voz alta, sus mejillas más enrojecidas que antes- entrégamelo, no sé qué hago perdiendo el tiempo contigo.

-Yo soy muy inteligente, mocosa. Salí con las mejores calificaciones de mi clase, toma -dijo entregándoselo- ponte a estudiar burra. Adiós. Ah y procura no hacer perder el tiempo a los demás por caminar con los ojos cerrados -dicho eso, el joven dejó de prestarle atención.

La joven más furiosa de lo que estaba en el comienzo del día, se hizo a un lado, siguió caminando pero se dio vuelta. No se podía ir así.

-¡Oye! -le grito al hombre que estaba comenzando a caminar, le devolvió la mirada al instante. Aprovechando eso la joven alumna le mostró su dedo del medio, luego continuó su camino a casa, maldiciendo en su mente al gigante egocéntrico con el que chocó.



Será Nuestro Destino. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora