Capítulo 18

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Después de un largo día en la escuela, donde Anna trató de ignorar (o escapar) de Samuel, estaba en camino a casa. A paso lento y sin ánimo estaba llegando, desde lejos escuchó gritos desde su casa, al principio estuvo confundida. A esta hora sus padres nunca estaban.

Caminando mucho más rápido y metiendo las manos en sus bolsillos para sacar sus llaves abrió la puerta y se encontró con que estaba todo desordenado en la sala de estar... sillas volcadas, vasos y platos rotos. Cautelosamente se adentró más para buscar a sus padres. Estaba asustada.

-¡No por favor! -un grito venía del segundo piso, Anna dejó sus cosas tiradas por el suelo y comenzó a subir las escaleras de dos en dos pero cuando estaba a mitad de camino vio a su madre en el suelo justo al borde de la escalera y su padre el hombre de negocios y sereno que siempre había sido, golpeaba a su madre en el cuerpo para que luego nadie se diera cuenta de la atrocidad que cometía con su esposa. Esta vez estaba hecho una furia, con la cara roja y trataba de golpear a su madre.

En un segundo Anna quiso interceptar el golpe que iba dirigido a su al cuerpo de su madre pero terminó golpeándola en su rostro con tanta fuerza que le envió lejos, cayendo por la escalera. Sintió un dolor agudo todo su cuerpo, sobre todo en la espalda y también en su rostro, vio como caía por esa inmensa escalera pero no podía agarrarse de nada. Cuando estaba en el piso vio que su madre la miraba, luego perdió la conciencia. Se había desmayado.

Samuel manejaba al hospital, su hermana Bonnie lo había llamado porque su sobrino estaba cada día más delicado ya que aún no encontraban el donante de medula ósea. Y le pidió a su madre que llamara a su tío porque lo quería ver, encontró el cuarto donde estaba Adam y entró.

-Hola Adam, ¿cómo está mi sobrino favorito de todo el mundo? -Tomó su maleta y de ella sacó un auto de juguete -Esto es lo que se les trae a los sobrinos favoritos.

-¡Gracias tío Sam!-dijo el pequeño entusiasmado recibiendo el regalo -Tu eres el mejor tío del mundo, ¿Que se les da a los mejores tíos del mundo? -preguntó el pequeño.

-Se les da un gran abrazo -Samuel se acercó a su sobrino y lo abrazó. Pero se vio interrumpido con un gran alboroto que se formó en el pasillo del hospital. Salió a mirar y se sorprendió al encontrar a un hombre con Anna inconsciente en sus brazos acompañado de una mujer llorando.

-¡Alguien ayude a mi hija! –Decía el hombre que ahora sabía que era el padre de Anna, estaba desesperado-No sé cómo se ha caído de las escaleras y se a golpeado en la mejilla con el piso.

Unos doctores se acercaron con una camilla a recoger a Anna, y se la llevaron al cuarto que estaba al lado de Adam.

Samuel preocupado porque su pequeña estaba herida fue a preguntar a los padres de Anna que le había pasado.

-Hola, soy Samuel. Profesor de historia en la escuela. -estiró su mano para ofrecerla al padre de Anna - ¿Que le ha pasado a su hija?

-Estaba bajando de las escaleras, se tropezó y luego cayó -dijo el hombre un tanto nervioso desviando su mirada, lo que hizo sospechar a Samuel, quería preguntar más pero salió un doctor para hablar con los padres.

-Familiares de Anna Miller -sus padres se acercaron, Samuel aproveche de oír todo -Ella sufrió un golpe en la cabeza y en la mejilla. Despertará pronto, es necesario que se quede una noche en observación, afortunadamente no hay extremidades comprometidas.

-Entonces no es necesario que nos quedemos -el padre de Anna tomó de una brazo a su esposa y se la llevó sin decir nada.

Samuel no creía que Anna se haya caído sola, su padre tenía una actitud muy sospechosa y recordó que su alumna le había dicho que él golpeaba a su madre.

-Disculpe Doctor, ¿Puedo pasar a ver a Anna?

-¿Es familiar? -preguntó.

-No. Pero soy su profesor -dijo como si eso fuera a servir de algo.

-Está bien, puede pasar -respondió el doctor al ver que los padres de la paciente se habían ido sin preguntar sobre ella.

Anna abrió sus ojos y luego de un momento pudo ver bien donde estaba. Si no se equivocaba estaba en un hospital... ¿Qué había pasado? Cerró los ojos para recordar. Llegó a casa, desorden, escaleras, padre violento. Él le había golpeado y se había caído por las escaleras, le dolía el rostro, y un poco las piernas, esperaba no tenerlas amoratadas.

-¿Anna? -sintió que alguien tocaba su brazo. Era Sam.

-¿Qué haces acá? Vete -dijo con voz ronca- Y llama al doctor.

-Anna... necesito que me digas la verdad. Tu padre me ha dicho que te tropezaste y te caíste por las escaleras. Eso no sucedió ¿verdad?

Tenía ganas de decirle la verdad, que la cuidara e hiciera algo para calmar el dolor que sentía por dentro. Pero ya no tenía ese derecho. Ellos ya no estaban juntos.

-Si. Me caí de las escaleras. Ahora vete.

-Puedes contar conmigo para lo que sea ¿Sabes eso?

-Ya no Samuel, por favor compórtate como un adulto y déjame tranquila. De verdad que estoy cansada y adolorida.

Samuel no se rendiría pero no quiso agobiarla más y se fue al cuarto de su sobrino Adam.

-Si no me necesitas estaré en el cuarto de Adam, es el siguiente. Ahora trata de descansar pequeña -dijo cogiendo unas mantas y tapando sus hombros.

-Está bien.

Anna pasó la noche en el hospital sin poder dormir, pensando en cómo podría hablar con su madre, como hacerla entender que Matthew Miller era un hombre malo. La acompañaría en todo lo que tuviera que hacer.

Sabía que no sería fácil ya que Tabatha ni le hablaba, no era cariñosa y nunca la había escuchado, se había encerrado en una burbuja por el amor que sentía por su padre.

Al otro día su padre no la fue a recoger así que llamó a Rachel quién llegó en cosa de minutos al hospital, le explicó todo lo que había pasado y desde cuando estaban así. Su amiga que había llorado en todo momento por lo que había pasado Anna, la llevó a su hogar.

Juntas entraron a la casa, Rachel no se separaría en ningún momento de ella.

-¿Mamá? -dijo Anna buscando a su madre. Necesitaba saber cómo estaba. Ahora tenía el valor para hablar con ella, trataría de hacerla entrar en razón... no quería tener que enterrar a su madre por si algún día a su padre se le pasaba la mano.

Caminaron a la cocina y Anna encontró una carta. Por favor que no fuera lo que ella pensaba. Por favor no.

Anna:

Tú estás grande, sabrás como arreglártelas sin nosotros.

La casa desde hace algún tiempo está a tu nombre, esto es temporal. No es tuya, cuando queramos será nuestra. Tienes dinero en tu cuenta de ahorro. No presentes cargos contra tu padre.

Adiós.

Una carta, una simple carta. Su madre siempre había sido fría pero esto lo superaba todo. Ninguna llamada, nada para saber cómo estaba. ¡Por dios si era su única hija! Su padre la golpeaba y ellos solo se iban por miedo a que ella presentara cargos.

¿Que pasará con Anna y Samuel? Si quieres saberlo espera el siguiente capítulo.
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Será Nuestro Destino. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora