Capítulo 12

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A la mañana siguiente Anna se levantó más temprano de lo normal, no pudo dormir bien, sus padres iban de mal en peor, tenía miedo de lo que podía pasar. Su madre no le prestaba atención lo cual molestaba mucho a Anna, era una total sumisa de su padre. Tomó sus cosas rápidamente y salió rumbo a la escuela, hoy Samuel le haría clases a primera hora. Iba a llegar más o menos 50 minutos antes.

Mientras caminaba recibió una llamada, sin mirar de quién se trataba contestó.

-Aló, ¿Quién es? -preguntó.

-Anna -era Samuel, él la había llamado -Quédate donde estás y da la vuelta -dijo el profesor con la mano en el volante.

-Pero que mandón has amanecido hoy Samuel

-Ven a mi auto pequeña amiga. Te necesito, por favor.

Anna dio la vuelta y desde lejos vio el automóvil de Samuel caminó directamente hacia él, Sam tenía la puerta abierta y se subió con cuidado de que nadie la viera, mirando hacia la izquierda y luego a la derecha. Su profesor de inmediato comenzó a conducir al estacionamiento de un parque. Cuando llegaron no se les pasó por la cabeza salir del automóvil.

Samuel quedó mirando a Anna, Dios era tan hermosa... sus ojos verdes, mejillas sonrojadas, su sonrisa, era la luz que podría iluminar su alma y sus labios los cuales le robaban el aliento, eran unos labios que lo llamaban a sentir su suavidad, a sentir su calidez, sinceramente la había extrañado. Sin quitar la mirada de sus ojos se fue acercando a ella, tenía tantas ganas de besarla, no estaba pensando con claridad.

Cuando al fin juntaron sus labios, los dos sintieron como si el tiempo se detuviera, en esos momentos solo existían ellos. Samuel Bradley y Anna Miller, nadie más. Mordieron sus labios cálidos con locura. Se entregaron a la pasión de un beso desenfrenado tan ardiente como el fuego mismo.

-No me arrepiento –dijo cuándo separaron sus bocas- No digas nada por favor, solo lo necesitaba, sentir tus labios nuevamente –le dio un abrazo.-Anna, lo siento tanto por no contestar ayer -dijo atrapándola en otro cálido abrazo -Tuve una emergencia, yo tengo un sobrino, eso no te lo había contado. El pequeño tenía mucha fiebre, moretones y no comía mucho, ayer le hicieron chequeos y... -no pudo continuar, cerró sus ojos con pesar, aún no asimilaba lo que le había contado su hermana.

-Cuéntame Sam... Esta vez yo estaré para apoyarte -animó a que le contara.

-Mi sobrino solo tiene 7 años, Anna -siguió hablando acongojado -Adam tiene leucemia. Tiene un maldito cáncer.

-No -dijo Anna, se le llenaron sus ojos de lágrimas, no conocía al sobrino de su profesor, pero era horrible, sólo tenía 7 años, porque la vida es tan injusta con las almas más puras. No sabía nada más que hacer, solo abrazarlo y consolarlo.

-El doctor dijo que lo más rápido para él, sería un trasplante de medula ósea, mi madre, hermana y yo nos hicimos chequeos de compatibilidad. Los resultados estarán para el lunes próximo, Anna, tengo tanto miedo por el pequeño, mi familia es muy pequeña si falta alguien... -dijo apoyando la frente en el cuello de su alumna, estaba agotado y muy preocupado.

-Todo estará bien, Sam, te lo prometo. Adam se recuperará.

-Eso espero pequeña, muchas gracias por todo esto, es injusto pedir tu apoyo, pero no tengo a mucha gente en que confió.

Luego de un rato donde hablaron, llegó la hora de ir a la escuela. Samuel la dejó a una calle de distancia.

En la clase, Samuel se notaba distraído. Sólo le entregó un trabajo a cada uno de sus alumnos y no hizo nada más que estar sentado con la mirada perdida y de vez en cuando respondiendo preguntas.

Cuando tocaron el timbre, todos los compañeros de Anna y Rachel salieron menos ellas y el profesor, mañana sería el baile y tenían que hablar sobre los últimos detalles para que todo saliera perfecto.

Realmente habían hecho magia con el poco tiempo y todo el trabajo que significaba.

-Chicas, para quitarles la carga y se puedan relajar, contraté un servicio catering que tendrá todo listo para mañana -le dijo a sus alumnas- Así tendrán el tiempo suficiente para arreglarse, no me gustaría que dejaran de lado sus cosas.

-Oh eso es genial Samu... profesor -se corrigió Anna.

-Bueno -comenzó la pelirroja- profe yo sé lo que ocurrió entre ustedes.

-¿Anna? -preguntó Samuel nervioso. Le había pedido que no le contara a nadie, todo debía ser secreto.

-Anna nada -dijo Rachel- Yo sé que se quieren, se lo que le dijo y que ahora son amigos... pero óigame bien... usted le vuelve a hacer daños a mi amiga y será hombre muerto, lo juro -dijo entrecerrando sus ojos, para tratar de amenazarlo -Haré que se arrepienta.

-Uy sí que miedo me das, eres tan pequeña que no puedo contener la risa por tu amenaza -Se burló Samuel -Pero me agradas, me alegra que Anna tenga una amiga como tú, con quién contar siempre.

-Soy pequeña pero pego un gancho increíble. Si quiere averiguarlo solo me lo dice y con gusto se lo demuestro-respondió Rachel -Usted igual me agrada por ahora y mientras no le haga nada a mi Anna.

-Paso por esta vez, enana. No quiero que nada arruine mi perfecto rostro -continuaba burlándose -No le haré nada a ella, le dije que me esperara hasta que las clases terminaran, supongo que te dijo eso ¿no?

-No me lo dijo –sintió la mirada de su amiga- pero es decisión de ella, es mi mejor amiga y siempre estaré de su lado, pero ya sabe, si amenazo lo cumplo.

Y Anna solo podía reír, no podía tener una amiga más perfecta. Ayudaba a distraer a su profesor para que no pensara en lo de su sobrino y se atrevió a amenazar a su profesor, Rachel se preocupaba mucho por ella, por eso la quería tanto... continuó riendo por el intercambio de palabras, Samuel parecía un niño discutiendo con Rachel. Los dos parecían niños.


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Será Nuestro Destino. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora