Capítulo 4

2.3K 204 3
                                    


Samuel se bajó del auto y caminó como un depredador hacia su alumna, él sabía que no debería hacer todo eso. Pero aun así no lo podía evitar, esa chica era tan desobediente y grosera, que le atraía, era una belleza que le llamaba mucho la atención, pero debía ser serio, era su profesor y un hombre mayor que ella, y como adulto no iba a dejar que corriera peligro, si ella quería insultarlo que lo hiciera a salvo.

Cuando entró al salón de clases y la vio sentada al lado de su amiga se llevó una gran sorpresa, ella era la joven que le insultó. La joven que hizo que se tirara el café en su camisa, que ya había dado por vencida. En ella había pensado por días.

Una tarde en que había hecho todos sus deberes como profesor y muerto de la curiosidad buscó su expediente, ya que según él, tenía el derecho de saber sobre sus queridos alumnos ya que era el profesor de la clase. Busco el de la chica y supo su dirección, edad y fecha de nacimiento ¿Se sentía un psicópata? Si, ¿Se arrepentía de buscar los datos de Anna Isabella Miller de 18 años recién cumplidos? No. Le alegró al saber que no era menor de edad.

Cuando llegó a su lado, se acercó a ella...mucho, la abrazó sin importarle que la chica estuviera toda mojada por la fuerte lluvia que caía en la ciudad. Luego rápidamente la tomo en brazos para llevarla a su auto hizo que se sentara sin delicadeza y cerró la puerta, Anna trataba de abrir la puerta una y otra vez pero no podía, le daba gracias al cielo que existían los seguros para niños el cual tenía gracias a su sobrino Adam y solo se podían abrir desde afuera. Cuando llegó a su puerta se sentó tranquilamente escuchando a su querida alumna.

-Abre la puerta -gritó sin rendirse con la puerta- Ayuuuuuuda me están secuestrandooooooooo.

-No seas exagerada y no grites, porque pensarán que de verdad te estoy secuestrando, yo solo soy un joven y humilde profesor que se preocupa por la vida de sus queridos alumnos -Dijo dramáticamente- Si me necesitan siempre estaré para ellos -Se llevó la mano al corazón y cerró los ojos como si estuviera afectado por todo lo que había pasado.

-Tú estás locoooooooooo -afirmó Anna y siguió gritando.

Samuel comenzó a conducir ignorando los insultos y gritos de su alumna, él se metió en esto y ahora no podía reclamarle nada, prácticamente la había obligado a subir al auto.

-Dime donde queda tu casa, y deja de gritar por favor -siguió conduciendo, él sabía la dirección de su casa pero ella no se tenía que enterar- Ríndete, ya estás en el auto y mientras más rápido lleguemos mejor para los dos. Gracias a mí no tendrás una gripe.

-Está bien, tienes que conducir derecho por unas 6 calles más y luego doblar hacía la derecha -murmuró resignada cruzándose de brazos observando por la ventana las lluvia caer- y ya que estás conduciendo, que sea rápido por favor. Tengo prisa.

-Por favor, recuérdame nunca más parar el auto para llevarte a tu casa, la próxima más dejaré que camines sola -le respondió el profesor.

A su lado, Anna se preguntaba ¿Por qué tiene que ser tan idiota? ¿Y porque sólo el hablar con él me pone tan furiosa?, disimuladamente desvió su mirada para ver a su profesor, el jodido gigante. Le ganaba por 3 palmos, ella siempre fue la más grande de su clase. Estaba muy orgullosa de su estatura 1,69, pero este hombre la hacía ver como una enana. Siguió mirando mientras él conducía. Sus manos agarrando firmemente el volante. En su cara, unas pestañas realmente largas y sexys, sus labios carnosos, sus ojos son lo más... ¡Stop! Era su profesor por Dios, el gigante que se burlaba de ella. El que la obligó a entrar en su auto. Su jodido P-R-O-F-E-S-O-R. Aun pensando en él llevó su mano a la ventana y con su dedo dibujó una carita feliz.

-Creo que estamos llegando -dijo el profesor interrumpiendo su pensamiento- ¿Es esa de allí? -dijo apuntando una casa de color blanco de dos pisos, aquella casa parecía una mansión.

-Si. Esa es. -dijo cortante, sólo quería bajarse del auto y entrar a su casa para cambiarse de ropa. Necesitaba algo seco con urgencia junto a una taza de café o chocolate caliente... si eso sonaba mejor. También tenía que hacer su ensayo, ya que había tenido una semana para hacerlo y solo escribió el título.

-Está bien, hemos llegado...se acabó tu tortura. Te traje sana y salva a casa -dijo deteniendo el automóvil.

-¿Podrías abrir la puerta, por favor? -dijo Anna con más frio que nunca pese a que su profesor había prendido el aire caliente- Malditos sistemas para niños.

Samuel se bajó de su automóvil y fue a abrir la puerta de piloto, ya que se abría solo desde afuera. Anna bajó rápidamente, poniendo su bolso en la cabeza para evitar mojarse más.

-Bueno entonces...-comenzó Samuel, pero su alumna fue más rápida. Lo ignoró y pasó de él, entró a su casa y cerró la puerta -No me des las gracias, pequeña mocosa y espero que tu ensayo sea bueno- se quedó parado un momento bajo la lluvia, luego caminó para la puerta de conductor, subió y vio la ventana que estaba en el lado del copiloto. Había una cara feliz en ella. Sonriendo encendió el automóvil y condujo en dirección a su apartamento.

Cuando llegó a su hogar comenzó a arrepentirse ¿Por qué había hecho que subiera con un abrazo? Tenía que aclarar su mente, quizás el tiempo soltero le estaba afectando que ahora se fijaba en su alumna. Mejor se daría una ducha, llamaría a su madre, pediría una pizza y planificaría sus siguientes clases.

Hasta acá el cuarto capítulo...no olviden darle a la ☆

Será Nuestro Destino. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora